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SEGUNDA DECLARACIÓN

SEGUNDA DECLARACIÓN

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Tu sonrisa rota, yo te la compongo,

Que soy zapatero, que soy zapatero remendón.

Manolo García.


No sé cómo empezar está carta, quizá comparando tu cansancio con el aburrimiento de las flores en marzo o tu sonrisa descansando en este tiempo, con el ocio natural que tienen todos los gatos, pero yo escribo, al menos está carta, para hablarte del sol como una fruta madura en la mañana y también de las lágrimas necesarias para lavar con ternura el ave herida que reposa en tu mirada, escribo y no sé cómo hacer crecer estas frases más allá de la palabra, para explicarte, que me esfuerzo en simular la brisa de aquel puerto solitario que siempre estás mirando, que ejercito mis ojos y mi corazón, a diario, con el único objetivo de poder amansar los peces de tu cuerpo, que también ejercito mis manos, para dibujar una nave en aquel puerto, una nave que desate silenciosa la estación en que tu sonrisa vuelva ha tener la locura de los astros y su ebriedad natural en el espacio.

Pero el tiempo es un mendigo que tras las esquinas estira su mano y no es bueno que estés por ahí dándole un poco de ti como si nada. Yo quiero, alguna vez, nada nos separe, ni siquiera estas palabras, y cuando se oscurezca en tu cama, te desates infinita y un río se prolongue en tu mirada para que amanezcas hermana de mis sueños, recostada, silenciosa, bella como una plegaria, y yo, pueda contemplarte con la misma embriaguez con la que se miran las estrellas al amanecer, mis ojos llenos de ti y mis manos llamándote madre.


Luis Alberto Rodríguez Castillo.
Aspirante a pastor de las aves que se agitan en tu pecho.

1 comentario

Anónimo -

tus dedos abren las paredes hacias las estrellas