Ya no puede más la boca del cocodrilo
Por Humberto Campodónico
En el 2008, último año del boom de crecimiento económico, la participación de los salarios en el PBI continuó cayendo, como ha sucedido indefectiblemente cada año desde el 2002, cuando representaba el 25% del PBI. Hoy la cifra es de solo el 20.9%. Lo exacto inverso ha sucedido con las ganancias empresariales, pues el excedente de explotación subió de 58.7% del PBI en el 2002 a 63% en el 2008.
Estos datos (que acaban de ser publicados por el INEI) demuestran claramente que la distribución de los beneficios del boom no favorece a los asalariados, que cada vez reciben un pedazo más chico de la torta nacional. Al analizar lo que ha sucedido desde 1991 hasta la fecha, vemos que los trabajadores han perdido 9.2% del PBI (30.1 menos 20.9), lo que equivale a un menor ingreso de los asalariados de S/. 34,375 millones, solo en el 2008 (el PBI del 2008 fue S/. 377,500 millones).
De su lado, el excedente de explotación (que incluye el ingreso de los independientes) ha aumentado su participación en 10.3% del PBI desde el 2001 (63.0 menos 52.7), lo que equivale a un mayor ingreso de S/. 39,000 millones (también, solo en el 2008). Más claro, ni el agua. La boca de cocodrilo ha crecido aún más en el 2008 (ver Se abre más la boca del cocodrilo, 6/04/09 y 12/11/2007, en www.cristaldemira.com).
Cuando se comparan estas cifras, vemos que estamos cada vez más cerca de los países africanos. Un estudio del 2007 de la Comisión Europea dice que si bien la participación de los salarios ha disminuido, estos alcanzaron el 58% del PIB en el 2006, es decir, casi el triple que en el Perú.
Pero sin ir tan lejos, vemos que en Chile, en el 2006, la participación de los salarios que también viene bajando fue el 34.9% del PBI, según su Banco Central. O sea que los asalariados chilenos le llevan a los peruanos una mayor participación de 14% del PBI (34.9 20.9). Caramba.
Otro ángulo: mientras crecía el PBI per cápita del 2002 al 2008 (que se obtiene dividiendo el PBI entre los 28 millones de peruanos), disminuía la participación de los salarios como porcentaje del PBI. Mencionar el aumento del PBI per cápita les encanta a García y a Carranza. Mencionar cómo caen los salarios, para ellos, es propio de aguafiestas.
Estas cifras también demuestran que las quejas de los empleadores con respecto a los sobrecostos laborales son falsas, lo mismo que la supuesta rigidez de la legislación. Nada que ver. Desde que Fujimori cambió las leyes laborales después del 5 de abril de 1992, poco o nada se ha hecho para mejorarla.
Quizá la mejor demostración sea que, si bien ya existe el marco institucional para regular el salario mínimo cada dos años, el boicot de altos funcionarios del gobierno así como de los empresarios a los acuerdos del Consejo Nacional del Trabajo es casi total. Hace un año no se quiso implementar el aumento gatillo de 27 soles. No solo eso. Ya pasaron dos años desde el último aumento del salario mínimo y debería haber propuestas para su reajuste. Pero nada.
Finalmente, tampoco el Plan Estímulo contempla medida alguna de aumento de sueldos y salarios del sector público, lo que tendría un impacto en el aumento de la demanda interna. Lo máximo que hace el MEF es aumentar las gratis de julio y diciembre en 200 soles. Nada más.
Por lo tanto, las fauces del cocodrilo seguirán creciendo. Y lo que es peor, esta vez ya no con boom de crecimiento económico. Así vamos con el modelo neoliberal.
En el 2008, último año del boom de crecimiento económico, la participación de los salarios en el PBI continuó cayendo, como ha sucedido indefectiblemente cada año desde el 2002, cuando representaba el 25% del PBI. Hoy la cifra es de solo el 20.9%. Lo exacto inverso ha sucedido con las ganancias empresariales, pues el excedente de explotación subió de 58.7% del PBI en el 2002 a 63% en el 2008.
Estos datos (que acaban de ser publicados por el INEI) demuestran claramente que la distribución de los beneficios del boom no favorece a los asalariados, que cada vez reciben un pedazo más chico de la torta nacional. Al analizar lo que ha sucedido desde 1991 hasta la fecha, vemos que los trabajadores han perdido 9.2% del PBI (30.1 menos 20.9), lo que equivale a un menor ingreso de los asalariados de S/. 34,375 millones, solo en el 2008 (el PBI del 2008 fue S/. 377,500 millones).
De su lado, el excedente de explotación (que incluye el ingreso de los independientes) ha aumentado su participación en 10.3% del PBI desde el 2001 (63.0 menos 52.7), lo que equivale a un mayor ingreso de S/. 39,000 millones (también, solo en el 2008). Más claro, ni el agua. La boca de cocodrilo ha crecido aún más en el 2008 (ver Se abre más la boca del cocodrilo, 6/04/09 y 12/11/2007, en www.cristaldemira.com).
Cuando se comparan estas cifras, vemos que estamos cada vez más cerca de los países africanos. Un estudio del 2007 de la Comisión Europea dice que si bien la participación de los salarios ha disminuido, estos alcanzaron el 58% del PIB en el 2006, es decir, casi el triple que en el Perú.
Pero sin ir tan lejos, vemos que en Chile, en el 2006, la participación de los salarios que también viene bajando fue el 34.9% del PBI, según su Banco Central. O sea que los asalariados chilenos le llevan a los peruanos una mayor participación de 14% del PBI (34.9 20.9). Caramba.
Otro ángulo: mientras crecía el PBI per cápita del 2002 al 2008 (que se obtiene dividiendo el PBI entre los 28 millones de peruanos), disminuía la participación de los salarios como porcentaje del PBI. Mencionar el aumento del PBI per cápita les encanta a García y a Carranza. Mencionar cómo caen los salarios, para ellos, es propio de aguafiestas.
Estas cifras también demuestran que las quejas de los empleadores con respecto a los sobrecostos laborales son falsas, lo mismo que la supuesta rigidez de la legislación. Nada que ver. Desde que Fujimori cambió las leyes laborales después del 5 de abril de 1992, poco o nada se ha hecho para mejorarla.
Quizá la mejor demostración sea que, si bien ya existe el marco institucional para regular el salario mínimo cada dos años, el boicot de altos funcionarios del gobierno así como de los empresarios a los acuerdos del Consejo Nacional del Trabajo es casi total. Hace un año no se quiso implementar el aumento gatillo de 27 soles. No solo eso. Ya pasaron dos años desde el último aumento del salario mínimo y debería haber propuestas para su reajuste. Pero nada.
Finalmente, tampoco el Plan Estímulo contempla medida alguna de aumento de sueldos y salarios del sector público, lo que tendría un impacto en el aumento de la demanda interna. Lo máximo que hace el MEF es aumentar las gratis de julio y diciembre en 200 soles. Nada más.
Por lo tanto, las fauces del cocodrilo seguirán creciendo. Y lo que es peor, esta vez ya no con boom de crecimiento económico. Así vamos con el modelo neoliberal.
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