PODER DE LA IGLESIA CONFORMADA ATRAVÉS DE PACTOS CON EL NACISMO - Los concordatos de la Iglesia
Ahora que la Conferencia Episcopal Española se manifiesta y dicta pastorales que inciden directamente en la "moral política" en vísperas de las elecciones, solicitando que no se vote a partidos que quieren despenalizar el aborto (y por lo tanto, que las mujeres y sanitarios que lo practican vayan a la cárcel, pues son criminales genocidas);, ni a los que pretenden regular la euanasia (por lo que deben ser condenados los médicos que sedan a los enfermos erminales que lo solicitan, pues la vida en cualquier condición es sagrada y sólo depende de Dios, aunque la Iglesia siempre ha justificado la pena de muerte, y la ha practicado durante siglos);, ni a los que destruyen a la familia tradicional permitiendo el matrimonio homosexual (dicen que la homosexualidad es una enfermedad que debe curarse, y lo mejor es el celibato como los curas);, ni por último, que se enseñe en las escuelas los principios constitucionales encarnados en la asignatura de Educación para la Ciudadanía (libertad, igualdad, democracia y tolerancia son los principios básicos del liberalismo, el cual siempre ha sido condenado por la Iglesia);; por todo ello y ahora que se habla de revisar los acuerdos con la Santa Sede, sería conveniente repasar históricamente los acuerdos o concordatos que la Iglesia ha suscrito con los diferentes estados. Y es curioso comprobar que los tres concordatos realizados en Europa por la Santa Sede se realizaran con tres dictadores: Mussolini, Hitler y Franco. ¿Sabe eso la buena gente católica?
El Papado en virtud de donaciones territoriales de las autoridades civiles, algunas de ellas eran falsificadas, consiguió crear durante la Edad Media y en el centro de Italia los llamados "Estados Pontificios": verdadero desastre político (era un Estado teocrático patriarcal);, social (diferencia brutal entre la nobleza eclesiástica y civil, pueblo llano y esclavos, la Iglesia nunca condenó la esclavitud);, y moral (la corrupción era tan grave y generalizada que se decía que había que tener fe de un carbonero para no perderla todo aquel que visitara Roma);. Oponiéndose el Papado a la unificación italiana, cuando ésta se consiguió en 1870 con Víctor Manuel, el Papa Pío IX se refugió en el Vaticano. Hasta que en 1929 con el dictador fascistas Mussolini se firmaron los Pactos de Letrán donde se crea el Estado de la Ciudad del Vaticano, que garantizaban a la Iglesia el estatus de Iglesia oficial del Estado de Italia, así como un poder sustancial en el sistema educativo italiano, y se le otorgan subvenciones financieras, a cambio el Gobierno tenía el derecho de presentación de obispos o de oponerse por motivos políticos, y sobre todo prohibía al clero tomar parte en la política. Estos pactos fueron revisados en 1984, principalmente para eliminar la religión católica como la oficial del Estado de Italia.
Los obispos católicos de Alemania a través del Partido Central Católico Alemán se habían opuesto a la filosofía y régimen nazi, sin embargo, el cardenal Pacelli (conocido posteriormente como Pío XII); ordenó a los obispos que revisaran su actitud hacia el nacionalsocialismo, y la Conferencia Episcopal Alemana paralizó esa oposición, preparando la firma en 1933 del Concordato (llamado imperial); entre el Tercer Reich de Hitler y el Vaticano, siendo sus artífices el vicecanciller nazi alemán Franz von Papen y el mencionado cardenal Pacelli, quien otorgó a Von Papen la elevada condecoración papal de la Gran Cruz de la Orden del Pío IX. Con motivo de esta firma Adolf Hitler (católico austriaco);, que aún no se encontraba muy consolidado en el poder, proclamó: "Este concordato nos hará beneficiarios de un clima de confianza que nos va a ser muy útil en nuestra lucha sin cuartel contra el judaísmo internacional". Por su parte, el Papa Pío IX dijo a los enviados nazis que se alegraba mucho de que el Gobierno alemán ahora estuviera bajo la dirección de Hitler, un hombre que se oponía inflexiblemente al comunismo. A cambio del reconocimiento jurídico de la Iglesia, sus derechos en la enseñanza y beneficios fiscales, el nombramiento de arzobispos quedaba supeditado a que el gobernador nazi no los vetara por motivos políticos, a que ningún miembro del clero pudiera participar en partido político alguno, y a que la Santa Sede dictara "disposiciones por las que se excluiría a los eclesiásticos y religiosos de la pertenencia a partidos políticos y su actividad en favor de los mismos", es decir, se requería que el Vaticano dejara de apoyar al Partido Central Católico Alemán (el cual fue perseguido y exterminado);. De esta manera la Iglesia católica fue la primera institución internacional que aprobaba el "Estado totalitario" de partido único de Hitler.
Con Franco se firmó el Concordato de 1953, en él se declara que la religión católica es la única de la nación española y el Estado español reconoce a la Iglesia católica el carácter de sociedad perfecta. El Estado español garantiza la enseñanza de la religión católica como materia ordinaria y obligatoria en todos los centros docentes, sean estatales o no estatales de cualquier orden o grado. Los clérigos y los religiosos, para ocupar empleos o cargos públicos, necesitarán el "Nihil Obstat" de su ordinario, revocado el mismo no podrán continuar ejerciéndolos. Aquí, como no existía otro partido que el "Movimiento", no se les prohibía hacer política, pues había prelados que eran procuradores en las Cortes franquistas. Franco, que era llevado bajo palio, se reservaba el derecho de presentación de obispos, que ya venía ejerciéndolo desde 1941. Se establece el fuero eclesiástico, en su virtud los prelados no pueden ser emplazados ante un juez laico sin que se haya obtenido previamente la necesaria licencia de la Santa Sede y, en las causas penales contra clérigos o para ser citados como testigos en las causas criminales, deberá pedirse previamente la licencia del ordinario del lugar, el proceso penal tenía que ser secreto ("evitar toda publicidad"); y las penas de privación de libertad serán cumplidas en una casa eclesiástica o religiosa. En conclusión, se creó un Estado teocrático dentro de otro Estado. Al poco de la muerte de Franco en julio de 1976, se suprimió el derecho de presentación y el fuero eclesiástico. Por último, se modificó este Concordato, que no se deroga con los acuerdos de enero de 1979, aunque se "pactaron" antes de nuestra Constitución de diciembre de 1978, cambiándose la fecha, sobre materias económicas y de enseñanza religiosa, que aún sufrimos los constitucionalistas laicos.
Luis Segovia López es magistrado jubilado.
El Papado en virtud de donaciones territoriales de las autoridades civiles, algunas de ellas eran falsificadas, consiguió crear durante la Edad Media y en el centro de Italia los llamados "Estados Pontificios": verdadero desastre político (era un Estado teocrático patriarcal);, social (diferencia brutal entre la nobleza eclesiástica y civil, pueblo llano y esclavos, la Iglesia nunca condenó la esclavitud);, y moral (la corrupción era tan grave y generalizada que se decía que había que tener fe de un carbonero para no perderla todo aquel que visitara Roma);. Oponiéndose el Papado a la unificación italiana, cuando ésta se consiguió en 1870 con Víctor Manuel, el Papa Pío IX se refugió en el Vaticano. Hasta que en 1929 con el dictador fascistas Mussolini se firmaron los Pactos de Letrán donde se crea el Estado de la Ciudad del Vaticano, que garantizaban a la Iglesia el estatus de Iglesia oficial del Estado de Italia, así como un poder sustancial en el sistema educativo italiano, y se le otorgan subvenciones financieras, a cambio el Gobierno tenía el derecho de presentación de obispos o de oponerse por motivos políticos, y sobre todo prohibía al clero tomar parte en la política. Estos pactos fueron revisados en 1984, principalmente para eliminar la religión católica como la oficial del Estado de Italia.
Los obispos católicos de Alemania a través del Partido Central Católico Alemán se habían opuesto a la filosofía y régimen nazi, sin embargo, el cardenal Pacelli (conocido posteriormente como Pío XII); ordenó a los obispos que revisaran su actitud hacia el nacionalsocialismo, y la Conferencia Episcopal Alemana paralizó esa oposición, preparando la firma en 1933 del Concordato (llamado imperial); entre el Tercer Reich de Hitler y el Vaticano, siendo sus artífices el vicecanciller nazi alemán Franz von Papen y el mencionado cardenal Pacelli, quien otorgó a Von Papen la elevada condecoración papal de la Gran Cruz de la Orden del Pío IX. Con motivo de esta firma Adolf Hitler (católico austriaco);, que aún no se encontraba muy consolidado en el poder, proclamó: "Este concordato nos hará beneficiarios de un clima de confianza que nos va a ser muy útil en nuestra lucha sin cuartel contra el judaísmo internacional". Por su parte, el Papa Pío IX dijo a los enviados nazis que se alegraba mucho de que el Gobierno alemán ahora estuviera bajo la dirección de Hitler, un hombre que se oponía inflexiblemente al comunismo. A cambio del reconocimiento jurídico de la Iglesia, sus derechos en la enseñanza y beneficios fiscales, el nombramiento de arzobispos quedaba supeditado a que el gobernador nazi no los vetara por motivos políticos, a que ningún miembro del clero pudiera participar en partido político alguno, y a que la Santa Sede dictara "disposiciones por las que se excluiría a los eclesiásticos y religiosos de la pertenencia a partidos políticos y su actividad en favor de los mismos", es decir, se requería que el Vaticano dejara de apoyar al Partido Central Católico Alemán (el cual fue perseguido y exterminado);. De esta manera la Iglesia católica fue la primera institución internacional que aprobaba el "Estado totalitario" de partido único de Hitler.
Con Franco se firmó el Concordato de 1953, en él se declara que la religión católica es la única de la nación española y el Estado español reconoce a la Iglesia católica el carácter de sociedad perfecta. El Estado español garantiza la enseñanza de la religión católica como materia ordinaria y obligatoria en todos los centros docentes, sean estatales o no estatales de cualquier orden o grado. Los clérigos y los religiosos, para ocupar empleos o cargos públicos, necesitarán el "Nihil Obstat" de su ordinario, revocado el mismo no podrán continuar ejerciéndolos. Aquí, como no existía otro partido que el "Movimiento", no se les prohibía hacer política, pues había prelados que eran procuradores en las Cortes franquistas. Franco, que era llevado bajo palio, se reservaba el derecho de presentación de obispos, que ya venía ejerciéndolo desde 1941. Se establece el fuero eclesiástico, en su virtud los prelados no pueden ser emplazados ante un juez laico sin que se haya obtenido previamente la necesaria licencia de la Santa Sede y, en las causas penales contra clérigos o para ser citados como testigos en las causas criminales, deberá pedirse previamente la licencia del ordinario del lugar, el proceso penal tenía que ser secreto ("evitar toda publicidad"); y las penas de privación de libertad serán cumplidas en una casa eclesiástica o religiosa. En conclusión, se creó un Estado teocrático dentro de otro Estado. Al poco de la muerte de Franco en julio de 1976, se suprimió el derecho de presentación y el fuero eclesiástico. Por último, se modificó este Concordato, que no se deroga con los acuerdos de enero de 1979, aunque se "pactaron" antes de nuestra Constitución de diciembre de 1978, cambiándose la fecha, sobre materias económicas y de enseñanza religiosa, que aún sufrimos los constitucionalistas laicos.
Luis Segovia López es magistrado jubilado.
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