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AUTOSCOPIA

KAYESH

KAYESH

Son muchas palabras con las que podría comenzar… ¡Gracias! es la primera de ellas… Las montañas, los Apus, son tan grandes como tu mente los imagina. La magia existe en estos colosos de los andes: entre sus valles, ríos, rocas y demás hay un sinfín de posibilidades de las cuales soy parte. El universo, los Apus y yo estamos conectados a la hora de hacer posible los propósitos de la vida, hay mensajes y lecciones que los montañistas nos brindamos mutuamente dentro de la creación…

Dentro de estas aventuras hay muchas anécdotas acerca del valor, valor que se fragmenta en amistad, lealtad, honor, fuerza, solidaridad con los compañeros e infinito bienestar. En la montaña, las actitudes superficiales y materialistas ya no son trascendentes, no hay máscaras ni temores, hay que hacer lo que hay que hacer y poner en práctica la meditación acerca de la vida y la muerte, respirar tranquilo y seguir viviendo, no importa si tienes frío o hambre, no hay nada que hacer mas que seguir cumpliendo con el espacio entre el piso y tú.

Así como puede ser infinita la redacción de una historia, sin saber donde comenzó está, comenzaré donde físicamente sucedió todo.

JULIO DEL 2003 – PRIMER INTENTO

Sin mucha experiencia en paredes y menos en las de la Cordillera Blanca, ya que era la primera vez que visitaba Huaraz, mi compañero de cordada -Ignacio Espinosa también Ecuatoriano- me habló de ir a Cayesh, montaña en la cual el ya había estado el año anterior. La idea se desarrollo de tal forma que salimos un 15 de julio del 2003, con dos mexicanos: Hugo y Luis, desde Huaraz con movilidad hasta la portada de Quilcayhuanca. Luego, con burros y arrieros hasta el campo base. Una vez en el campo morrena, Hugo enfermó y continuamos la jornada sólo tres. El tercer día fijamos 120m de cuerda y regresamos al campo morrena para descansar, hidratarnos y comer. Cuando sonó la alarma a las 2am para el ataque a la cumbre curiosamente nadie salió de la carpa y en silencio dejamos que pasen los minutos hasta que uno de nosotros exclamó: ¡estamos tarde!... Decidimos entonces salir en la siguiente madrugada.

El cuarto día salimos a las 2am y en nuestra trayectoria por el glaciar hasta la pared, nos dimos cuenta que un serác había causado durante la noche anterior una avalancha justo por donde teníamos que subir. Escalamos con todo nuestro empeño más de la mitad de la vía hasta llegar a la derecha de un gran mixto, ya era muy tarde y no llevábamos vivac porque queríamos hacer la pared en un solo día. En este sitio, a 150 metros de la cumbre, decidimos retornar haciendo 8 rapeles de 60 metros y después caminamos al campo morrena. Llegamos a las 6 de la mañana del quinto día: fueron 28 horas de esfuerzo desmedido y tensión extrema. Lo habíamos disfrutado pero en el fondo sabíamos que deseábamos regresar y hacer cumbre.

PRINCIPIOS DE AGOSTO DEL 2006 – SEGUNDO INTENTO

Temporadas después de haber escalado en los Andes ecuatorianos, peruanos y bolivianos, tras la lenta recuperación de un hombro lesionado, casi cuando ya había terminado la temporada en Huaraz, rompiendo con todos mis esquemas de recuperación salí de Quito con dirección a Huaraz en un viaje de tres días por vía terrestre cargando todo mi material para disfrutar de la Cordillera Blanca. Llegué y, como siempre, me dirigí hacia el único referente que tenía y nunca me había fallado, la familia de Julia Vallve, para luego ver que montaña iba a subir primero. En ese tiempo de indecisión y mal clima en la cordillera, pude quedar con Hugo, el mexicano que me acompañó hace 3 años, para hacer un nuevo intento al Cayesh. Esta vez, debido a una tormenta eléctrica, nos bajamos faltando el último tramo.

La satisfacción de haber estado tan arriba fue grande pero yo quería regresar por esos últimos metros a la cumbre. Tenía algunas opciones de cordada para regresar al colmillo, pero entre estas tenía que ser la mejor: conocí a Miguel Maza, aspirante a guía UIAGM de Huaraz, quien ya tenía en mente el ascenso a este pico.

MEDIADOS DE AGOSTO DEL 2006 – INTENTO FINAL

Vimos un día de buen clima y decidimos salir al siguiente, esta vez mi corazón me decía que era perfecto ya que hasta los rapeles que dejamos con Hugo en el intento anterior estaban listos para que hagamos cumbre. Una vez más se cumplió con el itinerario del Cayesh, la diferencia era que en vez de 6 días lo íbamos a hacer en 3, tanto por el mal clima como por la estrategia a utilizar: ‘alto, rápido y ligero’. Ya no teníamos arrieros, ni burros ni movilidad para el regreso. Las jornadas iban a ser duras, pero después de la escalada no nos importaba nada más. Llegamos al campo morrena el primer día, con un poco de nevada. A las 2:30 am del segundo día salimos del campo morrena atravesando el glaciar. Comenzamos la pared a las 5. Hicimos 2 largos y medio de cruce de rimaya y mixto, luego 4 largos de roca de grado 6a y siempre evitando los mixtos. Un largo atrás dejamos una mochila con agua y algo de peso. Íbamos con una sola mochila, la cual la llevaba Miguel junto a las botas y los crampones de los dos, agua y un par de piolets. Yo punteaba la ruta y no tenía peso extra. Continuamos por 2 largos de mixto y finalmente llegamos donde me quedé la última vez: un diedro de roca de dificultad 6a, que con la tormenta y los rayos fue imposible subir la última vez. Ahora estaba frente a nosotros rogando que lo escalásemos: 2 largos de roca y llegamos a la arista de la cumbre. En medio de unas estalactitas de hielo se hizo realidad el sueño de estar en la punta del gran colmillo. ¡Gracias Cayesh! Nos dimos la mano, tomamos unas cuantas fotos y descendimos rápidamente pues nos esperaban 10 rapeles de 60 metros y ya eran las 5 de la tarde.

En los rapeles se nos trabó la cuerda 2 veces, pero con júbilo resolvimos los problemas y llegamos a la una de la madrugada al campo morrena con mucha hambre y sed. Al mediodía, bajamos hasta la portada y vivaqueamos cuando nos encontró la noche. A la siguiente mañana, llegamos en 3 horas hasta Llupa, esperamos como una hora hasta que una camioneta que traía leña nos llevó a Huaraz.

EPÍLOGO

La gravedad seguirá jalando hacia el vacío y mi voluntad seguirá escalando y ascender hasta la cumbre. La cumbre no siempre es la punta de un Apu, la cumbre es el lugar donde decidiste ir, donde la lección es más importante que la exaltación de una cumbre. Se dice que no hay escaladores buenos sino escaladores viejos… ¡Paya Cayesh!

Andrés Herrera (Quito, Ecuador)
Aspirante a Guía UIAGM
Sieteapus@yahoo.com
Auspiciado por www.monodedo.com y www.Tvntas.com - Ecuador

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