¿De quién es el tesoro?
La compañía estadounidense Odyssey Explorer extrajo del fondo de las aguas del Atlántico la mayor fortuna submarina jamás hallada en un galeón de la época colonial: 17 toneladas de monedas de oro y plata valorizadas en 500 millones de dólares. España reclama el hallazgo, alega que la nave descubierta era suya y que se hundió en 1804; Inglaterra jura que el hecho sucedió frente a sus costas, pero todo indica que el preciado caudal monetario se acuñó en el Perú. La discusión ya está en los tribunales.
por Claudio Chaparro
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Para entrar de lleno en la historia, le pedimos que haga un ejercicio de aventura imaginativa: estamos en marzo del año 1804, época de increíbles tesoros transportados a Europa por mar y de asedio constante de desalmados piratas y sanguinarios corsarios. El galeón español Nuestra Señora de las Mercedes ha partido del Perú, con rumbo a Cádiz, vía Montevideo y lleva un fastuoso cargamento de gruesas monedas de oro y plata.
El viaje, por varios meses, transcurre con normalidad, hasta que en octubre de ese año la flota española integrada por cuatro barcos y bajo el mando del brigadier Bustamante es atacada por un navío de guerra británico al mando del comodoro Graham Moore. El combate es encarnizado e implacable. Se desarrolla en el Cabo de Santa María. Pese a la tenaz resistencia, el galeón Nuestra Señora de las Mercedes es finalmente vencido y termina por hundirse en las frías aguas del Atlántico, cerca de las costas de Portugal, con toda su tripulación y con el preciado tesoro que llevaba en sus bodegas Digamos que los británicos ganaron el combate. Y de lejos. Pero el ingente tesoro razón del enfrentamiento se les hizo agua. La fortuna, moneda tras moneda, se fue sin escalas al fondo del mar y ahí se quedaría durante 203 largos años, hasta que unos buceadores cazatesoros de Florida la compañía estadounidense Odyssey Explorer, para ser más exactos anunciaron la extracción de lo que podría ser el resto arqueológico submarino de mayor valor jamás descubierto: unas 17 toneladas en monedas de oro y plata cotizadas en 500 millones de dólares.
Tesoro mío
Claro, la pregunta que se impone es: ¿Y de quién es el tesoro? Según las evidencias, el feroz combate del Cabo de Santa María ha revivido dos siglos después, pero esta vez en los tribunales. Sucede que Odyssey no lo pensó dos veces y cargó con la riqueza colonial. La metió en un avión que salió de Gibraltar y por la vía legal se la llevó a Estados Unidos.
La empresa americana ha dicho que defenderá la propiedad de su descubrimiento hallado en el fondo del mar, pero ha preferido el hermetismo: no ha divulgado el sitio preciso del naufragio ni la identidad de la nave y no lo hará hasta que se defina la situación legal del hallazgo. Apenas ha señalado que el barco hundido se encontraba "en aguas internacionales" y, tal vez para despistar, asegura que se trata de un galeón hundido hace unos 400 años.
Sin embargo, el gobierno español que tiene indicios de que el galeón descubierto era el de las Mercedes jura que buscará en los tribunales de Estados Unidos la devolución íntegra del tesoro.
En medio de esa discusión legal, surgió un dato de las investigaciones preliminares: esas monedas de oro y plata fueron acuñadas en el Perú y por lo tanto nuestro país tendría legítimo derecho en el reclamo. Si Grecia, Italia y Egipto lograron el regreso de sus bienes culturales expoliados, ¿por qué el Perú no podría hacerlo?
De todas formas, lo que dicta la razón nada tiene que ver con las palabras de innegables reminiscencias colonialistas expresadas por el ministro de Cultura español, César Antonio Molina: "Ese barco tiene bandera española y Perú nada puede reclamar porque en aquella época pertenecía a España".
Según la historiadora Cristina Mazzedo, de la Pontificia Universidad Católica del Perú y especialista en comercio colonial en América, "en la actualidad no podemos regirnos por normas internacionales de hace trescientos años. Es cierto, en esa época el Perú no era una comunidad política, era un reino de España, pero si se comprueba que esas monedas se acuñaron en el Perú, con oro en verdad sustraído del Perú, entonces, más allá de los acuerdos internacionales, existe un tema ético y moral".
Mazzedo agrega: "¿Si hasta el Papa pidió perdón cuando no participó en la defensa de los judíos, por qué España no podría hacerlo por llevarse el oro peruano y luego devolverlo? En la época colonial, además, del puerto del Callao salían los mayores botines con rumbo a España. Es muy probable que esas monedas sí se hayan acuñado en el Perú".
Derecho al reclamo
Aunque el tema aún está en discusión, la directora de Defensa del Patrimonio Histórico del Perú del INC, Blanca Alva Guerrero, ya ha pedido al Ministerio de Relaciones Exteriores que indague al respecto y, si es factible, entable una demanda.
En el exterior, incluso, ya se han dado algunas muestra de apoyo a un probable reclamo peruano. The New York Times considera que si las monedas fueron acuñadas en el Perú, las autoridades tienen el derecho de pedir el tesoro.
El prestigioso diario neoyorkino editorializó lo siguiente: "Los incas no dieron oro y plata por propia voluntad a los invasores españoles. España
Antecedentes compartidos
Hay antecedentes de tesoros recuperados en donde los finalmente favorecidos han sido los descubridores o los reclamantes. En 1985 se rescató el barco español Nuestra Señora de Atocha, con monedas y joyas valoradas en unos 300 millones de euros. Su descubridor, el histórico cazatesoros Kim Fisher, pudo quedarse con el botín tras un pleito con el Estado de Florida, que también lo reclamaba. En otros casos como el de los galeones españoles Juno y La Galga, un juez determinó que los restos y su contenido pertenecían al país que envió los barcos, es decir España.
2 comentarios
Jordi -
Muchas gracias!!
andres perez -