EL ESPIRITU DE LOS CERROS
Don Celestino tenía un hija que era extrañamente blanca en contraste al color cobrizo que suele tener la gente andina, decían que era blanca porque había adquirido el color de las nubes que rodeaban este lugar, aquí, cada mañana un mar de nubes se extiende como un mar, quizás es el lugar que más próximamente podría definir la palabra celestial, el lugar se llama Bombón, al habitar uno aquí piensa en cómo viven los ángeles, piensa que cerca de este lugar debe estar dios.
Ella era huérfana, cuando le preguntamos que había sucedido con su mamá, nos contó que un agujero negro la había comido desde dentro, reduciéndola a una cáscara de hueso y pellejo, en cuestión de horas y minutos, ella no la pudo ver, porque tenía dos meses de nacida. Don celestino escuchaba la historia y una mirada de profunda tristeza acompañada de su voz nos daba a entender que las heridas del pasado aun le hacían daño. Mi esposa se fue como se va la sombra en el medio día, replicó y no dijo más.
Se encuentran personas singulares a través de estos viajes. Muchas historias nos contaba don Celestino, sin embargo sobre la historia de la muerte de su esposa bajaba la mirada y permanecía en silencio, nosotros sin embargo, en nuestros viajes obtendríamos otra versión sobre la muerte de aquella mujer, así, nos contaron que aquella familia se fue a vivir un tiempo a la selva en medio de las actividades dedicadas a la producción de pasta básica de cocaína; en una oportunidad dos primos de su esposa les habían encargado acido sulfúrico, material indispensable para la producción del nocivo elemento, el cual guardaron en algún recodo de la casa. En esas la policía logró hacerles el seguimiento, enfrentándose y matando a uno de los hermanos, el otro logró huir a no se sabe donde exactamente, y nunca se volvió a saber de él, su ausencia aún es un misterio. La esposa de Don Celestino, aterrorizada al suponerse descubierta, se tomó el ácido sulfúrico que le encargaron sus parientes y como es lógico murió rápidamente en presencia del marido que no pudo hacer nada para evitar se desvaneciera en sus propias manos, dejando así al marido y a su pequeña de dos meses de nacida abandonados a su suerte
a veces el miedo y la desesperación nos conduce a actos irracionales, recuerdo haberle escuchado comentar a don Celestino en otra oportunidad, luego de esta desgracia y un tanto decepcionado de la vida, Don Celestino decidió dejar la selva y volver a su antiguo y original terruño serrano en aquella ladera, entre el cielo y el infierno, como podría decirse, de donde se contemplaba un mar de nubes como si el cielo estuviera al revés, para trabajar sembrando la tierra y vivir pobre pero honradamente sin meterse en líos que le costaran la vida a nadie mas, cuidando a su pequeña que era lo único que le quedaba en este mundo.
Este lugar tenía una geografía extrañamente particular, usualmente un lecho de nube se extendía bajo las casas permanentemente, cubriendo todo el horizonte de los valles y quebradas que en días despejados se observaba desde aquí, y aunque por mas que uno quisiera y necesitara agua no la podía obtener si no era decisión de la naturaleza que alguna compasiva nube subiera tímidamente y se dignara llover. Así, según observaba don celestino , esta inmensa lámina de algodón como el océano, dividía el mundo, puesto que bajo ella era posible la lluvia y sobre ella todo era seco, un lugar ambiguo entre el cielo y las nubes, uno permanecía aquí mudo de sed, como en un desierto de agua en estado gaseoso intangible, un desierto de nubes, que torturaba con su sola presencia porque no estaba líquida, una broma negra de la naturaleza, tal circunstancia había hecho que don Celestino y su hijita se convirtieran en auténticos hijos residentes de la sed y lucieran como dos fantasmas habitantes de estos lugares.
Don Celestino era el único habitante que permanecía todo el año junto con su hijita en esta geografía deshabitada y hostil, mientras que los otros dueños de chacras, sólo iban por unos días, bien sea para aporcar, sembrar, cosechar o demás actividades que requiriera el campo de cultivo, y coincidentemente sus sembríos eran los que mas producían y es que don celestino había aprendido a leer y descifrar lo que las nubes y el cielo conversaban para decidir qué hacer con la escasísima agua que de vez en cuando lloviznaba.
Hablando con las personas nos contaba, que por aquí no pasaba nadie así no mas, que por la falta de agua, estos lugares habían permanecido deshabitados por mucho tiempo, sin embargo, además de don Celestino y su hijita la gente hablaba de otro ser que exactamente no sabían si era hombre o espíritu, ellos le llamaban el espíritu del cerro y tenían la certeza de esto, la razón decían porque lejísimo en un lugar que se llamaba Bandera Cotu, había inexplicablemente una campana, que sonaba casi al mismo tiempo que la de pampas, la cual solo era posible ser tocada con brazos de un ser humano.
Cuentan que este hombre nunca envejecía, que permanecía durante el tiempo inalterable en su juventud mientras el tiempo pasaba por todos, el padre de don Celestino también lo había conocido, el padre de don Celestino se llamaba Hermenegildo, él se hizo su amigo y dio cuenta en pampas de la existencia de este hombre; los hacendados de aquella época, al enterarse de que alguien vivía en sus territorios se pusieron celosos de sus propiedades diciendo que quizás aquel quería robar o apropiarse de los mismos, pidiéndole de esta manera a Don Hermenegildo, que lo trajera a Pampas para preguntarle qué hacía allá, así organizaron un grupo de 3 personas e hicieron un plan que consistía en darle una pócima del sueño entre tragos y una vez dormido lo trajeran a Pampas a lomo de mula.
Don Hermenegildo y los otros dos hombres así lo hicieron juntos llevándolo a Pampas, a lomo de mula, como un saco de papas, en Pampas el hombre, que tenía el aspecto de un ser de barro ancestral fue bautizado por el cura de aquel entonces con el nombre de Nicanor, y en su afán de civilizarlo según las leyes de dios, le hicieron cumplir todos los sacramentos de la iglesia, bautismo, primera comunión, confirmación y matrimonio, haciéndolo casar con doña Clotilde Ardiles, sacramento que trajo sus frutos porque tuvieron varios hijos, cuya descendencia aun se puede encontrar, una vez cumplido los objetivos de lo que manda la santa madre iglesia con el fin de civilizar a los salvajes, lo dejaron en paz, satisfechos de la noble labor que consideraban habían realizado.
Este hombre que era el espíritu del cerro trajo de aquel lugar algunas de sus pertenencias que eran ceramios y metales que dicen ahora son propiedad de los gentiles o ancestros de las wacas, también hizo llevar una campana de las dos que existía en ese lugar esas campanas están hechas de plata y cobre y suenan mejor que cualquier otra, la otra quedó en ese mismo lugar y es la actualmente aun se oye tañir respondiéndole a la de pampas, ahí mismo plantaron una bandera en señal de bautizo y le pusieron el nombre de Bandera Cotu, que en castellano quiere decir lugar de la bandera.
Sin embargo Don Nicanor, una vez que hubo cumplido con todos los mandado que como buen cristiano se le exigía, incluyendo el de procrear una descendencia cristiana hecha y derecha, desapareció por arte de magia del pueblo y no se volvió a saber de él, dice la gente que se fue tras las faldas de una mujer foránea, las malas lenguas maliciosamente, decían que un alma perdida es un alma perdida y punto. Pero don Celestino nos comentó que eso no es cierto, que en realidad don Nicanor nunca dejó de ser un gentil y el espíritu de la montaña y que las leyes de dios para él no funcionaban por más exorcismo y bautizo que se le aplicaran. El no dejaría de ser lo que era. Don Nicanor era un ser no humano, diferente.
Don Celestino, nos contaba, lo había visto e incluso había conversado con él en alguna oportunidad, y nos decía que el espíritu del cerro, no estaba sometido ni al tiempo que para todos las personas normales funciona como la edad, por que él hombre que vio como don Nicanor algunas veces, eral el espíritu del cerro y como tal se renovaba y podía vivir por muchos años tal y como vive la montaña. Este hombre decía - aun se conservaba joven y lozano en el tiempo, comentaba don Celestino con su hablar pausado y su mirada huidiza, que contrastaba con la hostilidad del lugar.
Los lugareños sin embargo comentaban maliciosamente, que el hombre al que llamaban el espíritu de los cerros era el primo que sobrevivió al enfrentamiento con la policía en la zona alta de la selva y que temeroso de pasar años en prisión, se había escondido en estos lugares para que no lo llevaran preso, refugiándose en las leyendas que la gente inventaba ante sucesos inexplicables.
Aun ahora Don celestino no da muchos detalles al respecto, como si guardara un secreto, baja la mirada y me dice: así pues pasan las cosas por aquí, tranquilo no mas, hay cosas que uno ve pero callado no mas debe estar. A lo que no preguntamos mas, sobreentiendo muchas cosas mas o quizás sin entenderlas.
TANIA GUERRERO
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joanferdinan -