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AUTOSCOPIA

Y ES QUE HAY ALGO MÁS, QUE A SIMPLE VISTA NO SE VE

Y ES QUE HAY ALGO MÁS, QUE A SIMPLE VISTA NO SE VE

Debajo de las agendas enarboladas por las marchas y paros en Cusco, hay algo que en verdad no se ve, pero se mueve. Hay que ajustar un poco la mirada nomás y sacarse los lentes estructuralistas y economicistas. Por eso, me parece notable el enfoque de Guillermo Salas sobre la ideología y las mentalidades en Cusco, http://guillermosalas.blogspot.com/ Visibilizan un tejido mental en proceso, con la potencia de preludiar algo mas articulado, pero no abstracto, sino sobre la base de cosas muy concretas, que se articulan lamentablemente, solo como negatividad, como crítica, digamos como una “rabia”, pero como comienzo esta muy bien.

Son reivindicaciones que suelen salir de tanto en tanto, pero por lo tradicional de las formas de protesta, por lo tradicional de las organizaciones sociales y la manera igualmente tradicional de ver la política de la Asamblea Regional y las organizaciones sociales, no se visibilizan. Detrás de las jornadas de protesta en el Cusco, debajo del rechazo de las leyes contra el Patrimonio, hay una serie de “rabias” que emergen. Al ver la tele, probablemente la mayoría diga: “¡Encima de todo lo que tenemos que pasar para sobrevivir, nos insultan y nos quieren quitar el patrimonio!”.

“Todo lo que tenemos que pasar para sobrevivir”. Justamente, la primera “rabia” es muy concreta, muy real, muy física. Tiene que ver directamente contra el costo de vida, lo que nos cuesta a la gran mayoría seguir vivos en un país como este. Eso nos remite al modelo económico, al modelo que desde Fujimori, lejos de cambiar, se ha radicalizado: el Neoliberalismo. Y aunque Fujimori este siendo juzgado, y, esté Montesinos preso, el modelo económico que impusieron con una dictadura, continúa. La agenda neoliberal y privatista es intocable, y los medios de comunicación critican, pero dentro de estos inamovibles marcos, jamás imaginan la posibilidad de razonar por fuera de esto. A lo mucho, las noticias más críticas son por la mala gestión de lo establecido, pero no se critica lo establecido sistémicamente. La traición del toledismo y del aprismo al pueblo peruano, es evidente, cuando miramos su derrotero económico.

La segunda “rabia” tiene que ver con la exclusión. En Cusco sentimos (recalco sentimos) que Lima nos excluye. ¿Y de qué nos excluye? Para empezar del “desarrollo” que lograrán con nuestros recursos naturales. Desarrollo que no nos desarrolla, sino que nos enrolla, de problemas. Todos los megaproyectos de desarrollo a partir de nuestros RRNN, todos, han traído como consecuencia, desastres ambientales y desalojo de comunidades. La construcción de grandes carreteras, de gaseoductos y de mineras, trajo como consecuencia cualquier cosa menos “desarrollo”. ¿O será que el desarrollo es justamente eso, la indiscriminada construcción de moles tecnológicas, de concreto y nada más?

Y aquí salta otra cosa que moviliza, pero aún no se expresa políticamente: Autonomía Regional, que se expresa en la gestión democrática y participativa de nuestros recursos naturales y de nuestro patrimonio. Pero no, el gobierno sigue diciendo que lo nuestro es del ESTADO, y, todo sigue igual: centralizado y nosotros excluidos...

El manejo centralizado de los recursos, impide que los pueblos y las regiones puedan llevar sus destinos, causando dependencia y sometiéndose a los dictados del gobierno central: “Si te portas mal, no te doy recursos, te castigo” Así lo dejó entrever hace poco Del castillo y Alan tuvo que salir a apagar el fuego. Y en los pueblos como el cusqueño, cada cierto tiempo, en las marchas y protestas con motivo de cualquier cosa, saltan consignas sobre Autonomía Regional.

La ley de la Selva, las leyes de inversión en Cusco, etc. Todas estas medidas se hacen sin diálogo, se piensan y tramitan en Lima en un Congreso que es la institución más deslegitimada, que ha salvado la cabeza a una congresista aprista que debió irse presa, en el mismo momento que en una comunidad los abigeos hacen de las suyas: como se ve, también te excluyen de la justicia.

Además, nos excluyen del derecho a visitar nuestro propio patrimonio. En las autoridades centrales, existe una voluntad antidemocrática, lo demuestran las leyes que salieron, sin una conversación directa con las autoridades del Cusco, sin una convocatoria a las organizaciones sociales.

Desde hace muchos años, el Patrimonio Monumental ha sido desligado del patrimonio que lo forjó, el Patrimonio Cultural Inmaterial, es decir, el espíritu colectivo que sostenido en una historia, lo construyó. Los portadores más legítimos de ese espíritu colectivo, no son evidentemente las autoridades de Lima, los medios de comunicación, los periodistas, los intelectuales, los políticos, ni siquiera los mistis cusqueños, son las comunidades indígenas, sus pobladores, sus organizaciones y sus dirigentes.

Sin embargo, tanto el Estado (INC, museos, universidades, municipios, etc) como la empresa privada (grandes hoteles, empresas ferroviarias, restaurantes, etc) marginan (económica y culturalmente) a los pueblos que por derecho (justamente) de patrimonio, les correspondería ser los más privilegiados. Por el contrario, el circuito turístico incluso de la plaza de armas del Cusco (discotecas y restaurantes) margina a cualquier persona que sea de piel oscura. Cualquier indígena que ose entrar a tal circuito, es inmediatamente expulsado. A menos que se use sus ropas para tomarse fotos con los gringos.

La creación del Perú, no supone automáticamente que los comuneros quechuas son inmediatamente peruanos. Ese es un proceso de inclusión muy complicado, si algo reveló las últimas elecciones, es la cantidad de gente de comunidades que no tiene un DNI, salud, educación bilingüe, entre otros tantos derechos básicos que debe tener un ciudadano. Bueno pues, tampoco tiene derecho a visitar el patrimonio que les fue legado por sus ancestros, más directamente que a otros peruanos, con DNI, con educación, con salud, y con “patrimonio”. Los cusqueños quieren ser parte del Perú, pero no sólo como una postal turística para los gringos, sino con ciudadanías interculturales efectivas.

Otra exclusión fue la APEC, que dicho sea de paso, mientras siga este modelo neoliberal, no nos beneficia en nada, la señora de los anticuchos, seguirá igual con APEC o sin ella. Ahora, no nos da rabia que nos hayan excluido de la APEC, los que pierden son ellos, igual van a venir a ver Macchu Picchu, lo que nos da rabia es que nos hayan “castigado” con eso. Como si fuésemos menores de edad “¡Qué se creen estos limeños para castigarnos!”, se escuchaba por las calles de aquí.

Y aquí surge otra “rabia”: el menosprecio. El no reconocimiento de lo legítimas que son las luchas cusqueñas. Como se lo dijeron a Del Castillo, aquí en Cusco hace poco, diversas autoridades cusqueñas: “Usted debe desagraviar al pueblo cusqueño”. En nombre de todos aquellos tuvo que hacerlo. Y el menosprecio que ha llegado hasta el insulto, no es sólo político, es también racista, y creo que ese es el tema que subyace a muchas opiniones políticas.

En ese tenor, tenemos un acumulado de tensiones producidas por ataques racistas, que vienen desde Lima, o como bien dice Guillermo Salas en su análisis de la ideología cusqueña, desde lo que ésta ideología interpreta como “Lima”. Desde las elecciones pasadas, los medios y los políticos más “limeños” (léase más racistas, más privatistas, más clase media, más centralistas, más excluyentes, etc) destilan opiniones que acrecientan esta brecha y alimenta la ideología de “Lima la blanca, la horrible, la virreynal·: Ahí tenemos a Florez Araoz, Jaime Baily o Martha Hildebrandt. Cuando Flores Araoz suelta comentarios tipo: “Qué le vamos a preguntar a los auquénidos si se firma o no el TLC, pues”. O en las elecciones, cuando Jaime Baily despotricando contra los que iban a votar por Humala, y dice: “Lo que pasa es que allá, en altura, no llega el oxigeno y la gente no puede pensar bien” Y en le caso de la somnolienta congresista fujimorista, bueno, ya sabemos cómo opina de sus colegas indígenas.

Existe una ideología cusqueña que pinta Lima como “aquel lugar de donde vienen todas las cosas malas”, y después de los comentarios qué cite, cómo no. Pero también existe una ideología limeña que se pinta a sí misma, como un centro de poder, que se autolegitima, que se percibe como “aquellos que deben resolver los problemas del país”. En los medios de comunicación periodistas, analistas y autoridades se dicen entre ellos: “Qué hacemos con Cujco” “Cómo resolvemos lo de Ayacucho”, como si el resto del país no pudiese resolver sus problemas, como si las periferias obligadas de Lima fueran propiedad de algunos limeños.

Lamentablemente, estas “rabias” no se politizan, no encuentran un cauce democrático radical (“radical”, en el sentido de Laclau y Mouffe, no de los medios de comunicación). Y esa es la tarea para lograr un país inclusivo, tumbarse una pared, para el ojo legal es sólo un delito, una trasgresión a los derechos del otro. Lamentablemente esas “rabias”, sí son vistas políticamente por grupos que ven en la violencia una herramienta política de construcción, y ese el peligro, pero más peligroso es negar su existencia y no entender sus orígenes.

Estas manifestaciones populares, políticamente “irracionales”, que aquí hemos denominado rabia, son para el terrible ojo político de Alan García: terrorismo, son las apocalípticas jaurías del hortelano. Ninguno ve, que en esa pared tumbada están las rabias ciegas que actúan así porque no tienen un cauce político, abonando justamente a favor de García y los grandes medios de comunicación de Lima, que en una marcha, buscan siempre la foto de aquel pequeño extremo (extremista) para generalizar con ese extremo a todo el movimiento y deslegitimarlo frente a la opinión pública nacional.

Abrazos cusqueños de un limeño, que ya no dice Cujco, o sea, que no se come las “eses”

Jorge Millones

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