La era de la informática y los movimientos indígenas: un grito silencioso
Cuando uno piensa sobre las comunidades indígenas de los países latinoamericanos normalmente se imagina lugares escondidos entre las montañas y los ríos, protegidos por la madre naturaleza y sólo al alcance de los pocos aventureros que se arriesgan a caminar por las selvas, los desiertos y los bosques. Desafortunadamente, esta imagen no forma parte de la realidad hoy en día. Muchas comunidades indígenas, se encuentran en una intersección peligrosa entre un pasado solitario y un futuro integrado al mundo moderno debido a los constantes intentos de modenullrnización impuestos por sus gobiernos. Desgraciadamente, el resultado es la pérdida de las tradiciones, la cultura, y la voz indígena.
El propósito de este artículo es informar al público sobre la forzada evolución de la cultura en las comunidades indígenas de Latinoamérica. Primero presentaremos cómo estos cambios han sido introducidos por el gobierno, y después demostraremos como estas comunidades indígenas se están movilizando a través de la tecnología utilizando la red mundial como una voz silenciosa que les facilita la comunicación con el mundo para explicarle los problemas que están enfrentado.
La niñez de Mariano
Cada verano cuando regreso a San Cristóbal, me espera un nuevo sol y un cielo azul tan extenso como las culturas que se encuentran entre los valles del estado de Chiapas, México. Así como he ido creciendo, he visto como las cosas han ido cambiando por su propia naturaleza. De escuincle, me pasaba los días en el campo, caminando por los bosques pinosos y por el suelo disfrazado de milpa, en el cual, si bien me enfocaba, también veía a mis amigos, vestidos de rojo Maya, platicando con la tierra. Pero los veranos han pasado y sus risas han quedado mutiladas por traficantes de ilusiones. El sudor de frijoles y tortilla ha desaparecido y sólo queda el rostro de un indígena desplazado en la sociedad moderna.
Chento tiene aproximadamente 24 años. A los diez años él no podía jugar durante el día a causa del trabajo que la tierra le exigía a él y a su familia. En su casa cosechaban maíz, calabaza, frijol, nopal, tunas, duraznos, manzanas, ciruelas, peras, capulines y criaban gallinas, gallos, cerdos y cabritas. Algunos días atravesaban tres montañas para llegar a otra tierra suya escondida entre los montes. Un verano encontré que la vida de Chento había cambiado. Su familia, ahora ya más de seis, trabajaba la tierra de otro a la vez que la suya: lo que sacaban de sus tierras ya no era suficiente para poder comer todos los días, necesitaban dinero para pagar impuestos y otras necesidades. Así siguieron por varios años hasta que hubo otro cambio. En ese tiempo, Chento ya no trabajaba la tierra, ahora trabajaba con horario como nosotros. Sus horas ya no estaban regidas por la naturaleza, sino por el reloj. Vestido de jeans y camiseta, vendía tortillas hechas a máquina a los ciudadanos de San Cristóbal. Hoy Chento sigue en lo mismo, reparte tortillas a domicilio en motocicleta y atiende un centro de video juegos que estableció el municipio en la colonia dónde vive. Su mamá ya no hace tortillas a mano con el maíz de su jardín y su familia ya no viaja por las montañas para conseguir leña, su casa es de cemento y no de adobe o madera y su vestir se parece más a un niño pobre de la ciudad que a un indígena del campo. Las tierras que tenía su familia en la colonia ya no existen. En su lugar están construyendo avisperos, conjuntos de casas idénticas y de baja calidad construidas por el gobierno con la finalidad de brindar un hogar a la gente pobre de la ciudad. Y así, a Chento y a su familia sólo les queda lo poco que se encuentra entre las paredes de su jardín.
La experiencia de Chento es una muestra de lo que ha ocurrido con muchos indígenas en Latinoamérica. Desde hace años los indígenas han sido marginados socialmente por el gobierno. Les han quitado sus tierras para construir grandes proyectos de inversionistas extranjeros; sus cosechas compradas por una miseria y sus familias separadas por el trabajo moderno, al cual deben integrarse para poder obtener el dinero que les ayuda a sobrevivir. En este proceso los indígenas como Chento van perdiendo poco a poco su cultura para integrarse a la de un mundo moderno.
Los movimientos indígenas y la informática
Como respuesta a esta situación, en varios países latinoamericanos han surgido fuerzas unidas dedicadas a luchar por el derecho de los indígenas a defender sus tierras y su forma de vida. Uno de los grupos más reconocidos es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de Chiapas, México creado para combatir el abuso contra las comunidades indígenas de México. El EZLN no es el único grupo que se ha dado cuenta del problema que sufren los indígenas. También en Ecuador, el grupo CONAIE (Confederación Nacional de Indígenas Ecuatorianos) representa a todos los grupos indígenas del Ecuador y lucha contra el abuso de su gobierno. En esta lucha los indígenas han utilizado diferentes medios para poder hacer escuchar sus voces. En particular, han adoptado el Internet para pegar un grito silencioso, un grito que se escucha mundialmente, uno que demanda una respuesta. Hoy en día existen más de cien páginas de Internet dedicadas a las culturas indígenas. Estos sitios en la red están diseñados y mantenidos principalmente por alumnos universitarios, profesionales y organizaciones interesadas en la causa indígena y que han tomado el reto de ayudar a estas comunidades. En estas páginas se puede encontrar información sobre estos grupos tal como sus orígenes, sus costumbres, sus problemas y sus demandas. También existen foros en dónde se puede opinar acerca de la situación actual o de algún hecho que surja en las comunidades. Incluso algunas páginas de la red como www.quechuanetwork.org ofrecen clases de Quéchua, lengua oficial indígena de la región del Tawantinsuyo (la región de Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia y Argentina ocupada por los indígenas antes de la llegada de los españoles a América del Sur).
De esta manera, muchos pueblos indígenas, privados de sus tierras, van ganando poco a poco páginas y sitios en la red, colonizando un espacio creado por los mismos que los marginan. El resultado de la comunicación vía Internet ha sido justo lo que los indígenas buscaban. Sus colonizadores les dieron un medio por el cual pueden comunicar al resto del mundo los problemas y los acosos que vienen experimentando hace siglos. Ahora hay ojos invisibles vigilando a estos gobiernos, asegurándose que la voz y las tradiciones indígenas sean respetadas. Con gritos silenciosos, ojos invisibles y oídos abiertos, quizás se logre dar voz a las demandas de estos grupos porque hay mucha gente como Chento que a pesar de pertenecer a una minoría no dejan de ser humanos.http://www.research.umbc.edu/~aschwart/Cultura.htm
0 comentarios