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AUTOSCOPIA

“EL TLC ES UNA FALSA ALTERNATIVA, ES UNA MENTIRA”

“EL TLC ES UNA FALSA ALTERNATIVA, ES UNA MENTIRA”

Por: Erick Tejada Sánchez*

Hasta los años ’80s, gran parte de la intelligentsia peruana provenía de las canteras del marxismo. Tal vez por apegados a las modas o presas del pánico generalizado, muchos de ellos, quizá los más, fueron abandonando sus antiguas posiciones hasta llegar a negar y renegar de su filiación ideológica. Raúl Wiener, amable y entretenido sin dejar de ser incisivo y polémico, es uno de los “sobrevivientes” más lúcidos de aquella generación de intelectuales-militantes, que se reivindica todavía de las trincheras del socialismo. Dedicado en los últimos tiempos a impugnar en alta voz el TLC con los EE.UU., el ex dirigente “libio”** e infatigable activista, conversa en extenso con Espergesia sobre esta última campaña, y sobre el pasado, el presente y el incierto futuro de izquierda peruana supérstite.

(Foto: Campaña Peruana frente al ALCA y el TLC)

Parte I:
ESE GRAN CANDADO LLAMADO TLC


- ¿Qué es lo más grave que está en juego con las negociaciones del Tratado de Libre Comercio?

- Hay muchas maneras de responder a eso, según el ángulo de cada uno. Para mí lo más serio que está en juego, es que están pretendiendo imponerle al país la idea de que el sector líder de la economía es el exportador, y dada la debilidad indudable del país como productor de productos diversos y elaborados, y para ofertar tecnología en el mercado internacional, en realidad lo que nos están diciendo es que el sector líder va a ser el sector primario. Esta es la lectura escondida.

Bajo esta idea además, está la otra, que es que para que este liderazgo exportador conduzca al país, el modelo económico que hay detrás tiene que mantenerse intocable. Y entonces, esto es como una suerte de gran seguro, de gran candado, para que no nos podamos evadir de las características principales del modelo económico. Yo las he resumido en cuatro: mercados abiertos, no intervención del estado en la economía, contratos de inversión inamovibles y flexibilidad de los otros factores de la economía; lo cual hace que el Perú sea un país de empleo precario, de ambiente desprotegido, de un Estado que pierde oportunidades de tributación, etc.

- En la campaña lanzada por el gobierno y los promotores del TLC, se está vendiendo la negociación como un asunto de Estado, pero ¿quiénes son realmente los que van a ganar con una eventual firma del TLC?

El que va a ganar principalmente es Estados Unidos, no me cabe ninguna duda. Pero si miramos desde adentro, como efecto del TLC, los grupos que obtienen actualmente beneficios de ATPDEA van a conservarlos. Quizá se engruese un poco ese sector. Están también los importadores. Luego, todos los que están asociados a las grandes inversiones, como en el caso de Yanacocha por ejemplo, donde el grupo Buenaventura es un socio menor. Probablemente la banca pueda colocar créditos interesantes. Pero, ¿cuánto es numéricamente esta población? Si yo dijera el 10% sería una enorme exageración. En agricultura no va más allá del 3% de los productores; seguramente en minería será el 80%, pero minería no representa sino el 5 ó 6% del PBI; en industria no sobrepasa el 5%... En términos de personas deben ser muy pocas.

- Hay quienes plantean que la economía peruana en realidad no sería el gran atractivo para los Estados Unidos en el TLC, sino que más bien estaría de por medio la cuestión de garantizar un control político de la región, ya sea por el tema del narcotráfico o por un eventual resurgimiento de las fuerzas de izquierda en el continente. ¿Qué opinión le merece este criterio?

- Yo creo que hay razones económicas y hay razones políticas. Obviamente el mercado peruano no es interesante para Estados Unidos, pero si es interesante para ellos aumentar el número de países que les aceptan reglas mucho más estrictas en términos de comercio e inversión. Hay que recordar que hace 3 ó 4 años, Estados Unidos promovió el MIGA, el Acuerdo Mundial de Garantías a las Inversiones, y que fracasó y no pudo imponerlo. Los TLC’s son una manera de introducir las condiciones del MIGA, pero a través de negociaciones directas. Entonces, mientras mayor sea el número de países que firman TLC’s con Estados Unidos, ellos van a tener más cerca el MIGA. Van a obtener medidas por sobre las que ha conseguido en la OMC, y en sus próximas negociaciones van a tener más fuerza al decir que tienen tantos países que ya aceptaron estas nuevas condiciones para agricultura, medicinas u otros. Lo otro es que tienen un claro interés por los recursos naturales. Y las políticas de los TLC’s favorecen una explotación mucho más intensa y mucho menos controlada de los recursos naturales. Tienen intereses en recursos como el petróleo, o el agua dulce. Probablemente también intervengan en procesos de privatización. Por lo tanto ahí hay un montón de razones económicas.

Pero, como decía un cacique colombiano indígena con mucha crudeza, ellos vienen por el suelo, el subsuelo y el sobresuelo; es decir, vienen por todo.

Eso no niega que el TLC tenga también objetivos políticos. Entre ellos cercar al MERCOSUR, que se puso difícil para entrar al ALCA; presionar a Venezuela; favorecer la aplicación del Plan Colombia, que es un objetivo político-militar; está el tema de la coca; los votos de los países en Naciones Unidas, entre otros.

"Es una tarea fundamental la sociedad de derechos a la que nosotros deberíamos aspirar, versus la sociedad sin derechos que nos quieren imponer, donde el único que tiene derechos es el inversionista"

Derecha: Wiener presidiendo una de las muchas reuniones contra el ALCA y el TLC. (Foto: Campaña Peruana frente al ALCA y TLC))

- En las condiciones actuales, ¿cuál sería la alternativa, intentar incidir en las formas entreguistas en que se viene negociando o pelear por abortar la negociación?

A través de la Campaña Peruana frente al ALCA y el TLC, de la que fui coordinador, lo que nosotros buscábamos era cambiar el curso y lograr que se establezca un mecanismo que permitiera frenar el TLC y provocar una apertura de información, un debate, y luego ir a una consulta nacional, en la cual discutiéramos nuestra posición con las otras posiciones que pudieran haber. Esto tiene a su favor que, por ejemplo, los cambios en Ecuador cambian a su vez el escenario; aumenta la oposición, lentamente pero aumenta, más en Colombia que en Perú; el nivel de información ha mejorado; la desconfianza va acrecentándose; en los Estados Unidos hay mayor oposición y al mismo tiempo dentro del propio gobierno norteamericano pueden haber cambios de estrategias. Todas esta cosas pueden dar lugar a que se revierta la tendencia principal, que ahora es a la firma, a la firma a la mala y como sea.

Por lo que he podido entender de este asunto, a estas alturas, me considero en la obligación de hablar, de decir que esto no es lo que el gobierno dice, no es lo que la propaganda dice; que la propaganda es mentirosa. Se dice que mientras más vendamos afuera, más empleos tendremos dentro, y en ningún momento se advierte que mientras más nos vendan de afuera, adentro se van a perder los empleos existentes hoy, y que el tema que debería interesar es cuál es el balance, o sea, ¿los que perderemos por apertura los ganaremos por exportación? Y además, la gente que pierde empleo por apertura, ¿qué hacemos con ella? ¿Qué derecho hay para dañar su vida, para alterarla, para destruir sus negocios?

Y por último, ¿es verdad que el desarrollo viene por la vía de los TLC’s, de las estrategias de exportaciones? ¿Exportar materias primas, productos elaborados con muy baja tecnología, crea desarrollo? ¿Crea los suficientes encadenamientos internos como para que la gente en el futuro pueda vivir de eso? ¿Vamos a vivir de venderle productos a Estados Unidos? ¿Ese es un proyecto nacional? Yo discrepo muy profundamente.

- El reclamo permanente de quienes promueven el TLC y el neoliberalismo en general es que se diga cuál es la alternativa que se levanta.

- Para empezar debemos decir que no es que estemos discutiendo alternativas; la suya es una falsa alternativa, es una mentira. Si algo hay que hacer en la economía peruana, seguramente tiene que ver con la necesidad de plantearse objetivos nacionales, con la necesidad de cambiar el rol del estado, de hacerlo promotor y líder. Es una tarea fundamental la sociedad de derechos a la que nosotros deberíamos aspirar, versus la sociedad sin derechos que nos quieren imponer, donde el único que tiene derechos es el inversionista.

Ahora, actualmente el sector exportador representa el 14% del PBI. ¿Qué necesitaríamos para vivir de la exportación? ¿Es imaginable que el Perú pueda llegar a ser 50 ó 60 % exportador? ¿Todos los sectores económicos pueden girar en esa dirección? Una sociedad que es tan exportadora y no produce para sí misma y consume tantos productos del exterior, ¿es un proyecto nacional? Esa es la discusión para mí. Yo fortalecería el mercado interno, la relación con los países vecinos y el comercio sudamericano, y mantendría la exportación de productos que pueden entrar en el mercado norteamericano, cómo no, que entren, pero no haría ése el proyecto de crecimiento del país. Además hay otras opciones que se dan hoy sin TLC, como las ventas en Europa, o las ventas en el mercado asiático. Nadie ha planteado que para que esas exportaciones continúen necesitan un TLC.

- Plantear alternativas a la política que se viene implementando requeriría de un bloque político y social articulado, y en la última ronda de negociaciones en Lima dio la impresión de que todavía no había un nivel suficiente de organización de las fuerzas que están contra el TLC. Es decir, ni siquiera se logró romper la censura de los medios. Un movimiento más o menos contundente no se hubiera podido ocultar. ¿Dónde está la gente que se resiste al TLC? ¿Qué posibilidades tienen de articularse y de ir mas allá y plantear un proyecto distinto?

- Ese es un problema complejo. La gente que resiste está en Ica por ejemplo, en esa lucha que hicieron los algodoneros a principios de año en la mismísima tierra del TLC. Está en Andahuaylas donde los paperos levantaron también la consigna contra el TLC. Pero también está en las vacilaciones de las dirigencias. Cuando se produjo la reunión de Lima, la manifestación que debía ir hasta el hotel Sheraton para mostrar el rechazo del país al TLC, por orientación de la dirección se fue a la casa del embajador lo cual dividió las cosas. Y algunos dicen que eso fue conversado con el embajador.

Yo creo que falta la convicción de que una buena pelea pudiera poner en crisis esto, más allá de lo que piensa la dirección.

Ahora, ocurre que en el mundo los movimientos llamados antiglobalización han tenido un desarrollo y una explosión y un crecimiento enorme, al margen de los viejos partidos y direcciones políticas y sindicales. Los ha organizado gente nueva. Aquí también hay, de manera germinal, algo parecido, porque los partidos políticos más conocidos tienen una apuesta principal que es las elecciones, y entonces terminan por preguntarse si es una buena estrategia para las elecciones aparecer en contra del TLC. Ahí empiezan todos los problemas.

Parte II:
LA IZQUIERDA AUSENTE QUE UN DÍA FUE Y QUIÉN SABE CÓMO SERÁ


"Nuestra izquierda rosada tiene el lamentable lastre de que muchas veces le echan flores por su gran cambio, pero electoralmente carece de mayor atractivo. Como ellos mismos analizan, nadie les cree"

Izquierda: Susana Villarán y el sueño dorado de colgarse de Paniagua. (Foto: La República)

- Precisamente sobre esta cuestión, ¿es también el cálculo político-electoral el que mantiene a los partidos de izquierda fuera de esta corriente? ¿Es esto lo que les impide asumir un rol protagónico, articulador, conductor? ¿Dónde está la izquierda en el Perú?

- Yo digo que la izquierda está ausente de la coyuntura, no del TLC. Es cierto; hay una izquierda que organiza charlas sobre el TLC, y en general todo el mundo entiende y se muestra crítico. El tema es si son capaces de convertir esto en una batalla política frente al gobierno. En general, tenemos una izquierda que en algunos casos está dedicada a inscribirse, en otros casos está dedicada a conversar con sectores hacia el centro y la derecha, con los que podrían hacer alianza electoral, y en otros casos está un poco perdida en la lucha sindical, gremial inmediata, reivindicativa, pero que no sé si les permite o les impide evadir el tema de tener políticas nacionales. La ausencia de la izquierda es ésa. No sólo frente al TLC, sino frente a cada uno de los problemas que el Perú ha confrontado en los últimos tiempos, carece de posición, y cuando llega a tomar alguna, es una posición de un aviso en un periódico y después de eso nada más.

- ¿Qué comentario le suscita este viraje extremadamente notorio y que muchos personajes que fueron de izquierda acusan, aún cuando el "pensamiento único" ya está de salida; este viraje que les hace asumir muchas posiciones intolerantes con las opciones antisistémicas y que les hace mirar más bien hacia el centro y la derecha, y mostrarse dialogantes con ellos totalmente al margen de las opciones radicales que alguna vez ellos mismos esgrimieron?

- Si se viera desde el lado teórico, yo diría que se debe a una manera de comprender los procesos de democratización seguidos por nuestras sociedades, las llamadas transiciones democráticas. Yo soy de los que creen que las transiciones democráticas, el regreso de los partidos políticos al poder después de las dictaduras, es un proceso que está altamente digitado y negociado, y por tanto, si bien refleja distorsionadamente reivindicaciones sociales, luchas de la gente por abrir espacios políticos, al mismo tiempo entraña un montón de trampas. Pero nosotros tenemos un sector de la izquierda que se ha comprado eso. Se lo empezó a comprar en la década del ’80 y cada vez fue madurando más en esa dirección.

Ahora ha llegado en términos teóricos a posiciones que dicen algo así como que el problema no es que hayan derechas, izquierdas o centros; sino que aquí el problema son los autoritarios. Entonces el conflicto es con los autoritarios, de derecha o izquierda, y con los demás, competencia, cooperación, y mucha unidad cuando se trata de enfrentar un proyecto autoritario.

Por otro lado está el asunto de cómo volver a la política después de la derrota que la izquierda sufrió. Y creo que estas teorizaciones responden a eso. Así como Alan García es capaz de proponer a Kuczinsky en su plancha, así también hay sectores de izquierda que son capaces de jurar por la democracia, y convertir al socialismo de modelo social alternativo a simplemente un programa electoral en disputa con otros. Entonces no es un sistema en juego; es simplemente una opción de darle al capitalismo un contenido más social. Ese proceso de tratar de tener espacio político por esa vía tiene en frente el enorme problema de que no suscita interés en la población. Nuestra izquierda rosada tiene el lamentable lastre de que muchas veces le echan flores por su gran cambio, pero electoralmente carece de mayor atractivo. Me atrevo a incluir en eso a Yehude Simon que no estoy seguro de que tenga algún futuro electoral en la línea que ha tomado.

- En este escenario donde la izquierda oficial se ha vuelto más bien sistémica y extremadamente conciliadora, ¿hay lugar para las opciones antisistémicas todavía?

Vamos a tener que aclarar qué cosa es la “izquierda oficial”. Cuando estábamos en Izquierda Unida, en la década del ‘80, éramos la izquierda oficial, quiérase o no, con su ala radical y su ala moderada. Hoy en día hay una izquierda que se hace llamar izquierda democrática, cada vez más sistémica; hay una izquierda a varias aguas en el medio; hay una izquierda tradicional que no es como la que se asimiló al sistema, pero tampoco ofrece mucha novedad; y también hay muchos grupos hacia la izquierda de la izquierda que son más o menos antisistémicos, aunque sea de discurso, hasta llegar hasta expresiones que son bien difíciles de ubicar, como Sendero Luminoso o el movimiento de Humala, que no es parte de la izquierda histórica, sino una suerte de subproducto de la radicalización de sectores militares y que además no quería saber nada con la izquierda.

"La profecía socialista no es que el socialismo de todas maneras será, sino es que si no hay socialismo habrá barbarie, y que los beneficios de la tecnología capitalista gestionados socialmente pueden ser muchísimo más eficaces de lo que son hoy. Se necesita tener la convicción de que el mundo se puede reorganizar de manera distinta"

(Foto: www.angel.org.ni)


- ¿Hay cuestiones programáticas que Usted distinga que separen a los grupos o es más bien esa tradición de prejuicios y sectarismos como los que finalmente hicieron implosionar a la IU? Porque los líderes que conducen estos procesos son virtualmente los mismos, no ha habido una renovación generacional.

No, no ha habido, y tampoco está muy claro cómo es que la va a haber. Me parece que curiosamente quienes son acusados de ser los más tradicionales, los de Patria Roja, tienen más grupos juveniles de donde están emergiendo dirigentes, aunque todavía no se ha producido un cambio tan radical como para que se pueda ver.

La opción del sector de la izquierda, que va hacia la idea de suscribir la democracia y negarse a formar cualquier organización que esté fuera de las instituciones democráticas y a apoyar cualquier enfrentamiento con el orden establecido, supone una ruptura programática central. Pero como ellos mismos analizan, nadie les cree (risas). Entonces necesitan hacer más enfático ese asunto. Sus propios coqueteos con Diez Canseco han dificultado que eso cristalice.

Ese es un proceso que tampoco cristalizó, porque estuvo insinuado, en el año ’89, cuando los barrantistas se salen del Congreso de Izquierda Unida. Pero el Acuerdo Socialista, que lanzó a Barrantes, no tenía una clara diferenciación con el otro lado, así que las candidaturas de Barrantes y Pease fueron casi iguales, y por eso se hizo tan evidente que era una división torpe. Obviamente, si la división hubiera sido porque el PUM y Patria Roja en ese entonces expresaban todavía ideas de acumulación para luego romper con el sistema, frente a los que decían que no había que utilizar métodos violentos, etc., tal vez hubiera habido una diferencia programática. Pero no la hubo. Además porque todo el mundo hace estos cálculos de diferenciación programática pensando en el candidato que tiene. Ésa es la gran tragedia de la izquierda peruana. El Acuerdo Socialista podía ir tan lejos como podía ir Barrantes, pero Barrantes no iba tan lejos como ellos. Barrantes seguía siendo después de todo, un comunista, digamos en reposo pero era un viejo comunista, y no era pues Sánchez Albavera, que lo de izquierda no sé en qué bolsillo se le encontrará.

- Usted, ¿en qué sector de la izquierda se ubicaría?

- En el de Raúl Wiener (risas). Yo formo parte del Comité Malpica, y nosotros estamos en el Frente Amplio, pero eso no nos hace perder independencia respecto a muchas cosas, como nuestra posición frente a Humala.

Parte III
CUBA, VENEZUELA Y EL SOCIALISMO DEL FUTURO


- En los procesos políticos que se vienen gestando en América Latina, ¿hay evidencias de una sociedad socialista?

- Cuba es una suerte de sobrevivencia del antiguo socialismo. Y yo creo que la dirección cubana es completamente consciente de eso, de que no son el socialismo del futuro. Pero tampoco ellos pueden inventar el socialismo del futuro. Lo que ellos han hecho es conservar lo que tienen para no aumentar los retrocesos del movimiento revolucionario mundial. En el año ‘94 Cuba debió haber sido uno más de los países socialistas que se cayeron, pero hicieron enormes sacrificios para mantener el núcleo del proyecto socialista. Y hoy día Cuba está creciendo significativamente, mejorando los niveles de vida. Ha llegado a un nivel de desarrollo bastante equiparable al que tenía antes del Periodo Especial. Es obligación de los socialistas defender a Cuba, sin que uno tenga en mente hacer Cuba en el Perú.

- ¿Y el proceso de Venezuela qué opinión le merece?

- Me parece que es muy importante y muy incomprendido. Yo lo incomprendía. Siento que tienen el espíritu que tenían los chilenos en el año ´73, pero con un gobierno mucho más sólido que el de Allende. El proceso ideológico de Chávez y su gente está muy avanzado. Además el nivel de ruptura que tiene hoy Venezuela con los Estados Unidos es muy profundo. Y la idea de un país que avanza en un proceso de socialización, de izquierdización, de nacionalización... con petróleo, es una idea muy apasionante. El contexto latinoamericano de hoy es bien distinto al de hace diez años, y permite tener mucha expectativa.

- ¿Es posible entonces creer en el socialismo todavía?

- Sí. Este mundo necesita urgentemente ser cambiado. La profecía socialista no es que el socialismo de todas maneras será, sino es que si no hay socialismo habrá barbarie, y que los beneficios de la tecnología capitalista gestionados socialmente pueden ser muchísimo más eficaces de lo que son hoy. Creo que se necesita tener la convicción de que el mundo se puede reorganizar de manera distinta.
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*Estudiante de Sociología de la UNSA y director de Espergesia.

**Los “zorros” y los “libios” fueron los dos sectores que polemizaron al interior del desaparecido Partido Unificado Mariateguista. Los llamados “libios”, que vencieron en la polémica interna, constituyeron junto con Patria Roja, el ala más radical del frente Izquierda Unida, y mantuvieron “hasta el final” el discurso de la lucha armada. Véase a propósito el capítulo “Los partidos de izquierda” del Informe Final de la CVR.

1 comentario

karol salinas -

que creo que la culpa la tienen los presidentes por no tomar su problemas en sus manos no que nesesitan de otros pais por favor que sean lo que dise que son PRESIDENTES..