OSCILACIÓN
Había despertado en la boca de una serpiente. No dentro de
sus fauces, sino en la misma lengua.
........ ¡Era la lengua misma, las mismas células, era la misma serpiente.
Saberse el ser va
mas allá del morbo o quizás saberse no ser el ser -desprenderse de su
antepasada esencia - contradice todo lo que uno puede imaginar, como
tener dos espacios en un mismo cuerpo.
Se hallaba en un ambiente que reconocía: su patio, estaba sobre su propio grass húmedo
y su cuerpo sentía el líquido que explotaba en su rugosa piel,
entonces un impulso atravesó su nuevo organismo, y empezó a desplazarse como ola, este movimiento le fue resultando cada vez mas agradable.
Comenzó por su largo jardín, el que le gustaba podar con esmero,
luego empezó a subir por un espacio terroso, de polvo, los almácigos, que
friccionaban su cuerpo con violencia y le llenaban de una ira
inexplicable. Entonces empezó a arremeter.
Es increíble cómo todo es distinto
desde cada organismo. El volumen de las cosas es distinta, el aire es distinto, hasta la
luz es distinta.
Ahora entraba por la sala que tenía olor a rosas y que antes le agradaba, pero en estas circunstancias le resultaba insoportable.
De pronto vio la puerta abierta de su propia habitación y un instinto
irrefrenable lo condujo hacia ella. La cama estaba allí.
Levantó la cabeza.
Su mujer permanecía tendida, desnuda, cubierta solo por las sabanas blancas.
Aún el olor del sexo permanecía y este empezó a obnubilarle la
cabeza, volviéndolo un ser completamente irracional.
Empezó a trepar la cama y escurrirse violentamente, ciego, hasta toparse con la mata de vellos del pubis de su esposa. En ese momento sintió un instinto que iba mas allá
de sí mismo y un leve chispazo pasó por su mente casi humana: era
una serpiente hembra.
Sintió la violencia de la muerte, que iba a destruir lo que estuviera a
su paso. Como si fuera una bola de fuego, permaneció un instante frente
a la maraña de vellos de la vagina y se introdujo, sintiendo en su piel
el placer que sentía ella. Empezó a desplazarse entre sus gemidos.
Dentro, percibió una presencia que le hizo surgir su instinto asesino hasta la
locura. Entonces abrió la boca y clavó sus fauces en el feto que empezaba a
formarse.
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