Ella baila a la hora del insomnio
Ella baila a la hora del insomnio, con el vestido manchado de libélulas podridas.Ella baila en el salón donde no hay nadie, ella baila con el vestido manchado de sangre.
Eran las diez de la tarde, de un día perdido en la maldad del horizonte. Canela, que era su nombre de batalla, salió como siempre para trabajar, cada día tenía algo de inesperado...un día podía ser un gordo repugnante, otro día un señor de saco y corbata igual de puerco, pero al final era lo mismo: machos en la cama, mostrando sus fauces, su brutalidad.
No era el mejor de los trabajos, ni siquiera el más fácil como cualquiera pudiese pensar, era al fin y al cabo su trabajo y punto.
Su show comenzaba a las 11, ya había preparado los pasos, cómo movería las caderas y los senos...tenía que ser vulgar, mirar a cualquiera apetitosamente, después venía el resto, convencer a los clientes de tomar más y más hasta que la noche terminaba en la cama con el cuerpo manchado de besos y baba en el olor del tabaco y las chatas de cerveza.
No había nada de nuevo en ningún día, exepto porque un Jueves vino un tipo de abrigo largo y poco cabello, tenía un dejo medio español bastante sexi. Betsabé le coqueteó toda la noche...lo más probable es que tuviese dinero y eso estaba mejor que esas propinas roñosas de siempre.
Le hizo todos los pasos posibles y no posibles de perreo en su propia mesa...y él todo sonriente, le coloco un buen par de billetes en la tanga.
El tipo parecia de lo más potente cuando andaban por el tercer round, y Canela como toda una guerrera lúbrica soportaba la batalla, sudorosa y casi muerta.
De pronto las imagenes se le volvieron borrosas, apenas la sangre...y el puñal clavado en su veintre.Algo había salido mal, el tipo debía estar loco, le dijo cosas sin sentido, cosas que ya no podría entender, porque todo era absurdo, morir así era estúpido, morir en un orgasmo, morir sin saber a dónde se iría porque ella no creía en el cielo ni en el infierno, ni en nada...
Roxana Ghiglino
Eran las diez de la tarde, de un día perdido en la maldad del horizonte. Canela, que era su nombre de batalla, salió como siempre para trabajar, cada día tenía algo de inesperado...un día podía ser un gordo repugnante, otro día un señor de saco y corbata igual de puerco, pero al final era lo mismo: machos en la cama, mostrando sus fauces, su brutalidad.
No era el mejor de los trabajos, ni siquiera el más fácil como cualquiera pudiese pensar, era al fin y al cabo su trabajo y punto.
Su show comenzaba a las 11, ya había preparado los pasos, cómo movería las caderas y los senos...tenía que ser vulgar, mirar a cualquiera apetitosamente, después venía el resto, convencer a los clientes de tomar más y más hasta que la noche terminaba en la cama con el cuerpo manchado de besos y baba en el olor del tabaco y las chatas de cerveza.
No había nada de nuevo en ningún día, exepto porque un Jueves vino un tipo de abrigo largo y poco cabello, tenía un dejo medio español bastante sexi. Betsabé le coqueteó toda la noche...lo más probable es que tuviese dinero y eso estaba mejor que esas propinas roñosas de siempre.
Le hizo todos los pasos posibles y no posibles de perreo en su propia mesa...y él todo sonriente, le coloco un buen par de billetes en la tanga.
El tipo parecia de lo más potente cuando andaban por el tercer round, y Canela como toda una guerrera lúbrica soportaba la batalla, sudorosa y casi muerta.
De pronto las imagenes se le volvieron borrosas, apenas la sangre...y el puñal clavado en su veintre.Algo había salido mal, el tipo debía estar loco, le dijo cosas sin sentido, cosas que ya no podría entender, porque todo era absurdo, morir así era estúpido, morir en un orgasmo, morir sin saber a dónde se iría porque ella no creía en el cielo ni en el infierno, ni en nada...
Roxana Ghiglino
2 comentarios
A movie script ending -
helefante -