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Literatura

A propósito de infiernos y días sagrados - Arthur Rimbaud: el ángel rebelde

A propósito de infiernos y días sagrados - Arthur Rimbaud: el ángel rebelde


A veces místico, a veces réprobo. Innovador por donde se le mire. Rimbaud ha sido considerado un poeta genial no sólo en su época, ya que se ha mantenido vigente hasta ahora, por romper con todas las formas y valores imperantes, intocables en ese tiempo y, sin embargo, profanados con el objetivo de mostrar con franqueza el mundo interior del ser humano: sus miedos, sus tristezas, sus más recónditos deseos. Un ser humano, en sí.

En esta sección, les presentamos una selección de poemas de uno de sus libros más representativos: "Una Temporada en el Infierno", una visión experimental de la poesía que levantó vuelo en las últimas décadas del siglo XIX.

El Infierno acaba de ser abierto, ingrese sin temor a él...

Una Temporada en el Infierno

«Antes, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se

abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían.

Una noche, me senté a la Belleza en las rodillas. - Y la

hallé amarga. - Y la insulté.

Me armé contra la justicia.

Me escapé. ¡Oh bujas, oh miseria, oh odio! ¡A vosotros se

confió mi tesoro!

Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza

humana. Contra toda alegría, para estrangularla, di el salto sin

ruido del animal feroz.

Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las

culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la

arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo.

Me sequé al aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la

locura.

Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota.

Habiendo estado hace muy poco a punto de soltar el último

¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del festín antiguo, donde

había tal vez de recobrar el apetito.

La caridad es la clave. - ¡Esta inspiración demuestra que

soñé!

«Seguirás siendo hiena, etc.», exclama el demonio que me

coronó de tan amables adormideras. «Gana la muerte con todos

tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales.»

¡Ah! Ya aguanté demasiado - Pero, querido Satán, te lo

suplico, ¡menos irritación en la pupila! Y mientras llegan las

pequeñas cobardías rezagadas, tú que aprecias en el escritor la

carencia de facultades descriptivas o instructivas, te arranco

unos cuantos asquerosos pliegos de mi cuaderno de condenado.

¡Si tuviese yo antecedentes en un punto cualquiera de la historia

de Francia!

Pero no, nada.

Me es evidentísimo que siempre he sido de raza inferior.

No logro comprender la rebeldía. Mi raza nunca se levantó

más que para el pillaje: así los lobos con el animal que no mataron

ellos.

Recuerdo la historia de la Francia hija primogénita de la

Iglesia. Habría hecho, villano, el viaje a tierra santa; tengo en

la cabeza caminos por las llanuras suabas, vistas de Bizancio,

murallas de Solima; el culto de María, el enternecimiento por

el crucificado, se despiertan en mí entre mil hechicerías profa30

nas. - Estoy sentado, leproso, en los cacharros rotos y las ortigas,

al pie de un muro roído por el sol.- Más tarde, reitre,

habría vivaqueado bajo las noches de Alemania.

¡Ah! Algo más: bailo el aquelarre en un rojo calvero, con

viejas y con niños.

No recuerdo más lejos que esta tierra y el cristianismo.

Nunca me terminaría de ver en ese pasado. Pero siempre solo,

sin familia; incluso ¿qué lengua hablaba? No me veo jamás en

los consejos de Cristo; ni en los consejos de los señores, -

representantes de Cristo.

¡Oh la ciencia! Lo hemos recuperado todo. Para el cuerpo y

para el alma, - el viático, - tenemos la medicina y la filosofía,

- los remedios caseros y las canciones populares arregladas.

¡Y las diversiones de los príncipes, y los juegos que éstos

prohibían! ¡Geografía, Cosmografía, Mecánica, Química!...

¡La Ciencia, la nueva nobleza! El progreso. ¡El mundo

avanza! ¿Por qué no va a dar vueltas?

Es la visión de los números. Vamos hacia el Espíritu. Es

segurísimo, es oráculo, esto que os digo. Comprendo y, como

no sé explicarme sin palabras paganas, querría callarme.

¡Vuelve la sangre pagana! El Espíritu está cerca: ¿por qué no

me ayuda Cristo, dando a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay! ¡El

Evangelio pasó! ¡El Evangelio!

Estoy esperando a Dios con glotonería. Soy de raza inferior

desde la eternidad.

Heme en la playa armoricana. Que las ciudades se enciendan

al atardecer. Mi jornada está hecha; dejo Europa. El aire

del mar me quemará los pulmones, los climas perdidos me

curtirán. Nadar, desmenuzar la hierba, cazar, sobre todo fumar;

beber licores fuertes como metal hirviendo, - como hacían

los queridos antepasados alrededor de las fogatas.

Volveré, con miembros de hierro, con la piel oscura, los

ojos enfurecidos: por mi máscara, me juzgarán de una raza

fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Las mujeres cuidan de

estos feroces enfermos cuando regresan de los países cálidos.

Me veré mezclado en asuntos políticos. Salvado.

Ahora estoy maldito, tengo horror a la patria. Lo mejor es

un sueño muy borracho, en la playa.

Ya desde muy niño admiraba al forzado irreductible tras el

cual se cierran siempre las puertas de la prisión; visitaba los

albergues y los alojamientos que el podía haber consagrado

con su estancia; veía con su idea el cielo azul y el trabajo florido

del campo, olfateaba su fatalidad en las ciudades. Tenía

más fuerza que un santo, más sentido común que un viajero -

y él ¡él solo! era testigo de su gloria y de su razón.

Por los caminos, en noches de invierno, sin cobijo, sin ropa,

sin pan, una voz me atenazaba el corazón helado: «Debilidad o

fuerza; hete aquí: es la fuerza. No sabes ni adónde ni por qué

vas; entra en todas partes, contesta a todo. No te matarán más

que si fueras cadáver». Por la mañana, tenía la mirada tan perdida

y la compostura tan muerta, que quienes me encontré

quizá no me vieran.

En las ciudades el fango se me aparecía súbitamente rojo y

negro, como un espejo cuando la lámpara deambula por la

habitación contigua, ¡como un tesoro en el bosque! Buena

suerte, gritaba yo, y veía un mar de llamas y de humo en el

cielo; y, a izquierda, a derecha, todas las riquezas, llameando

como millo nes de truenos.

Pero la orgía y la camaradería de las mujeres me estaban

prohibidas. Ni siquiera un compañero. Me veía ante una multitud

exasperada, delante del pelotón de ejecución, llorando la

desgracia de que no hubieran podido comprender, y perdonando.

- ¡Igual que Juana de Arco! - «Sacerdotes, profesores,

maestros, os equivocáis al entregarme a la justicia. Yo

nunca formé parte de este pueblo, yo nunca fui cristiano; soy

de la raza que cantaba en el suplicio; no comprendo las leyes;

no tengo sentido moral, soy un bruto, os equivocáis...»

Sí, tengo los ojos cerrados a vuestra luz. Soy una alimaña,

un negro. Pero puedo salvarme. Vosotros sois falsos negros,

vosotros maniáticos, feroces, avaros. Mercader, tú eres negro;

general, tú eres negro; emperador, vieja comezón, tú eres negro:

has bebido un licor libre de impuestos, de la fábrica de

Satán. - Este pueblo está inspirado por la fiebre y el cáncer.

Los tullidos y los viejos son tan respetables, que solicitan ser

hervidos. - Lo más astuto es abandonar este continente donde

la locura anda al acecho, para proveer de rehenes a estos miserables.

Entre en el verdadero reino de los hijos de Cam.

¿Sigo conociendo la naturaleza? ¿Me conozco? - No más

palabras. Amortajo a los muertos en mi vientre. Gritos, tambor,

danza, danza, danza, ¡danza! Ni siquiera veo la hora en

que, al desembarcar los blancos, caeré en la nada.

Hambre, sed, gritos, danza, danza, danza, ¡danza!

¡Basta! Llega el castigo. - ¡Adelante!

¡Ah! ¡Los pulmones arden, las sienes braman! ¡La noche

me da vueltas en los ojos, con ese sol! El corazón... Los

miembros...

¿A dónde vamos? ¿Al combate? ¡Soy débil! Los demás

avanzan. Los aperos, las armas... ¡el tiempo!...

¡Fuego! ¡Fuego contra mí! ¡Aquí! O me rindo. - ¡Cobardes!

- ¡Me mato! ¡Me arrojo a los cascos de los caballos!

¡Ah!...

- Ya me acostumbraré.

¡Sería la vida francesa, el sendero del honor!

Noche del Infierno

Me ha tragado una buena buchada de veneno. - ¡Bendito sea

tres veces el consejo que me llegó! - Las entrañas me arden.

La violencia del veneno me retuerce los nervios, me hace deforme,

me arroja al suelo. Me muero de sed, me ahogo, no

puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna! ¡Ved cómo se reavivan

las llamas! ¡Ardo como es debido! ¡Venga, demonio!

Había entrevisto la conversión al bien y a la felicidad, la

salvación. Podía describir la visión, ¡pero el aire del infierno

no soporta los himnos! Eran millones de criaturas encantadoras,

un suave concierto espiritual, la fuerza y la paz, las nobles

acciones, ¿qué sé yo?

¡Las nobles ambiciones!

¡Y sigue siendo vida! - ¡Si la condenación es eterna! Todo

hombre que desee mutilarse está ya condenado, ¿verdad? Me

creo en el infierno, luego estoy en el infierno. Es el cumplimiento

del catecismo. Soy esclavo de mi bautizo. Padres,

habéis hecho mi desgracia y la vuestra. ¡Pobre inocente! - El

infierno no puede atacar a los paganos. - ¡Sigue siendo vida!

Más tarde, las delicias de la condenación serán más profundas.

Un crimen, de prisa, para caer en la nada, por la ley de los

hombres.

¡Calla, calla de una vez!... Éste es lugar de vergüenza, de

reproche: Satán diciendo que el fuego es innoble, que mi cólera

es espantosamente tonta. - ¡Basta!... Errores que alguien

me sopla, magia, perfumes falsos, músicas pueriles. - Y decir

que poseo la verdad, que veo la justicia: tengo un discernimiento

sano y firme, estoy listo para la perfección... Orgullo.

- Se me reseca la piel de la cabeza. ¡Piedad! Señor, tengo

miedo. Tengo sed, ¡tanta sed! ¡Ah! La niñez, la hierba, la lluvia,

el lago sobre las piedras, el claro de luna cuando el campanario

daba las doce... El diablo está en el campanario, a tal

hora. ¡María! ¡Virgen Santa!... - Horror de mi estupidez.

¿No son aquéllas almas buenas que me desean el bien?...

Venid. Tengo una almohada tapándome la boca, no me oyen,

son fantasmas. Por otra parte, nadie piensa nunca en los demás.

Que nadie se acerque. Huelo a chamusquina, eso es seguro.

Las alucinaciones son innumerables. Es eso lo que siempre

he tenido: no ya fe en la historia, el olvido de los principios.

Me lo callaré: poetas y visionarios se pondrían celosos. Soy

mil veces el más rico, seamos avaros como el mar.

¡Qué cosas! El reloj de la vida se acaba de parar. Ya no estoy

en el mundo. - La tecnología es seria, el infierno está

ciertamente abajo - y el cielo arriba. - Éxtasis, pesadilla,

dormir en un nido de llamas.

Cuánta maldad de observación hay en el campo... Satán,

Ferdinando, corre con las semillas silvestres... Jesús anda sobre

las zarzas de purpurina, sin inclinarlas... Jesús andaba sobre

las aguas. La linterna nos los mostró de pie, blanco y con

trenzas oscuras, flanqueado por una ola esmeralda...

Voy a desvelar todos los misterios: misterios religiosos o

naturales, muerte, nacimiento, porvenir, pasado, cosmogonía,

nada. Soy maestro en fantasmagorías.

¡Escuchad!...

¡Tengo todos los talentos! - No hay nadie aquí, y hay alguien:

no querría divulgar mi tesoro. ¿Alguien desea cánticos

negros, danzas de huríes? ¿Alguien desea que desaparezca,

que me zambulla en busca del anillo? ¿Alguien lo desea?

Haré, con el oro, remedios.

Confiad, pues, en mí: la fe conforta, guía, cura. Venid todos,

-hasta los niños, -que yo os consuele, que os divulguemos

su corazón, - ¡el corazón maravilloso! ¡Pobres hombres,

trabajadores! No pido oraciones; con vuestra confianza

solamente me contentaré.

- Y pensemos en mí. Todo esto me hace añorar poco el

mundo. Tengo la suerte de no sufrir más. Mi vida no fue más

que locuras suaves, qué lamentable.

¡Bah! Hagamos todas las muecas concebibles.

Decididamente, estamos fuera del mundo. Ningún sonido

ya. Me ha desaparecido el tacto. ¡Ah! Mi castillo, mi Sajonia,

mi bosque de sauces. Las tardes, las mañanas, las noches, los

días... ¡Qué cansado estoy!

Debería tener mi infierno por la cólera, mi infierno por el

orgullo, - y el infierno de la caricia; un concierto de infiernos.

Me muero de cansancio. Es la tumba, voy hacia los gusa37

nos, ¡horror de los horrores! Satán, farsante, quieres disolverme

en tus encantos. ¡Exijo! ¡Exijo un golpe con la horquilla,

una gota de fuego!

¡Ah! ¡Ascender de nuevo a la vida! Poner los ojos en nuestras

deformidades. Y este veneno, ¡este beso mil veces maldito!

¡Mi debilidad, lo cruel de este mundo! ¡Dios mío, piedad,

escondedme, me comporto demasiado mal! - Estoy escondido

y no lo estoy.

Es el fuego quien se reanima con su condenado.

Mañana

¿No tuve una vez una juventud amable, heroica, fabulosa,

digna de escribirse en hojas de oro? - ¡Demasiada suerte!

¿Por qué crimen, por qué error, he merecido mi debilidad actual?

Vosotros, quienes pretendéis que los animales sollocen

de pena, que los enfermos se desesperen, que los cadáveres

tengan malos sueños, tratad de contar mi caída y mi dormir.

Yo ya no logro explicarme mejor que el mendigo con sus Pater

y Ave Maria. ¡Ya no sé hablar!

Sin embargo, hoy, creo haber terminado la crónica de mi

infierno. Era, en efecto, el infierno; el antiguo, aquel cuyas

puertas abrió el hijo del hombre.

Desde el mismo desierto, en la misma noche, siempre se

despiertan mis ojos cansados bajo la estrella de plata, siempre,

sin que se conmuevan los Reyes de la vida, los tres magos, el

corazón, el alma, el espíritu. ¡ Cuándo iremos más allá de las

playas y de los montes, a saludar el nacimiento del trabajo

nuevo, la sabiduría nueva, la huida de los tiranos y de los demonios,

el fin de la superstición, a adorar -¡antes que nadie!-

la Natividad en la tierra!

¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Esclavos:

no maldigamos la vida.

Adiós

¡Otoño ya! - Pero ¿por qué añorar un eterno sol, estando

comprometidos en el descubrimiento de la claridad divina, -

lejos de las gentes que mueren con las estaciones?

Otoño. Nuestra barca alzada en las brumas inmóviles gira

hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme con el cielo

manchado de fuego y de lodo. ¡Ah! ¡Los harapos podridos, el

pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me

crucificaron! ¡Nunca, pues, se acabará esta vampira reina de

millones de almas y de cuerpos muertos y que han de ser juzgados!

Me veo de nuevo con la piel roída por el fango y la

peste, llenos de gusanos el pelo y las axilas y con gusanos todavía

más gruesos en el corazón, tumbado entre los desconocidos

sin edad, sin sentimientos... Habría podido morir allí...

¡Horrorosa evocación! Abomino de la miseria.

¡Y me asusta el invierno, porque es la estación de la

comodidad!

- A veces veo, en el cielo, playas sin fin, cubiertas de

blancas naciones alegres. Un gran bajel de oro, por encima de

mí, agita sus banderolas multicolores a las brisas de la mañana.

He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas.

He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas

carnes, nuevas lenguas. He creído adquirir poderes sobre52

naturales. Pues bien, ¡tengo que enterrar mi imaginación y mis

recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y narrador, echada a

perder!

¡Yo! ¡Yo, que me dije mago o ángel, dispensado de toda

moral, he sido devuelto al suelo, con un deber por encontrar y

con la rugosa realidad por abrazar. ¡Campesino!

¿Me equivoco? ¿Será la caridad hermana de la muerte,

para mí?

En fin, pediré perdón por haberme alimentado de mentira.

Y adelante.

Pero ¡ni una sola mano amiga! Y ¿dónde hallar socorro?

_________________

Sí, la hora nueva es por lo menos muy severa.

Porque puedo decir que la victoria me ha sido otorgada: el

crujir de dientes, el chisporroteo del fuego, los suspiros apestados, van moderándose. Todos los recuerdos inmundos se borran.

Mis últimas añoranzas levanta el vuelo, - celos de los

mendigos, de los bribones, de los amigos de la muerte, de los

rezagados de toda índole. - Condenados, ¡si yo me vengara!

Hay que ser absolutamente moderno.

Sin cánticos: mantener el terreno ganado. ¡Dura noche! La

sangre seca me humea en el rostro, y dentro de mí no tengo

sino ese horrible arbolillo... El combate espiritual es tan brutal

como la batalla de los hombres; pero la contemplación de la

justicia es poder exclusivo de Dios.

Es, no obstante, la víspera. Acojamos todos los influjos de

vigor y de ternura auténtica. Y cuando llegue la aurora, armados

de una ardiente paciencia, entremos en las espléndidas

ciudades.

¡Qué decía de mano amiga! Una buena ventaja es que

puedo reírme de los viejos amores engañosos, y cubrir de bochorno

a las parejas embusteras, - he visto, allá abajo, el infierno

de las mujeres; - y me será lícito poseer la verdad en

un alma y un cuerpo.

Abril-agosto, 1873.

Fragmentos de "Una Temporada en el Infierno"

Arthur Rimbaud

HACIA UN PAÍS SIN LIBRERÍAS

HACIA UN PAÍS SIN LIBRERÍAS

POR GABRIEL ZAID

Presas de un círculo vicioso que se retroalimenta, producto de malas decisiones gubernamentales, y muestra del fracaso de nuestro sistema de educación, las librerías en México se encaminan a desaparecer. Gabriel Zaid hace la autopsia de esta industria nacional.
El número de librerías que hay en México no corresponde al tamaño del país, ni a su escolaridad. Desde 1940, la población se ha quintuplicado: de 20 a 102 millones. El número de estudiantes se ha multiplicado 16 veces: de 2 a 32 millones (ha subido de un décimo a un tercio de la población total), según las Estadísticas históricas del INEGI y los informes presidenciales. La población universitaria (la que terminó cuando menos la preparatoria) ha crecido como 80 veces: de 0.2 a 15 millones (ha subido del uno al quince por ciento de una población cinco veces mayor). Por esto, y por la intensa burocratización del país desde 1940, parece natural que la demanda de papel para escribir (en la escuela y en el trabajo) haya crecido aceleradamente. Esto se refleja en el número de papelerías, como puede verse en la tabla adjunta.
Lo que no parece natural es que las librerías se hayan rezagado, y cada vez más. En 1940, había casi tantas librerías como papelerías (sin contar que muchas papelerías vendían libros). Para 1970, la proporción había bajado de 90 a 22 por ciento. Actualmente, no llega a 4 por ciento. ¿Cómo explicarlo?
1. En primer lugar, porque los universitarios no leen, como lo documentó la encuesta La cultura en México de la Universidad de Colima (1996) y lo confirma la Encuesta nacional de lectura de Conaculta (2006). Dado que el ingreso promedio de la población universitaria es superior al ingreso promedio del resto del país, esto implica que la población más preparada (escolar y económicamente) para comprar libros no es lo que se esperaba. La educación ha costado mucho y educado poco. Esto se refleja en el número de librerías por millón de universitarios: ha descendido a la quinta parte (de 922 a 187), como puede verse en la tabla.
2. Cada vez menos libros de texto pasan por las librerías. Fueron un renglón básico para el negocio (por su volumen y su venta rápida y segura). Pero en 1959 se creó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y los de primaria salieron de las librerías. Actualmente, la Conaliteg distribuye gratuitamente un millón de ejemplares diarios (www.conaliteg.gob.mx): más de los que venden todas las librerías juntas. Gradualmente, las librerías fueron perdiendo también los de secundaria, preparatoria, etc., a medida que los centros de enseñanza entraron al negocio de la venta a sus estudiantes.
3. El negocio de las librerías, descremado de los libros de texto, fue descremado también de los bestsellers. Las cadenas de tiendas empezaron a vender libros, junto con todo lo demás, y con los mismos criterios: maximizar las ventas por metro cuadrado. Esto condujo inevitablemente a excluir los libros de menor rotación: a concentrarse en los bestsellers, sin entrar a la parte más difícil del negocio, que dejaron a las librerías. En esta parte difícil está el atractivo cultural de la diversidad, pero el problema comercial de una demanda menor.
4. Las librerías fueron desplazadas a zonas menos concurridas. La presión de elevar la rentabilidad comercial de cada metro cuadrado condujo a una elevación de las rentas inmobiliarias, y viceversa; más aún cuando el comercio pasó de los centros históricos a los nuevos centros comerciales, creados como negocio inmobiliario.
La parte céntrica de las ciudades incluye un número limitado de locales comerciales, que se benefician (mientras el centro no se deteriora) del tráfico creciente de paseantes y compradores. Esto atrae negocios que no encuentran locales, y sólo pueden entrar pagando traspasos y mayores rentas; lo cual es posible para giros de mayor rentabilidad, que van desplazando a los otros. En los nuevos centros comerciales, esto no sucede como un proceso histórico, sino desde el principio. Sólo pueden entrar los negocios capaces de pagar rentas elevadas. Pocas librerías están en ese caso.
5. La escasez de librerías causa escasez de librerías. Donde no hay playas, ríos, ni albercas, no puede haber costumbre de nadar. Que los lectores vayan a las librerías a ver qué hay, que unas personas vean a otras entrar a una librería, que los hijos vean a sus padres llegar a casa con libros, que los escaparates de las librerías sean parte del paisaje urbano, puede ser normal en la vida cotidiana. Pero la ausencia de todo eso también puede ser normal.
Si no hay oferta, no hay demanda. ¿Dónde estaba la gente que hoy va a tomar café y conversar o leer en Starbucks? Muchas satisfacciones no se producen porque no hay donde satisfacerlas, porque no hay un empresario creador de una oferta que venda lo suficiente por metro cuadrado. Pero las condiciones pueden ser tan difíciles que ningún empresario pueda superarlas. Si no hay suficiente demanda, la oferta es insostenible.
Donde es normal que no haya librerías se vuelve más difícil que las haya. No es fácil sacar los gastos donde no hay (o se van perdiendo) las costumbres de la vida cotidiana que sostienen las librerías.
6. Otro círculo vicioso: los libreros pesan poco frente a las autoridades, lo cual facilita que los ignoren, con lo cual se hunden más. Las librerías son casi todas microempresas (el 93%, según el censo comercial 2004). Históricamente, en la cadena comercial que va del papel a las librerías, el Estado ha favorecido, sobre todo, a los fabricantes de papel (grandes empresas); secundariamente, a los editores (medianas, pequeñas y micro); y nada a las librerías. Las empresas que pesan tienen capacidad de interlocución con el poder, y pueden pagar estudios, abogados y cabilderos para defender sus posiciones; gracias a lo cual obtienen ventajas, crecen y pesan más. Las microempresas no tienen esa capacidad, ni medios para defenderse, por lo cual viven a salto de mata.
Los promotores del tabaco, el alcohol y los casinos se gastan millonadas en congraciarse con las autoridades y el público. Los promotores del vicio de leer no tienen esos recursos.
Hace muchos años, un alto funcionario de la Secretaría de Hacienda se dignó escuchar a un pequeño grupo que abogaba por las librerías. Después de la reunión (infructuosa), me vio buscando un taxi, le dijo a su chofer que se detuviera, amablemente me ofreció un aventón y lo aprovechó para decirme algunas verdades: Están ustedes en la calle. No vienen más que a llorar. Habían de ver cómo nos tratan los grandes industriales. Llegan con estadísticas, estudios de mercado, cálculos de costos, análisis económicos, considerandos legales y hasta el decreto que quieren, perfectamente redactado. Nos hacen presentaciones audiovisuales maravillosas, nos distribuyen documentos con edecanes maravillosas, etc. Tenía razón.
7. Por último, apareció el cuento de los descuentos. Empezó como un dumping de libros españoles. En los Estados Unidos y en Europa, los editores consideran dañino y contraproducente rematar lo que imprimieron de más: los libros que no se venden. Muchos prefieren conservarlos por tiempo indefinido. Otros, especialmente en los Estados Unidos, prefieren destruirlos y venderlos como celulosa a las fábricas de papel, para ahorrarse los costos de almacenaje.
En la España de Franco, la censura permitió a los editores publicar libros prohibidos, siempre y cuando no hicieran daño interno: se destinaran exclusivamente a la exportación. Quizá de ahí surgió la práctica de tratarnos como el traspatio donde se tira la basura. El caso es que empezó el dumping: los libros no vendibles, que sería dañino rematar en España, fueron a dar a los tiraderos de América. En México, las tiendas Aurrerá (que empezaron precisamente como una tienda de saldos de ropa) tomaron la iniciativa de comprar cargamentos de libros españoles a precios irrisorios, como gancho para atraer público. La Librería Gandhi fue la primera y casi única en hacer lo mismo, lo cual le ayudó a crecer extraordinariamente.
Pero vender saldos a precios irrisorios junto a libros normales hace que los normales parezcan carísimos. Había que ofrecer un gancho adicional: descuentos de 20% o 30% en los libros normales, desde el momento de su publicación. Sólo que, con los precios normales, no había margen para esos descuentos. Hasta que apareció la idea genial: inflar los precios para dar un descuento aparente. En vez de fijar el precio en $80, fijarlo en $100, para dar un descuento “fabuloso” de $20. Para esto, el descuentero, en vez de recibir del editor un descuento de 30% sobre $80, recibe un descuento de 50% sobre $100, lo cual le permite ofrecer al público 20% (que, de hecho, sigue comprando a $80).
Los que perdieron fueron los lectores que viven lejos de los descuenteros. El costo de comprar un libro no se reduce al precio neto que se paga. El costo de ir de compras puede ser muy alto, sobre todo en una gran ciudad: tiempo, transporte, estacionamiento, más la oportunidad (no siempre fácil) de hacer el viaje. Enviar un libro por mensajería dentro de la ciudad de México puede costar, digamos $60; ir personalmente, mucho más: lo mismo o más que el libro.
El costo de ir de compras no cambió para los lectores que viven cerca de un descuentero. Tampoco el precio neto del libro, que siguió siendo el mismo, después del “fabuloso” descuento. Estos lectores quedaron como estaban. Pero los que viven lejos cargaron con un costo adicional: o ir a donde está el descuentero para pagar el mismo precio neto que antes, cargando el costo de viajar hasta allá; o ir a su librería cercana y pagar el sobreprecio diseñado para que se luzca el descuentero.
Lo deseable es que todos los lectores, no sólo una minoría, reciban los descuentos de 20% o 30%, sin hacer viajes costosos. Esto equivale a que todas las librerías vendieran al mismo precio neto, y lo más sencillo sería no complicarse la vida con descuentos falsos: establecer un precio fijo neto, sin descuentos, como se hizo durante tantos años, y todavía se hace en muchos países. Pero supongamos que todos (lectores, libreros y editores) prefieran complicarse la vida con descuentos ilusorios. ¿Por qué no pueden darlos las otras librerías? Porque si compran a $70 un libro de $100, no pueden venderlo a $80, y menos aún a $70. No les alcanza para pagar la renta y demás gastos. Por otra parte, si lo ponen a $100, una parte de su clientela irá a comprar con el descuentero. Esto genera un círculo vicioso: los gastos fijos del local tienen que salir de ventas cada vez menores, hasta que llega el punto en que no pueden sostenerse.
Pero el descuentero no compra a $70, sino a $50 o a $45. Por eso puede vender a $80 o $70. Sin embargo, no se habla de estos precios invisibles, que son los de mayoreo. Se habla del precio único visible que fija el editor, y que se fija, precisamente, para ser violado: para que se luzca el descuentero. No es lo mismo (psicológicamente) etiquetar un libro a $80 o $70 que etiquetarlo a $100 menos $20 o $30. Naturalmente, si todas las librerías comprasen a $50 o $45, todas podrían hacerle al cuento de los grandes descuentos.
El problema de fondo es que los precios invisibles son muy discriminatorios, a favor de los descuenteros y las grandes cadenas de tiendas. No hay regulación al respecto, aunque en los tratados de comercio internacional es común una cláusula que prohíbe conceder a un país condiciones favorables que no se extiendan a los otros. También hay algo con este mismo espíritu (la no discriminación) en la Ley Federal de Competencia Económica (artículos 10 a 13). Pero es difícil observar (ya no digamos controlar) los precios invisibles, precisamente porque lo son, y porque están ligados a las condiciones de venta, que de hecho son parte del precio: escala, crédito, fletes, compra en firme o con derecho a devolución, etcétera.
Es razonable un descuento mayor para el que compra cien ejemplares de un libro, porque se supone que en la transacción hay economías de escala. Pero, una vez que se concede, es común que el comprador exija el mismo descuento extraordinario para los libros de los cuales no compra más que un solo ejemplar. O que, incluso para los cien ejemplares, ponga después condiciones sumamente onerosas, que borran las supuestas economías de escala: Sí, te voy a comprar cien ejemplares, pero facturas uno por uno, surtes uno por uno y recoges la devolución uno por uno, en cada una de mis tiendas, en toda la república. A pesar de lo cual, no acepto que me vendas el ejemplar a $70, como a la pequeña librería que también compra uno por uno. Me tienes que vender a $45.
El costo burocrático y legal de impedir estas prácticas de abuso monopólico contra las pequeñas librerías sería absurdo, centrándose en los precios invisibles que rigen el mayoreo. Lo sencillo y práctico es centrarse en los precios visibles al público. Si en los tres primeros años de la vida comercial de un libro (editado en México o importado), todas las librerías tienen que venderlo al mismo precio, desaparece la competencia desleal: todas tienen que competir en servicio.
Al oponerse a esta solución, que propuso la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, aprobada por el Poder Legislativo, la Comisión Federal de Competencia ha hecho un papelazo tragicómico. Cuando propuso el veto contra los gigantes de la televisión, no le hicieron caso en Los Pinos. Pero arremetió contra las librerías, y el presidente Fox le concedió ese premio de consolación. Hay algo quijotesco en el empeño de sostener una librería en un país al que no le importan las librerías. Y hay algo tragicómico en que el Estado se crea el verdadero don Quijote, defendiendo al “consumidor” contra las librerías.
–Vuélvase, vuestra merced. Aquí no hay gigante. Voto a Dios que son ovejas las que va a embestir.
Pero, lanza en ristre, se entró por medio del escuadrón de las ovejas y comenzó de alanceallas con tanto coraje y denuedo como si de veras alanceara a sus mortales enemigos.

DICIEMBRE DE 2006

George Bataille

George Bataille

En 1924 Bataille trabaja ya como archivista en el departamento de numismática de la Biblioteca de París, ocupación esta, la de bibliotecario y erudito bibliófilo, que realizará durante toda su vida. Este mismo año conoce a Michel Leiris y al pintor André Masson y con ellos a los surrealistas y, como no, al "papa" Breton con el que mantendrá una larga relación de disputas y desencuentros.
En 1931 conoce a Boris Souvarin y se incorpora al "Cercle Comuniste Démocratic", publicando varios artículos en su revista "La Critique Social", como "El problema del Estado" o "La estructura psiclológica del fascismo", es ahí donde en 1933 publica "La noción de gasto".
En 1935 formará Contre-Attaque, grupo definido como antifascista, antinacionalista y antidemócrata y que preconiza la revolución moral y sexual, reivindicando, entre otros, a Sade, Nietzsche y Fourier. El año siguiente, junto con André Masson e instalados en Tossa de Mar, coincidiendo con la Revolución en Catalunya, realizan la revista "Acéphale", de la que editaran 4 números. Posteriormente, junto a Roger Callois y Leiris, formara el "Colegio de Sociología sagrada". En 1946, funda la revista "Critique", aún vigente.
Durante 40 años, al mismo tiempo que frecuenta burdeles, tabernas y apasionadas relaciones amorosas, Bataille compone una obra tan lúcida como difícil de clasificar: relatos pornográficos, poemas, ensayos filosóficos, antropológicos y económicos, crítica política y literaria, e importantes escritos de arte.
Sin embargo, una idea común recorre su obra, la concepción de que la condición humana es esencialmente paradójica y que el ser humano es, ante todo, un animal contradictorio, hecho este que hace de la vida de cada individuo y de la humanidad entera una tragedia de difícil solución y que nos somete a una tensión constante entre, por ejemplo, el deseo de ganancia y el de perdida, entre la acumulación y la destrucción de energía, entre el trabajo y la fiesta o el juego, entre el cálculo y el derroche, entre la ley y su trasgresión.
La humanidad afirma su condición, negando su animalidad, mediante el trabajo y el uso de útiles, lo que hace posible la aparición de la conciencia y la separación entre sujeto y objeto. Pero el trabajo, como formación de sociabilidad, exige la prohibición de la satisfacción inmediata del deseo por la ley. Trabajo y ley responden a una misma racionalidad, la de subordinar el presente al futuro y mediante ellos el humano intenta conjurar el temor a la muerte, negando la inmediatez animal para afirmar el cálculo racional que asegura la perduración de la vida. Y sin embargo lo que obtiene no es más que una vida reducida a la mera condición de subsistencia, una vida servil que se limita a reproducirse con la sola voluntad de perdurar.
Ante semejante perspectiva, la humanidad no puede dejar de negarse a sí misma, negando el mundo del trabajo y el de la ley y afirmando un retorno a lo reprimido, a esa inmediatez que mantiene al animal en una relación inmanente con el mundo. Bataille no pretende retroceder a la animalidad perdida, sino recobrar para el ser humano el valor de la animalidad negada, lo que el llama la "santidad del mal" y que reivindica como otra posible dimensión de la experiencia humana.
Por lo tanto, en el humano se da la paradoja que se define sometiéndose servilmente al trabajo y a la ley, pero al mismo tiempo solo es, cuando niega este orden de trabajo y ley. Solo cuando los humanos somos capaces de afirmar y mostrar una in-humanidad valerosa y soberana que no teme a la muerte y capaz de hacer del presente un fin, solo entonces descubrimos parte de nuestra verdadera humanidad y exploramos otra posible experiencia vital. Es esta afirmación de soberanía del ser humano y su permanente conflicto con la civilización de la humanidad servil, lo que hace posible fenómenos heterogéneos y soberanos como el juego, la fiesta, el sacrificio, el erotismo, el arte..., es decir, la manifestación de la inutilidad frente a la utilidad, la noción de gasto, de derroche, de pérdida frente a la ganancia.
Con "la noción de gasto" Bataille presentaba la nocividad que para la vida representa esta obsesión patológica por la racionalidad de la economía productiva y de la utilidad, a la que oponía la lógica de lo improductivo, del derroche y el gasto. Para ello se basó en el "Ensayo sobre el Don" en el que el sociólogo Marcel Mauss estudiaba las relaciones de sociabilidad e intercambio de los indios del noroeste americano, basado principalmente en la práctica de la "Potlatch".
Etimológicamente Potlatch era una palabra de la tribu Chinook, utilizada también por los Kawakiult de la Columbia Británica o los Tlingit de Alaska y que significa "consumido por el fuego", un regalo tenía que ser correspondido de tal manera que el que lo había recibido y aceptado, tenía que regalarlo todo hasta que no le quedase nada que dar, sólo así la deuda quedaba saldada. "Un jefe conocía a otro y le hacía un regalo y este tenía que responder con otro de más valor. El juego podía comenzar con un regalo de un collar y acabar con el incendio del poblado, aumentando la obligación del rival a limites casi imposibles". El Potlatch era parte de una gran fiesta, con comida abundante, canciones, bailes, en la que incluso se podían poner nuevos nombres a determinados lugares geográficos; podía consistir en un intercambio simbólico de cortesía y devociones, motivado por la celebración de un acto social cualquiera, un nacimiento, una boda o un funeral, e incluso podía ser considerada como una guerra simbólica, un intercambio de retos y humillaciones. Para una tribu, el rendirse y no poder superar la provocación de la otra, era admitir la humillación de que valoraba más la propiedad, los simples objetos, que el honor.
Según Mauss, "Lo ideal es dar un Potlatch y no obtener compensación". Para él el Potlatch era el eco de la Edad de Oro, la supervivencia de una forma de intercambio que una vez fue universal y que en su nivel más profundo se trataba de una forma de comunicación entre personas que no se guardaban nada.
A partir de Mauss, Bataille encontró algo muy diferente, la prueba de otra y escondida economía de pérdida y derroche, ocultada y negada por las históricas economías de la producción y acumulación. En "La noción de gasto" actualizó la noción de Potlatch, no como un pintoresco recuerdo de una época dorada, sino como una permanente idea de disolución. Al olvidar los valores absolutos de la Potlatch, en los que el valor se derivaba de la posibilidad de una perdida total de objetos y mercancías, la humanidad refundaba la civilización exclusivamente sobre el principio de utilidad encadenándose a un sistema de límites donde todo tiene su precio. Pero la civilización ya se reprodujera en el comercio mercantilista, en el capitalismo o en el comunismo de Estado, simplemente ocultaba, tapaba, el odio que la humanidad siente por la utilidad y los límites, disfrazando su lujuria por el "gasto incondicional" en actividades que "no tienen un fin en sí mismas".
Si en Mauss el Potlatch era una difusa representación de lo que en otro tiempo había sido la vida real, para Bataille una vez comprendido esto, era también una revelación de lo que podría ser la "verdadera vida". Aunque sea en estado latente la "verdadera vida" está presente en el hombre, aún en el caso de que, como ahora, esté soterrada por esta cultura masificada de consumismo que lo totaliza todo. Ocultando a esta otra cultura posible, que a su vez se muestra desfigurada en estas formas que se manifiestan dentro de la cultura burguesa y que constituyen la danza moderna de echar la propiedad por la ventana, como puede ser el adulterio, la prostitución, la mentira y el engaño, la estafa, el juego, el alcoholismo, la drogadicción...etc.
Todo lo que queda del Potlatch como acto social y público, según Bataille, es la continua humillación que la burguesía inflige a los pobres; una humillación que los pobres sólo pueden devolver a través de la Revolución, ofreciéndose así mismos a la destrucción y pidiendo a cambio más destrucción. Pero el triunfo de la burguesía esta sellado por su cultura, la cual garantiza que la "vida real" de gasto y pérdida sea sólo permitida "tras las puertas cerradas", en privado, pues en esto la burguesía se distingue de otras clases o castas "por el hecho de que se le consiente gastar sólo en sí misma y dentro de sí misma". El resultado, según Bataille, es la desaparición de "todo lo que era generoso, orgiástico, excesivo" y su sustitución por una "mezquindad universal", este es el "regalo" que debemos a esta clase tan segura de su hegemonía, tan triunfante al identificar su historia con la naturaleza, y que finalmente habiendo prescindido de la máscara y contra todo aquello que para ella está felizmente escondido y aparentemente olvidado, expone su "sórdido rostro, un rostro tan rapaz y tan carente de nobleza, tan aterradoramente pequeño y mezquino, que toda la vida humana, ante ello, aparece degradada".
Este es el ideal del Potlatch, la humillación que no puede ser devuelta. Los pobres atrapados en la promesa de que algún día podrán gastar sólo para sí mismos, se muestran incapaces de responder ante tan continuada humillación. Ni tampoco los a sí mismos llamados revolucionarios, díganse comunistas o anarquistas han podido sustraerse de la producción, prisioneros de la racionalidad y de la ficción del progreso y de la utilidad, permanecen ciegos y sordos ante la "pasión por el gasto cuyo único fin sea la perdida".


LA NOCION DE GASTO

1. INSUFICIENCIA DEL PRINCIPIO CLÁSICO DE LA UTILIDAD

En cada ocasión que el sentido de un debate depende del valor fundamental de la palabra útil, es decir, cada vez que se aborda un problema esencial referente a la vida de las sociedades humanas, cualesquiera que sean las personas que intervienen y las opiniones representadas, es posible afirmar que el debate está necesariamente falseado y que el problema fundamental queda eludido. No existe, en efecto, ningún medio correcto, dado el conjunto más o menos divergente de las concepciones actuales, que permita definir lo que es útil a los hombres. Esta laguna está suficientemente subrayada por el hecho de la constante necesidad de recurrir de la manera más injustificable a unos principios que se intentan situar más allá de lo útil y del placer: el honor y el deber son invocados hipócritamente en unas combinaciones de interés pecuniario y, sin hablar de Dios, el Espíritu sirve para disfrazar el desconcierto intelectual de algunas personas que se niegan a aceptar un sistema cerrado.

Sin embargo, la práctica habitual pasa por encima de estas dificultades elementales y parece de entrada que la conciencia común sólo puede oponer algunas reservas verbales al principio clásico de la utilidad, es decir, de la pretendida utilidad material. En teoría, ésta tiene por objetivo el placer - mas únicamente bajo una forma moderada, pues el placer violento se considera patológico - y se deja limitar en la adquisición (prácticamente en la producción) y en la conservación de. bienes por una parte, y en la reproducción y la conservación de vidas humanas por otra (hay que decir que a esto se añade la lucha contra el dolor cuya importancia basta por sí sola para denotar el carácter negativo del principio del placer introducido teóricamente en la base). En la serie de representaciones cuantitativas ligadas a esta concepción anodina e insostenible de la existencia, sólo el problema de la reproducción se presta seriamente a la controversia, por el hecho de que un aumento exagerado del número de los seres vivientes amenaza con disminuir la parte individual. Pero en su conjunto, cualquier juicio general sobre la actividad social supone el principio de que todo esfuerzo particular debe ser reducible, para ser válido, a las necesidades fundamentales de la producción y de la conservación. El placer, trátese de arte, de libertinaje admitido o de juego, queda reducido, en definitiva, dentro de las representaciones intelectuales corrientes, a una concesión, es decir, a un solaz cuya función no pasa de subsidiaria. La parte más apreciable de la vida es vista como la condición -a veces incluso como la condición deplorable- de la actividad social productiva.

Es cierto que la experiencia personal, si se trata de un hombre joven, capaz de malgastar y de destruir sin motivo aparente, desmiente en cada ocasión esta concepción miserable. Pero incluso cuando se prodiga y se destruye sin el menor reparo, el ser más lúcido ignora por qué, o bien se considera enfermo; es incapaz de justificar utilitariamente su conducta y no se le ocurre que una sociedad humana pueda tener interés, como él, en unas pérdidas considerables, en unas catástrofes que provoquen, de acuerdo con unas necesidades definidas, unas depresiones tumultuosas, unos gritos de angustia y, en último término, un cierto estado orgiástico.

La contradicción entre las concepciones sociales normales y las necesidades reales de la sociedad recuerda también, y de la manera más abrumadora, la consideración mezquina que opone el padre a la satisfacción de las necesidades del hijo que está a su cargo. Esta mezquindad impide al hijo expresar su voluntad. La solicitud parcialmente malintencionada de su padre se aplica al alojamiento, a las ropas, a la nutrición, en el mejor de los casos a unas cuantas distracciones anodinas. Pero ni siquiera tiene derecho a hablar de lo que le inquieta: está obligado a dejar creer que no siente ni percibe ningún horror. A este respecto, es triste decir que la humanidad consciente sigue siendo menor de edad: se reconoce el derecho de adquirir, de conservar o de consumir racionalmente, pero excluye por principio el gasto improductivo.

Es cierto que esta exclusión es superficial y que no modifica la actividad práctica, de la misma manera que tampoco las prohibiciones limitan al hijo, que se entrega a unas diversiones inconfesables en cuanto no está en presencia del padre. La humanidad podría o no expresar como propias unas concepciones teñidas de la insulsa suficiencia y de la ceguera paternas. En la práctica de la vida, sin embargo, se comporta de manera que satisface unas necesidades de un salvajismo atroz y ni siquiera parece capaz de subsistir si no es al borde del horror. Además, por poco incapaz que sea un hombre de doblegarse enteramente a unas consideraciones oficiales o susceptibles de serlo, por poco inclinado que se sienta a sufrir la atracción de quien consagra su vida a la destrucción de la autoridad establecida, es difícil creer que la imagen de un mundo apacible y conforme a sus cálculos pueda parecerle otra cosa que una cómoda ilusión.

Las dificultades que pueden encontrarse en el desarrollo de una concepción que no imite el modo servil de las relaciones del padre con el hijo no son, pues, insuperables. Es posible admitir la necesidad histórica de imágenes vagas y decepcionantes para uso de la mayoría que no actúa sin un mínimo de error (del que se sirve como una droga) y que, además, en todas las circunstancias, se niega a reconocerse en el laberinto resultante de las inconsecuencias humanas. Para los sectores incultos o poco cultos de la población, una simplificación extrema representa la única posibilidad de evitar una disminución de la fuerza agresiva. Pero sería una vileza aceptar como un límite para el conocimiento las condiciones de miseria, las condiciones menesterosas en las que se han formado tales imágenes simplificadas. Y si una concepción menos arbitraria está condenada a permanecer, de hecho, esotérica, si, en cuanto tal, se enfrenta en las circunstancias inmediatas a una repulsión enfermiza, hay que decir que esta repulsión es precisamente la vergüenza de una generación en la que son los rebeldes quienes temen el rumor de sus propias palabras. Por consiguiente, es imposible tenerla en cuenta.

II. EL PRINCIPIO DE LA PERDIDA

La actividad humana no es enteramente reductible a unos procesos de producción y de conservación y el consumo debe ser dividido en dos partes distintas. La primera, reductible, está representada para los individuos de una sociedad determinada, por el uso del mínimo necesario para la conservación de la vida y la continuación de la actividad productiva: es decir, se trata simplemente de la condición fundamental de esta última. La segunda parte está representada por los gastos llamados improductivos, el lujo, los lutos, las guerras, los cultos, las construcciones de monumentos suntuarios, los juegos, los espectáculos, las artes, la actividad sexual perversa (es decir, desviada de la finalidad genital) representan otras tantas actividades que, al menos en las condiciones primitivas, tienen su fin en sí mismas. Ahora bien, es necesario limitar el nombre de gasto a estas formas improductivas, con exclusión de todos los modos de consumo que sirven de salida a la producción, Aunque siempre sea posible oponer entre sí las diferentes formas enumeradas, constituyen un conjunto caracterizado por el hecho de que en cada caso se hace hincapié sobre la pérdida que debe ser lo mayor posible para que la actividad adquiera su auténtico sentido.

Este principio de la pérdida, es decir, del gasto incondicional, por contrario que sea al principio económico de la contabilidad (el gasto regularmente compensado por la adquisición), el único racional en el estricto sentido de la palabra, puede evidenciarse con ayuda de un pequeño número de ejemplos extraídos de la experiencia corriente:

1) No basta con que las joyas sean bellas y deslumbrantes, cosa que permitiría su sustitución por otras falsas: el sacrificio de una fortuna a la que se ha preferido una diadema de diamantes es necesario para la constitución del carácter fascinante de esta diadema. Este hecho debe ser relacionado con el valor simbólico de las joyas, general en psicoanálisis. Cuando un diamante tiene en un sueño una significación excremencial, no se trata únicamente de asociación por contraste: en el inconsciente, tanto las joyas como los excrementos son unas materias malditas que manan de una herida, partes de uno mismo destinadas a un ostensible sacrificio (sirven de hecho a unos regalos suntuosos cargados de amor sexual). El carácter funcional de las joyas exige su inmenso valor material y es lo único que explica la poca atención que se presta a las más bellas imitaciones, que son casi inutilizables.

2) Los cultos exigen un despilfarro sangriento de hombres y de animales sacrificados. En el sentido etimológico de la palabra, el sacrificio no es otra cosa que la producción de cosas sagradas.
Desde el primer momento, se descubre que las cosas sagradas están constituidas por una operación de pérdida: el éxito del cristianismo debe explicarse precisamente por el valor del tema de la crucifixión infamante del hijo de Dios que lleva la angustia humana a una ilimitada representación de la pérdida y de la ruina.

3) En los diferentes juegos de competición, la pérdida se produce, en general, en unas condiciones complejas. Se gastan considerables sumas de dinero para el mantenimiento de los locales, de los animales, de los instrumentos o de los hombres. En lo posible, la energía se prodiga de manera que provoque un sentimiento de estupefacción, en cualquier caso con una intensidad infinitamente mayor que en las empresas productivas. No se evita el peligro de muerte que constituye, al contrario, el objeto de una fuerte atracción inconsciente. Por otra parte, a veces las competiciones ofrecen la ocasión de primas ostensiblemente distribuidas. Asisten a ellas inmensas muchedumbres, que a menudo desencadenan sus pasiones sin ningún control y se arriesgan a la pérdida de increíbles cantidades de dinero bajo forma de apuestas. Es cierto que esta circulación de dinero aprovecha a un pequeño número de jugadores profesionales, pero esto no excluye que esta circulación pueda ser considerada como una carga real de las pasiones desencadenadas por la competición y que ocasione en un gran número de jugadores unas pérdidas desproporcionadas a sus medios; los jugadores no tienen otra solución que la prisión o la muerte. Además, según las circunstancias, diferentes modos de gasto improductivo pueden ir relacionados con los grandes espectáculos de competición: al igual que unos elementos animados por un movimiento propio son atraídos por un torbellino mayor. De esta manera, las carreras de caballos van asociadas a unos procesos de clasificación social de carácter suntuario (basta con mencionar la existencia de los jockey Clubs) y la producción ostentosa de las lujosas novedades de la moda. Hay que tener en cuenta, además, que el gasto total representado por las carreras actuales es insignificante comparado con las extravagancias de los bizantinos que relacionaban con las competiciones hípicas el conjunto de la actividad pública.

4) Desde el punto de vista del gasto, las producciones artísticas deben ser divididas en dos grandes categorías: la primera de las cuales está integrada por la construcción arquitectónica, la música y la danza. Esta categoría implica unos gastos reales. De todas maneras, la escultura y la pintura, sin mencionar la utilización de unos lugares para ceremonias o espectáculos, introducen en la propia arquitectura el principio de la segunda categoría, el del gasto simbólico. Por su parte, la música y la danza pueden cargarse fácilmente de significaciones exteriores.

Bajo su forma mayor, la literatura y el teatro, que constituyen la segunda categoría, provocan la angustia y el horror mediante unas representaciones simbólicas de la pérdida trágica (ruina o muerte); bajo su forma menor, provocan la risa a través de unas representaciones cuya estructura es análoga, pero que excluyen algunos elementos de seducción. El término de poesía, que se aplica a las formas menos degradadas y menos intelectualizadas de la expresión de un estado de pérdida, puede considerarse como sinónimo de gasto. significa, en efecto, de la manera más precisa, creación por medio de la pérdida. Por consiguiente, su sentido es próximo al de sacrificio. Es cierto que el nombre de poesía sólo puede aplicarse de manera apropiada a un residuo extremadamente raro de lo que suele designar vulgarmente y que, a falta de una previa reducción, pueden introducirse las peores confusiones; ahora bien, es imposible en una primera y rápida exposición hablar de los límites infinitamente variables entre unas formaciones subsidiarias y el elemento residual de la poesía. Es más fácil indicar que para los escasos seres humanos que disponen de este elemento, el gasto poético deja de ser simbólico en sus consecuencias. es decir, en una cierta medida, la función de representación compromete la propia vida del que la asume. Le aboca a las más decepcionantes formas de actividad, a la miseria, a la desesperación, a la búsqueda de sombras inconsistentes que sólo, pueden ofrecer el vértigo o la rabia. Es frecuente no poder disponer de las palabras más que para su propia pérdida. verse obligado a elegir entre un destino que convierte al hombre en un réprobo, tan profundamente separado de la sociedad como las deyecciones lo están de la vida aparente, y una renuncia cuyo precio es una actividad mediocre, subordinada a unas necesidades vulgares y superficiales.

III. PRODUCCION, INTERCAMBIO Y GASTO IMPRODUCTIVO

Una vez indicada la existencia del gasto como una función social, es preciso determinar las relaciones de esta función con las de producción y adquisición que se le oponen. Estas relaciones se presentan inmediatamente como las de un fin con la utilidad. Y si bien es cierto que la producción y la adquisición cambian de forma al desarrollarse e introducen una variable cuyo conocimiento es fundamental para la comprensión de los procesos históricos, no son, sin embargo, más que medios subordinados al gasto. Por muy atroz que resulte, la miseria humana nunca ha tenido un dominio suficiente sobre las sociedades como para que la preocupación de la conservación, que confiere a la producción la apariencia de un fin, domine sobre la del gasto improductivo. Para mantener esta preeminencia, como el poder es ejercido por las clases que gastan, la miseria ha sido excluida de cualquier actividad social: y los miserables no tienen otro modo de penetrar en el círculo del poder que la destrucción revolucionaria de las clases que lo ocupan, es decir, un gasto social sangriento e ilimitado.

El carácter secundario de la producción y de la adquisición en relación al gasto aparece de la manera más clara en las instituciones económicas primitivas, por el hecho de que el intercambio sigue siendo considerado como una pérdida suntuaria de los objetos cedidos: se presenta así, en la base, como un proceso de gasto sobre el cual se ha desarrollado un proceso de adquisición. La economía clásica ha imaginado que el intercambio primitivo se producía bajo forma de trueque: no tenía, en efecto, ningún motivo para suponer que un medio de adquisición como el intercambio pudiera haber tenido por origen, no la necesidad de adquirir que satisface actualmente, sino la necesidad contraria de la destrucción y de la pérdida. La concepción tradicional de los orígenes de la economía no ha sido derribada hasta hace muy poco tiempo, tan poco como para que un gran número de economistas siga representando arbitrariamente el trueque como el antepasado del comercio.

Oponiéndose a la noción artificial de trueque, la forma arcaica del intercambio ha sido identificada por Mauss bajo el nombre de Potlatch, tomado de los indios del noroeste americano que ofrecieron su tipo más notable. En muchas partes han aparecido instituciones análogas al potlatch indio, o huellas de él.

El potlatch de los tlingit, de los haida, de los tsimshian, de los kwakiutl de la costa noroeste fue estudiado con precisión desde fines del siglo XIX (pero sin ser comparado entonces con las formas arcaicas de intercambio de los demás países). Algunas de estas tribus americanas menos avanzadas practican el potlatch con motivo de los cambios en la situación de las personas - iniciaciones, matrimonios, funerales -, e, incluso bajo una forma más evolucionada, jamás puede ir separado de una fiesta, que ocasiona, o que se celebra con motivo de ella. Excluye cualquier regateo y, en general, está constituido por un don considerable de riquezas ostensiblemente ofrecidas con el fin de humillar, desafiar y obligar a un rival. El valor de intercambio del don resulta del hecho de que el donatario, para borrar la humillación y recoger el desafío, debe satisfacer la obligación, contraída por él en el momento de la aceptación, de contestar ulteriormente con un don más importante, es decir, de devolver con usura.

Pero el don no es la única forma del potlatch; es igualmente posible desafiar a unos rivales mediante espectaculares destrucciones de riqueza. A través de esta última forma, el potlatch se identifica con el sacrificio religioso, puesto que las destrucciones son ofrecidas teóricamente a los antepasados míticos de los donatarios. En una época relativamente reciente, seguía sucediendo que un jefe tlingit se presentara ante su rival y degollara alguno de sus propios esclavos ante él. Esta destrucción era devuelta en un plazo determinado por el degollamiento de un número de esclavos mayor. Los chukchi del extremo nordeste siberiano, que conocen unas instituciones análogas al potlatch, degüellan jaurías de perros de un valor considerable a fin de avergonzar y humillar a otro grupo. En el noroeste americano, las destrucciones llegan hasta los incendios de aldeas y el destrozo de flotillas de canoas. Unos lingotes de cobre sellados, especie de monedas a las que a veces se atribuye un valor ficticio que llega a constituir una inmensa fortuna, son rotos o lanzados al mar. El delirio propio de la fiesta se asocia indistintamente con las hecatombes de propiedad y con los dones acumulados con la intención de asombrar y de anonadar.

La usura, que interviene regularmente en estas operaciones bajo forma de excedente obligatorio con motivo de los potlatch de desquite, ha llevado a decir que el préstamo con interés debía sustituir al trueque en la historia de los orígenes del intercambio. Hay que reconocer, en efecto, que en las civilizaciones de potlatch la riqueza se multiplica de una manera que recuerda la inflación crediticia de la civilización bancaria: es decir, sería imposible realizar a un tiempo todas las riquezas poseídas por el conjunto de los donadores por el hecho de las obligaciones contraídas por el conjunto de los donatarios. Pero esta similitud se refiere a una característica secundaria del potlatch.

Lo que confiere a esta institución su valor significativo es la constitución de un atributo positivo de la pérdida, de la que se desprenden la nobleza, el honor y el rango en la jerarquía. El don debe ser considerado a un tiempo como una pérdida y como una destrucción parcial, ya que el deseo de destruir es trasladado en parte al donatario. En sus formas inconscientes, tal como las describe el psicoanálisis, simboliza la excreción, relacionada en sí misma con la muerte según la conexión fundamental del erotismo anal y el sadismo. El simbolismo excremencial de los cobres blasonados, que constituyen en la costa noroeste los objetivos de don por excelencia, está basado en una mitología muy rica. En Melanesia, el donador designa como si fueran sus residuos los magníficos regalos que deposita a los pies del jefe rival.

Las consecuencias en el orden de la adquisición no son más que el resultado involuntario -al menos en la medida en que los impulsos que dirigen la operación sigan siendo primitivos- de un proceso dirigido en sentido contrario. «Lo ideal, señala Mauss, sería dar un potlatch y que éste no fuera devuelto.» Este ideal se realiza a través de algunas destrucciones a las que la costumbre no conoce ninguna contrapartida posible. Por otra parte, al estar, en cierto modo, comprometidos de antemano los frutos del potlatch en un nuevo potlatch, el principio arcaico de riqueza se pone en evidencia sin ninguna de los atenuantes que resultan de la avaricia desarrollada en estadios posteriores: la riqueza aparece como adquisición en tanto que es el hombre rico quien adquiere un poder, pero está enteramente dirigida hacia la pérdida en el sentido de que este poder se caracteriza como poder de perder. Sólo se relaciona con la gloria y el honor a través de la pérdida.

Visto como juego, el potlatch es lo contrario de un principio de conservación: acaba con la estabilidad de las fortunas tal como existía en el interior de la economía totémica, donde la posesión era hereditaria. Una actividad de intercambio excesivo ha sustituido por una especie de póker ritual, de forma delirante, a la herencia como fuente de la posesión. Pero los jugadores no pueden retirarse con la fortuna a salvo: quedan a merced de la provocación. Por consiguiente, la fortuna no tiene en absoluto la función de situar a quien la posee al abrigo de la necesidad. Al contrario, permanece funcionalmente, y con ella su posesor, a merced de una necesidad de pérdida desmesurada que existe en estado endémico en un grupo social.

La producción y el consumo no suntuario que condicionan la riqueza aparecen de esta manera como utilidad relativa.

IV. EL GASTO FUNCIONAL DE LAS CLASES RICAS

La noción de potlatch en sentido estricto debe reservarse a los gastos de tipo agonístico realizados por desafío, que provocan unas contrapartidas, y más precisamente aún a unas formas que en las sociedades arcaicas no se diferencian del intercambio.

Es importante saber que, en su origen, el intercambio estuvo inmediatamente subordinado a un fin humano, pero resulta evidente que su desarrollo unido al progreso de los modos de producción sólo ha comenzado en el estadio en que esta subordinación dejó de ser inmediata. El mismo principio de la función de producción exige que los productos escapen a la pérdida, al menos provisionalmente.

En la economía mercantil, los procesos de intercambio tienen un sentido adquisitivo. Las fortunas ya no están puestas sobre una mesa de juego y se han hecho relativamente estables. Solamente en la medida en que se asegure la estabilidad y que ni siquiera unas pérdidas considerables puedan comprometerla, se someten al régimen del gasto improductivo. Los componentes elementales del potlatch reaparecen en estas nuevas condiciones bajo unas formas que ya no son tan directamente agonísticas: el gasto sigue destinado a adquirir o a mantener el rango, pero, en principio, ya no tiene como objetivo el hacérselo perder a otro.
Cualesquiera que sean estas atenuaciones, la pérdida ostentatoria sigue universalmente unida a la riqueza como su función última.

El rango social va unido, más o menos estrechamente, a la posesión de una fortuna, pero siempre a condición de que la fortuna sea parcialmente sacrificada a unos gastos sociales improductivos tales como fiestas, espectáculos y juegos. En las sociedades salvajes, donde la explotación del hombre por el hombre es todavía débil, se observa que los productos de la actividad humana no afluyen hacia los hombres ricos únicamente a causa de los servicios de protección o de dirección social que se supone que prestan, sino también a causa de los gastos espectaculares de la colectividad que deben sufragar. En las sociedades llamadas civilizadas, la obligación funcional de la riqueza sólo ha desaparecido en una época relativamente reciente. La decadencia del paganismo ha provocado la de los juegos y los cultos que estaban obligados a sufragar los romanos opulentos: por tal motivo pudo decirse que el cristianismo privatizó la propiedad, confiriendo a su posesor una disposición total de sus productos y aboliendo su función social. Aboliéndola, al menos, en tanto que obligatoria, pues el cristianismo sustituyó el gasto pagano prescrito por la costumbre por la limosna libre, bien bajo forma de distribución de los ricos a los pobres, bien, especialmente, bajo forma de donaciones extremadamente importantes a las iglesias y después a los monasterios: y fueron precisamente estas iglesias y estos monasterios los que asumieron, en la Edad Media, la mayor parte de la función espectacular.

Actualmente, han desaparecido las formas sociales, grandes y libres, del gasto improductivo. Sin embargo, esto no excluye que el mismo principio del gasto esté situado al término de la actividad económica.

Una determinada evolución de la riqueza, cuyos síntomas tienen el signo de la enfermedad y del agotamiento, lleva a una vergüenza de sí misma al tiempo que a una mezquina hipocresía. Todo lo que era generoso, orgiástico y desmesurado ha desaparecido: los temas de rivalidad que siguen condicionando la actividad individual se desarrollan en la oscuridad como si fueran vergonzosos eructos. Los representantes de la burguesía han adoptado un aspecto apagado: la exhibición de riquezas se efectúa entre cuatro paredes, de acuerdo con unas deprimentes y aburridas convenciones. Además, el acceder a una fortuna mediocre o ínfima los burgueses de la clase media, los empleados y los pequeños comerciantes, han acabado de envilecer el gasto ostentatorio, que ha experimentado una especie de parcelación y del que ya sólo queda una multitud de esfuerzos vanidosos unidos a unos fastidiosos rencores.

Con escasas excepciones, remilgos parecidos se han convertido en la principal razón de vivir, de trabajar y de sufrir de quienquiera que carezca del valor de entregar su enmohecida sociedad a una destrucción revolucionaria. En torno a los bancos modernos al igual que en torno a los mástiles totémicos de los kwakiutl, el mismo deseo de deslumbrar anima a los individuos y les arrastra a un sistema de pequeños alardes que les ciega a unos contra otros como si estuvieran ante una luz demasiado fuerte. A pocos pasos del banco, las joyas, los trajes, los coches aguardan en los escaparates el día en que servirán para establecer el creciente esplendor de un siniestro industrial y de su anciana esposa, más siniestra aún. Un peldaño más abajo, unos relojes dorados, unos aparadores de comedor, unas flores artificiales prestan unos servicios no menos inconfesables a unas parejas de tenderos. Entre un ser humano y otro la envidia se libera como en los salvajes, con una brutalidad equivalente: sólo han desaparecido la generosidad y la nobleza, y con ellas, la espectacular contrapartida que los ricos ofrecían a los pobres.

Como clase poseedora de la riqueza, y que con ella ha recibido la obligación del gasto funcional, la burguesía moderna se caracteriza por la negativa de principio que opone a esta obligación. Se ha distinguido de la aristocracia en que sólo ha consentido en gastar para sí, en el interior de sí misma, es decir, disimulando sus gastos, en la medida de lo posible, a los ojos de las demás clases. Esta forma particular se debe originariamente al desarrollo de su riqueza a la sombra de una clase noble más poderosa que ella. A estas concepciones humillantes de gasto restringido correspondieron las concepciones Nacionalistas que desarrolló a partir del siglo XVII y que no tienen otro sentido que una representación del mundo estrictamente económica, en el sentido vulgar y burgués de la palabra. El odio hacia el gasto es la razón de ser y la justificación de la burguesía, al mismo tiempo que el principio de su horrible hipocresía. Los burgueses utilizaron las prodigalidades de la sociedad feudal como una acusación fundamental y, después de haberse apoderado del poder, se creyeron obligados a practicar, gracias a sus hábitos de disimulo, una dominación aceptable para las clases pobres. Y es justo reconocer que el pueblo es incapaz de odiarles tanto como a sus antiguos señores: en la medida en que, precisamente, es incapaz de amarles, pues les resulta imposible disimular, al menos, una faz tan sórdida, tan rapaz, tan innoble y tan horriblemente mezquina que toda la vida humana, al verles, diríase degradada.

En contra de ellos, la conciencia popular se ha limitado a conservar profundamente el principio del gasto representando la existencia burguesa como la vergüenza del hombre y como una siniestra anulación.

V. LA LUCHA DE CLASES

Al esforzarse a la esterilidad en lo que se refiere al gasto, de acuerdo con una razón que lleva cuentas, la sociedad burguesa sólo ha conseguido desarrollar la mezquindad universal. La vida humana sólo halla una agitación capaz de satisfacer unas necesidades irreductibles en el esfuerzo de quienes llevan al extremo las consecuencias de las habituales concepciones racionalistas. Los restos de los modos de gasto tradicionales han tomado el sentido de una atrofia y el viviente tumulto suntuario se ha perdido en el increíble desencadenamiento de la lucha de clases.

Los componentes de la lucha de clases existen en el proceso del gasto a partir del período arcaico. En el potlatch, el hombre rico distribuye unos productos que le proporcionan otros hombres miserables. Intenta elevarse por encima de un rival rico como él, pero el último grado de elevación buscado no tiene otro objeto necesario que el de alejarle más de la naturaleza de los hombres miserables. De este manera, el gasto, aunque sea una función social, se convierte inmediatamente en un acto agonista de separación, de apariencia antisocial. El hombre rico consume la pérdida del hombre pobre creando para él una categoría de ruina y abyección que abre las puertas a la esclavitud. Ahora bien, es evidente que, de la herencia indefinidamente trasmitida del mundo suntuario antiguo, al mundo moderno le ha tocado en suerte esta categoría, reservada actualmente a los proletarios. Es indudable que la sociedad burguesa, que pretende gobernarse de acuerdo con unos principios racionales y que tiende, además, por su propia dinámica, a realizar una cierta homogeneidad humana, no acepta sin protestas una división que parece destructiva del hombre en sí, pero es incapaz de llevar la resistencia más allá de la negación teórica. Concede a los obreros unos derechos iguales a los de los patrones, y escribe ostentosamente esta igualdad en las paredes: pese a ello, los patronos, que actúan como si fueran la expresión de la sociedad, se preocupan -más gravemente que de cualquier otra cosa - en señalar que son completamente ajenos a la abyección de los hombres empleados por ellos. El fin de la actividad obrera es producir para vivir, pero el de la actividad patronal es producir para entregar a los productores obreros a una espantosa ruina: pues no existe disyunción posible entre la calificación buscada en los modos de gasto propios del patrono, que tienden a elevarla muy por encima de la bajeza humana, y la misma bajeza de la que es función dicha calificación.

El oponer a esta concepción del gasto social agonista la representación de los cuantiosos esfuerzos burgueses que tienden al mejoramiento de la suerte de los obreros no es más que una expresión de la cobardía de las modernas clases superiores, que ya no tienen la fuerza de reconocer sus destrucciones. Los gastos emprendidos por los capitalistas para socorrer a los proletarios y darles ocasión de ascender en la escala humana sólo demuestran la impotencia - por agotamiento - de llevar hasta el fondo un proceso suntuario. Una vez realizada la pérdida del hombre pobre, el placer del hombre rico se ve Poco a poco vaciado de su contenido y neutralizado: es reemplazado por una especie de indiferencia apática. En tales condiciones, a fin de mantener, pese a unos elementos (sadismo, piedad) que tienden a turbarlo, un estado neutro que la misma apatía llega a hacer relativamente agradable, puede resultar útil compensar una parte del gasto que engendra la abyección por un nuevo gasto que tienda a atenuar los resultados del primero. El sentido político de los patronos, sumado a determinados períodos parciales de prosperidad, ha permitido en ocasiones conceder una amplitud notable a este proceso de compensación. Es así como en los países anglosajones, especialmente en los Estados Unidos de América, el proceso primario sólo se produce a expensas de una parte relativamente débil de la población y como, en cierta medida, la propia clase obrera ha sido llevada a participar en él (sobre todo cuando la cosa era facilitada por la existencia previa de una clase considerada como abyecta de común acuerdo, como la de los negros). Pero estas escapatorias, cuya importancia queda, por otra parte, estrictamente limitada, no modifican en nada la división fundamental de las clases de hombres en nobles e innobles. El cruel juego de la vida social no varía a través de los diferentes países civilizados donde el esplendor insultante de los ricos pierde y degrada a la naturaleza humana de la clase inferior.

Es preciso añadir que la atenuación de la brutalidad de los amos - que no se refiere tanto a la destrucción en sí misma como a las tendencias psicológicas a la destrucción - corresponde a la general atrofia de los antiguos procesos suntuarios que caracteriza la época moderna.
Inversamente, la lucha de clases se convierte en la forma más grandiosa del gasto social cuando es asumida y desarrollada, en esta ocasión por cuenta de los obreros, con una amplitud que amenaza la misma existencia de los amos.

VI. EL CRISTIANISMO Y LA REVOLUCIÓN

Al margen de la revuelta, ha sido posible a los miserables provocados rechazar cualquier participación moral en un sistema de opresión de unos hombres sobre otros: en determinadas circunstancias históricas, han conseguido, en especial a través de unos símbolos aún más contundentes que la realidad, rebajar toda la «naturaleza humana» hasta una ignominia tan horrible que el placer de los ricos en medir la miseria de los demás se hacía repentinamente demasiado agudo para ser soportado sin caer en el vértigo. De esta manera se instituía, independientemente de todas las formas rituales, un intercambio de desafíos exasperados, sobre todo por parte de los pobres, un potlatch en el que la basura real y la inmundicia moral desvelada rivalizaban en una igualdad horrible con todo lo que el mundo contiene de riqueza, de pureza y de resplandor: y a este modo de convulsiones espasmódicas se le abrió una salida excepcional mediante la desesperación religiosa que constituía su explotación sin ambages.

Con el cristianismo, la alternancia de exaltación y de angustia, de suplicios y de orgías, que constituye la vida religiosa, fue llevada a conjugarse con un tema más trágico, a confundirse con una estructura social enferma, desgarrándose a sí misma con la más inmunda crueldad. El canto de triunfo de los cristianos glorifica a Dios porque ha entrado en el juego sangriento de la guerra social, porque ha «derribado a los poderosos de lo alto de su grandeza y ha enaltecido a los miserables». Sus mitos asocian la ignominia social y la ruina cadavérica del ajusticiado al esplendor divino. Así es, como el culto asume la función total de oposición de fuerzas de sentido contrario repartidas hasta entonces entre los ricos y los pobres, con la cual unos consuman la perdición de los otros. Se relaciona estrechamente con la desesperación terrestre, el no ser en sí más que un epifenómeno del inconmensurable odio que divide a los hombres, pero un epifenómeno que tiende a sustituir al conjunto de los procesos divergentes que resume. De acuerdo con las palabras atribuidas a Cristo, en las que dice que él ha venido para dividir, no para reinar, la religión no intenta, pues, en absoluto hacer desaparecer lo que algunos consideran como la lacra humana: al contrario, bajo su forma inmediata, en la medida en que su movimiento ha permanecido libre, se complace en una inmundicia indispensable para sus tormentos extáticos.

El sentido del cristianismo aparece en el desarrollo de las consecuencias en verdad delirantes del gasto de clases, o lo que es lo mismo en una orgía agonista mental practicada a expensas de la lucha real.

Sin embargo, por mucha importancia que haya adquirido en la actividad humana, la humillación cristiana sólo es un episodio en la lucha histórica de los innobles contra los nobles, de los impuros contra los puros. Es como si la sociedad, consciente de su intolerable desgarramiento, se sumiera durante un tiempo en una embriaguez total, a fin de gozarla sádicamente: la embriaguez más completa no ha agotado las consecuencias de la miseria humana y, como las clases explotadas se oponen a las clases superiores con una lucidez creciente, no se puede asignar ningún límite concebible al odio. Unica en la agitación histórica, la palabra Revolución domina la confusión habitual y lleva consigo unas promesas que responden a las exigencias ilimitadas de las masas: una simple ley de reciprocidad exige la esperanza de ver abocados al miedo a los amos, a los explotadores cuya función es crear unas formas despreciables que excluyen la naturaleza humana - tal como esta naturaleza existe en el límite de la tierra, es decir, como barro-, en la gran noche en que sus bellas frases serán ahogadas por los gritos homicidas, de las masas amotinadas. Ahí reside la sangrienta esperanza que se confunde cotidianamente con la existencia popular y que resume el contenido insubordinado de la lucha de clases.

La lucha de clases sólo tiene un final posible. la pérdida de aquellos que se han esforzado en perder la «naturaleza humana»
Pero sea cual fuere la forma de desarrollo emprendida, revolucionaria o servil, las convulsiones generales constituidas, dieciocho siglos atrás por el éxtasis religioso, y actualmente por el movimiento obrero, deben representarse igualmente como un impulso decisivo que obliga a la sociedad a utilizar la exclusión de unas clases por otras para realizar un modo de gasto tan trágico y tan libre como sea posible, al mismo tiempo que para introducir unas formas sagradas tan humanas que las formas tradicionales pasan a ser, comparativamente, despreciables. El carácter trópico de dichos movimientos es lo que confiere el valor humano total de la Revolución obrera, susceptible de operar una atracción tan irresistible como la que dirige los organismos simples hacia el sol.

VII. LA INSUBORDINACION DE LOS HECHOS MATERIALES

La vida humana,. diferenciada de la existencia jurídica y tal como se ha desarrollado realmente en un globo aislado en el espacio celeste, del día a la noche, de una región a otra, no puede en absoluto permanecer limitada a los sistemas cerrados que le han asignado unas concepciones razonables. El inmenso trabajo de abandono, de sangría y de tempestad que la constituye podría expresarse diciendo que sólo comienza con el déficit de esos sistemas: cuanto orden y reserva admite sólo adquiero sentido, al menos, a partir del momento en que las fuerzas ordenadas y reservadas se liberan y se pierden para unos fines que no pueden sujetarse a nada capaz de ser contabilizado. Es únicamente mediante dicha insubordinación, incluso miserable, que la especie humana deja de estar aislada en el esplendor incondicional de las cosas materiales.

De hecho, y de la manera más universal, aisladamente o en grupos, los hombres se hallan constantemente implicados en unos procesos de gasto. La variación de las formas no provoca ninguna alteración de los caracteres fundamentales de estos procesos cuyo principio es la pérdida. Una cierta excitación, cuya cantidad se mantiene en el curso de las alternativas en un estiaje sensiblemente constante, anima las colectividades y las personas. Bajo su forma acentuada, los estados de excitación, asimilables a unos estados tóxicos, pueden definirse como unos impulsos ilógicos e irresistibles al rechazo de unos bienes materiales o morales que habría sido posible utilizar racionalmente (de acuerdo con el principio del balance de cuentas). A dichas pérdidas se halla relacionada -tanto en el caso de la «mujer perdida» como en el del gasto militar- la creación de valores improductivos, el más absurdo de los cuales y al mismo tiempo el que provoca mayor avidez es la gloria. Completadas por la ruina, la gloria, tanto bajo formas más bien siniestras como particularmente admirables, no ha dejado de dominar la existencia social y sigue siendo imposible emprender nada sin ella cuando está condicionada por la práctica ciega de la pérdida personal o social.

Asi es como el despilfarro inmenso de la actividad arrastra las intenciones humanas -incluidas aquellas que van asociadas a las operaciones económicas - al juego calificativo de la materia universal: en efecto, la materia sólo puede definirse mediante la diferencia no lógica que representa en relación a la economía del universo lo mismo que el crimen representa en relación a la ley. De igual manera que la ley jamás puede excluir el crimen, la gloria que resume o simboliza (no enteramente) el objeto del gasto libre no puede diferenciarse de la calificación, siempre que nos refiramos a la única calificación que tiene un valor comparable al de la materia, a la calificación insubordinada, que sólo es condición de sí misma.

Si imaginamos por otra parte el interés, coincidente con el de la gloria (tanto como con el de la ruina), que la colectividad humana relaciona necesariamente con el cambio cualificativo realizado con perseverancia por el movimiento de la historia, si suponemos finalmente que dicho movimiento es incapaz de contenerse o de dirigirse hacia un objetivo limitado, es posible, abandonando cualquier reserva, atribuir a la utilidad un valor relativo. Los hombres aseguran su subsistencia o evitan el sufrimiento no porque esas funciones representen por sí mismas un resultado suficiente, sino para acceder a la función insubordinada del gasto libre.

MANIFIESTO SCUM

MANIFIESTO SCUM

(Society for Cutting Up Men)
Sociedad para la eliminación de los Hombres

Valery Solanas

La vida en esta sociedad es, en el mejor de los casos, un completo aburrimiento, y en ningún aspecto relevante, para las mujeres que permanecen siendo personas cívicas, responsables, y en búsqueda de emociones; a menos que se derroque el gobierno, se elimine el sistema monetario, se instituya la completa automatización y la destrucción del sexo masculino.

Es ahora técnicamente posible reproducirse sin la ayuda de los hombres (o, en este asunto, mujeres) y producir solamente mujeres. Debemos empezar inmediatamente. Retener a los hombres no tiene ni siquiera el dudoso propósito de la reproducción. El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) es un gen X (femenino) incompleto, es decir, tiene una serie incompleta de cromosomas. En otras palabras, el hombre es una mujer inacabada, un aborto andante en estado de gen. Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado; la masculinidad es un error orgánico y los hombres son lisiados emocionales.

El hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Él es una unidad completamente aislada, que no puede compenetrarse con nadie. Sus respuestas son enteramente viscerales, no cerebrales: su inteligencia es un mero instrumento al servicio de sus manejos y necesidades; él no puede experimentar una pasión o interacción mental; sin poder relacionarse con nada además de sus propias sensaciones físicas. Él es un muerto viviente, un pedazo insensible, incapaz de dar o recibir placer o felicidad; consecuentemente, en el mejor de los casos, es un aburrimiento total, una mancha inofensiva, pues solamente aquellos capaces de la absorción en otros pueden ser encantadores. Él está atrapado en una zona crepuscular en la mitad del camino entre los humanos y los simios, siendo mucho peor que los simios, pues a diferencia de ellos posee una variedad de sentimientos negativos – odio, celos, desprecio, asco, culpa, vergüenza, duda – y más aún, plena conciencia de lo que es y lo que no.

A pesar de ser enteramente físico, el macho ni siquiera es apto para ser reproductor. Aún asumiendo una destreza física, que pocos hombres tienen. Primero, no puede acceder a la sensualidad, a la lujuria, al humor; en cambio es consumido por la culpa, la vergüenza, el miedo y la inseguridad, sentimientos arraigados en la naturaleza masculina, que ni él entrenamiento más ilustrado podría más que minimizar. Segundo, el placer que alcanza está cerca de la nada, y tercero, él no está sintiendo empatía con su pareja, sin embargo, se encuentra obsesionado con cómo se desenvuelve, convirtiéndolo todo en una gran actuación, en la realización de un buen trabajo técnico. Llamar a un hombre animal es halagarlo; él es una máquina, un consolador andante. Se dice a menudo que los hombres usan a las mujeres. Usarlas, ¿para qué? Seguramente no para sentir placer.

Devorado por la culpa, la vergüenza, los miedos y las inseguridades y obteniendo, si tiene suerte, una casi perceptible sensación física, el macho está, nada menos que, obsesionado con el sexo. Él nadaría a través de un río de mocos, ancho y profundo como una cavidad nasal, a través de millas de vómito, si cree encontrar ahí una vagina amigable esperándolo. Él se acostaría con una mujer que desprecia, con cualquier arpía desdentada, y más aún, pagaría por la oportunidad. ¿Por qué? Para aliviar la tensión física no es una respuesta, ya que en ese caso la masturbación es suficiente. Tampoco para lograr satisfacción personal; pues aquello no explica acostarse con cadáveres y bebes.

Completamente egocéntrico, incapaz de relacionarse, de identificarse, y sentirse lleno con una sexualidad vasta, persuasiva y difusa, el macho es psíquicamente pasivo. Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre). Sus principales medios para intentar demostrarlo es tener relaciones sexuales (un Gran Hombre con un Gran Pene desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sexuales es entonces, un intento desesperado y compulsivo, de demostrar que él no es pasivo, no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo.

Siendo una hembra incompleta, el macho se pasa la vida intentando consumarse, volverse mujer. Trata de hacerlo a través de una búsqueda constante, fraternizando e intentando vivir una fusión con las mujeres, reclamando como suyas todas las características femeninas – fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, tranquilidad, objetividad, asertividad, coraje, integridad, vitalidad, intensidad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. – y proyectando en las mujeres todos los rasgos masculinos – vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc. Sin embargo, podría decirse, que el macho tiene una superioridad evidente sobre las mujeres – las relaciones públicas. (Él ha hecho un trabajo brillante al convencer a millones de mujeres, que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres). La demanda masculina de que las mujeres encuentren su realización a través de la maternidad, no es sino un reflejo sexual de lo que ellos piensan los satisfacería si fuesen mujeres.

Las mujeres, en otras palabras, no tienen envidia del pene; los hombres sienten envidia de la vagina. Cuando el hombre acepta su pasividad, se define como mujer (los hombres al igual que las mujeres piensan que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres), y se convierte en travesti, pierde el deseo de sexo (o de cualquier otra cosa en ese ámbito; se realiza como travesti) y se hace remover el pene. Entonces, adquiere un sentimiento sexual continuo y difuso de ‘ser mujer’. El sexo, es para el hombre, una defensa contra su deseo de ser mujer.

Él es responsable por:

LA GUERRA

La compensación normal del hombre por no ser mujer es sacar su Gran Arma, extremadamente inadecuada. Como sólo la puede sacar un número limitado de veces; cuando lo hace es a escala masiva, para probar al mundo entero que es un ’Hombre’. Al no tener compasión o habilidad para comprender o identificarse con otros, busca probar que su masculinidad vale una cantidad interminable de mutilaciones y sufrimiento e innumerables vidas, incluyendo la suya – haciendo de su propia existencia una nimiedad, prefiere morir con un resplandor de gloria a permanecer sombrío por cincuenta años más.


SIMPATÍA, CORTESÍA Y “DIGNIDAD”

Cada hombre sabe, en el fondo, que es un pedazo de mierda insignificante. Dominado por un instinto animal que lo avergüenza profundamente; desea, no sólo no expresarse, sino ocultar su totalidad física, egocéntrica, y el odio y desprecio que siente por el resto de hombres y que sospecha, ellos sienten por él. Teniendo un sistema nervioso crudamente construido y fácilmente irritable por la menor muestra de emociones o sentimientos, el macho trata de imponer un código ‘social’ que asegure una perfecta necedad, inalterable por el rastro más ligero de sentimientos o de alguna opinión enervante.

Él utiliza términos como ‘copular’, ‘comercio sexual’, ‘tener relaciones con’ (para los hombres decir relaciones sexuales es una redundancia), acompañados de gestos artificiosos.

DINERO, MATRIMONIO Y PROSTITUCIÓN, TRABAJO Y PREVENCIÓN DE UNA SOCIEDAD AUTÓMATA

No hay una razón humanamente aceptable para el dinero, o para que alguien trabaje más de dos o tres horas a la semana. Todos lo trabajos no – creativos (prácticamente todos los trabajos hoy ejecutados) pudieron haberse automatizado hace bastante tiempo, y en una sociedad sin ningún sistema monetario todos podríamos tener lo mejor de lo que cada uno quiere. Pero hay razones inhumanas y machistas para querer mantener dicho sistema:

1. La Vagina: Dejando de lado su persona altamente inadecuada, abrumado por una ansiedad intensa y por una soledad honda y profunda, su ser vacío y desesperado quiere vincularse a cualquier mujer con la tenue esperanza de completarse, en la creencia mística de que por tocar oro se convertirá en oro, el hombre busca con avidez la continua compañía de las mujeres. Estar acompañado por la hembra más abyecta es preferible a estar consigo mismo o con otros hombres, que sólo sirven para recordarle su repulsividad.
Pero las mujeres, a menos que sean muy jóvenes o estén enfermas, deben ser obligadas o sobornadas para estar en compañía masculina.

2. El proveer al macho, incapaz de relacionarse, la ilusión de utilidad, le permite tratar de justificar su existencia cavando hoyos y llenándolos. El ocio horroriza al macho, quien no tendrá nada más que hacer que contemplar su grotesco ser. Incapaz de relacionarse o de amar, el hombre debe trabajar. Las mujeres ansían actividades absorbentes, emocionantes y significativas, pero por falta de la oportunidad o de la habilidad para realizarlas, prefieren la ociosidad o gastar su tiempo según su propia elección – dormir, comprar, jugar bowling, billar, cartas y otras, respirar, leer, pasear, soñar despiertas, comer, jugar con ellas mismas, tomar píldoras, ir al cine, hacerse autoanalizar, viajar, criar perros o gatos, caminar en la playa, nadar, mirar TV, escuchar música, decorar sus casas, hacer jardinería, tejer, salir a clubes nocturnos, bailar, visitar lugares, ´expander sus mentes` (tomando cursos), y absorbiendo ´cultura` (lecturas, juegos, conciertos, películas ´artísticas`). Por esto, muchas mujeres, aún asumiendo completa igualdad económica entre ambos sexos, hubieran preferido vivir con machos o meneando sus traseros en la calle, es decir, teniendo la mayor cantidad de tiempo para ellas mismas, a gastar muchas horas del día haciendo trabajos aburridos, estultos, no –creativos para alguien más, funcionando como menos que animales, como máquinas, o, en el mejor de los casos -- si puede conseguir un ´buen` trabajo – comandando un montón de mierda. Entonces, lo que liberaría a las mujeres, del control masculino sería la total eliminación del sistema laboral remunerado, más no el logro de igualdad económica con los hombres.

3. Poder y control. No siendo el amo en sus relaciones personales con mujeres, el macho alcanza su poderío por la manipulación del dinero y todo lo controlado por éste, en otras palabras, todo y todos.

4. El amor substituto. Incapaz de dar amor o afecto, el hombre da dinero. Lo hace sentir maternal. La madre da leche; él da pan. Él es el proveedor del Pan.

5. Proveer al macho una meta. Por su imposibilidad de disfrutar el momento, el hombre necesita algo a lo cual aferrarse, y el dinero le ofrece una meta eterna e interminable: Sólo piense en lo que se podría hacer con 80 trillones de dólares – ¡inviértelo! ¡Y en tres años tendrías 300 trillones de dólares!!!

6. Proveer las bases para la mayor oportunidad del hombre de controlar y manipular – la paternidad.

PATERNIDAD Y ENFERMEDAD MENTAL (miedo, cobardía, timidez, humildad, inseguridad, pasividad):

La madre quiere lo que es mejor para los hijos; Papi sólo quiere lo que es mejor para Papi, eso es paz y tranquilidad, satisfacer sus ilusiones de dignidad (‘respeto’), un buen reflejo de sí mismo (status) y la oportunidad de controlar y manipular, o, si es un padre ‘iluminado’, de ‘dar orientación’. Además da la mano de su hija, a la que quiere sexualmente en matrimonio – pues las otras partes son para él. El Papi, a diferencia de la Madre, nunca puede entregarse a sus hijos como debe, porque busca a toda costa, preservar la ilusión del hombre decidido, de una fortaleza inquebrantable, de razón y fuerza permanentes. El no interferir nunca en el camino de uno lo conduce a la falta de confianza en su habilidad de poder con el mundo y a una aceptación pasiva del estatus quo. La madre ama a sus hijos, aunque algunas veces se enoje, pero el enojo desaparece rápidamente y aún cuando existe, no excluye el amor y la aceptación básica. El Papi emocionalmente enfermo no ama a sus hijos; él simplemente los aprueba – si son ‘buenos’, eso es, si son amables, ‘respetuosos’, obedientes, subordinados a su voluntad, callados y no dados a muestras de temperamento indignos que serían demasiado alterantes para el sistema nervioso masculino fácilmente perturbable de Papi – en otras palabras, son vegetales pasivos. Si no son ‘buenos’, él no se enoja – no si él es un padre moderno y ‘civilizado’ (el anticuado, loco total es preferible, pues es tan ridículo que puede ser fácilmente ignorado) – pero expresa más desaprobación, un estado que, a diferencia del enojo, perdura y descarta una aceptación básica, dejando al niño con el sentimiento de insignificancia y de una obsesión permanente por ser aceptado, siendo el resultado el miedo al pensamiento independiente, que nos lleva a la inconvencional, desaprobación de opiniones y de modos de vida.
Para que el niño gane la aprobación de Papi debe respetarlo y ya que Papi es basura, la única manera de asegurar su respeto es sólo permaneciendo alejado a través del distanciamiento, y actuando bajo el precepto de que ‘la familiaridad genera desprecio’, que es, por supuesto, la verdad si uno es despreciable. Siendo reservado y distante, él puede permanecer desconocido, misterioso, y por lo tanto inspirar miedo (‘respeto’).

La desaprobación de ‘escenas’ emocionales nos lleva a temer las emociones fuertes, a temer nuestra propia ira y odio. El miedo a la ira y al odio cambian con la falta de confianza en nuestra habilidad de lidiar con el mundo y cambiarlo, o siquiera de afectar de la manera más leve nuestro propio destino, lo cual nos conduce a la creencia irracional de que el mundo y la mayoría de personas en él son buenas y que los entretenimientos más banales y triviales son demasiado divertidos y profundamente placenteros.

El efecto de la paternidad específicamente en los machos, es hacerlos ‘Hombres’, eso es, altamente defensivos a todo impulso de pasividad, de mariconada, y a todo deseo de ser mujer. Cada chico quiere imitar a su madre, ser ella, fusionarse con ella, pero Papi se los prohíbe; él es la madre; él logra fusionarse con ella. Así que le enseña al chico, a veces directamente, otras no, a no ser maricón, a actuar como un ‘Hombre’.


El chico, cagado de miedo y ‘respetando’ a su padre, lo complace, se vuelve justo como Papi, modelo de masculinidad, el viejo- ideal Americano—parásito heterosexual de buena conducta.

El efecto de la paternidad en las mujeres es hacerlas hombres – dependientes, pasivas, domesticas, animalísticas, inseguras, buscadoras de la aprobación y la seguridad, cobardes, humildes, ‘respetuosas’ de la autoridad del hombre, cerradas, carentes de intereses, medio- muertas, triviales, débiles, convencionales, insípidas y completamente despreciables. La hijita de Papi, siempre tensa y de miedo, en un entorno de temor (‘respeto’), no sólo está en discapacidad de ver el vacío detrás de la imagen, sino que acepta la definición del hombre como ser superior, y la definición de la mujer, de sí misma, como inferior; es decir, como hombre, que, gracias a su Papi, ella lo es realmente.


La expansión de la paternidad es un resultado general del aumento de la riqueza que la paternidad necesita para prosperar, eso ha causado el aumento general de la inconciencia y el descenso de las mujeres en los Estados Unidos desde 1920. La asociación cercana de afluencia de la paternidad ha llevado a la mayor parte de chicas a ser las chicas incorrectas; principalmente, a las ‘privilegiadas’ de clase media, haciéndolas ‘educadas’.

El efecto de los padres, en suma, ha sido corroer al mundo con la masculinidad. El hombre tiene un tacto de Midas negativo – todo lo que toca lo torna a mierda.

Supresión de la Individualidad, Animalismo (domesticidad y maternidad), y funcionalismo:

El hombre es sólo un montón de reflejos condicionados, incapaz de una respuesta mentalmente libre, él está amarrado a las condiciones tempranas determinadas completamente por sus experiencias pasadas. Sus primeras experiencias son con su madre, lo cual lo ata a lo largo de su vida a ella. Nunca se vuelve completamente claro para él que no es parte de su madre, que él es él y ella es ella.

Su necesidad más grande es ser guiado, refugiado, protegido y admirado por Mamá (los hombres esperan que las mujeres adoren lo que los hace retroceder de horror – ellos mismos) y, siendo completamente físicos, anhelan invertir su tiempo (eso no es invertir ‘en el mundo exterior’ defendiéndose severamente contra su pasividad) sumiéndose a actividades animales básicas – comiendo, durmiendo, cagando, relajándose, y siendo reñidos por mamá. La hija de Papi, pasiva, hueca, siempre ansiosa de aprobación, de una felicitación y de ‘respeto’; reduce fácilmente a Mamá a cualquier pedazo de basura pasando; estúpida ministradora de necesidades físicas, apaciguadora del fastidioso simio, elevadora de su ego ínfimo, apreciadora de lo contemplable: una botella de agua caliente con tetas.


La reducción a animales de las mujeres del segmento más bajo de la sociedad así como para la ‘privilegiada, educada’, es la moción de la humanidad donde Papi reina supremo. Ha sido tan minuciosamente trabajada para trataron de aliviar la pena laboral, es así que decidieron mentir a la nación más avanzada en los años 20tes presentando bebes masticando Hawai en sus tetas. No es por el bienestar de los niños que los ‘expertos’ les dicen a las mujeres que Mamá se debe quedar en casa y ser humillada en el animalismo, sino para el bienestar de Papi. Él necesita de las tetas para sostenerse; para disfrutarlas en lugar de los dolores laborales (medio muerto, el necesita un estímulo terriblemente fuerte que lo haga responder).

Reducir a la mujer a un animal, a una Mamá, a un macho, es necesario tanto por razones psicológicas como prácticas: el hombre es un mero miembro de las especies, intercambiable por cualquier otro macho. No tiene ninguna individualidad bien sentada más que los ítems que lo intrigan, lo que está fuera de ti mismo que lo absorbe, con lo que está en relación. Completamente auto–absorbido, capaz de estar en relación sólo con su cuerpo y sus sensaciones físicas, los hombres se diferencian entre ellos sólo en el grado y en la manera en que intentan defender su pasividad y su deseo de ser mujer.

La individualidad femenina, de la cuál él está sumamente atento, pero la que no comprende y con la que no es capaz de relacionarse o ser emocionalmente codicioso, lo asusta o lo enoja llenándolo de envidia. Entonces él la niega y procede a definir a cada quien en términos de funciones de uso, asignándose a sí mismo, por supuesto, las funciones más importantes—doctor, presidente, científico –por tanto proveyéndose de una identidad, si no de una individualidad, trata de convencerse a sí mismo y a las mujeres (él tiene más éxito convenciendo a las mujeres) que la función femenina es tolerar, criar niños y relajarse, confortar y estimular el ego del hombre; que su función es hacerse intercambiable por cualquier otra mujer. En realidad, la función femenina es relacionarse, disfrutar, amar y ser irremplazable; la función femenina es producir esperma. Ahora tenemos bancos de esperma.

En realidad, la función femenina es explorar, descubrir, inventar, resolver problemas, hacer bromas, música – todo con amor. En otras palabras, crear un mundo mágico.

PREVENCIÓN DE LA PRIVACIDAD:

A pesar de que el hombre, avergonzado de lo que es y casi de todo lo que hace, insiste en la privacidad y en el secreto de su vida en todos los aspectos, él no tiene ninguna consideración real de la privacidad. Siendo vacío, un ser incompleto y dividido, no siendo apto para disfrutar y necesitando la constante compañía femenina, no encuentra en absoluto nada incorrecto en entrometerse en los pensamientos de las mujeres, aún siendo un completo extraño, en cualquier lugar y a cualquier momento. Más bien se siente indignado y agredido cuando es menospreciado por hacer eso, así como está confundido por su vida, no puede entender por qué alguien preferiría mucho más un minuto de soledad a la compañía de cualquier imbesil de por ahí . Deseando convertirse en mujer, él se esfuerza por estar constantemente alrededor de ellas, lo más cercano a convertirse en una, así que crea una ‘sociedad’ basada en la familia- una pareja hombre - mujer y sus hijos, (La excusa perfecta para la existencia de la familia), que virtualmente viven uno encima del otro, viola inescrupulosamente los derechos de la mujer, su privacidad y sanidad.

AISLAMIENTO, SUBURBIOS, Y PREVENCIÓN DE LA COMUNIDAD:

Nuestra sociedad no es una comunidad, sino una aproximación a meras colecciones de unidades de familias aisladas. Desesperadamente inseguro, temiendo que su mujer lo vaya a dejar si está expuesta al contacto con otros hombres o con cualquier vida remotamente parecida, el macho busca aislarla del resto y de la pequeña civilización, así que la lleva a los suburbios, una colección de parejas que se auto- absorben al igual que a sus hijos. El aislamiento le permite tratar de mantener su pretensión de ser individual, convirtiéndose en un ‘individualista duro’, un solitario, comparando la no – cooperación y la soledad con la individualidad.

Hay todavía otra razón para que el hombre se aísle a sí mismo: todo hombre es una isla. Atrapado dentro suyo, emocionalmente aislado, incapaz de relacionarse, el hombre siente horror por la civilización, la gente, las ciudades, las situaciones que requieren una habilidad para entender y relacionarse con las personas. Así que como un conejo asustado, él pequeño idota de papi se refugia, arrastrando su trasero al salvajismo con él, a los suburbios, o en el caso del hippie— ¡su salida, Hombre! –a la postura de la vaca donde él puede coger y respirar sin ser molestado y pasar el rato con sus abalorios y su flauta.

El ‘hippie’, cuyo deseo de ser un ‘Hombre’, un ‘individualista duro’, no es tan fuerte como el hombre promedio, quien, además, está emocionado por la idea de tener bastantes mujeres a su disposición, se rebela contra la aspereza de una vida como sostén de una familia y contra la monotonía de una mujer. En nombre del compartir y la cooperación, él forma una comuna o tribu, que, a pesar de su unión y también por ella misma, no es más comunidad que la ‘sociedad’ normal. (La comuna, siendo la extensión de familia, es la extensión de la violación de los derechos de la mujer, su privacidad y sanidad)

Una comunidad verdadera consiste de individuos – no simples miembros de especie, no parejas—respetando su individualidad mutua y su privacidad, y al mismo tiempo interactuando entre ellos mental y emocionalmente – espíritus libres con una relación libre entre ellos— co-operando mutuamente para lograr fines comunes. Los tradicionalistas dicen que la unidad básica de la sociedad es la familia; los ‘hippies’ dicen la tribu; nadie menciona al individuo.

El ‘hippie’ divaga sobre la individualidad, pero no tiene una mejor concepción de ella que cualquier otro hombre. El desea regresar a la Naturaleza, al salvajismo, al hogar de animales peludos y feroces siendo él uno de ellos, lejos de la ciudad, donde se vea un vago rastro de civilización para vivir al nivel primario de las especies, ocupando su tiempo en actividades no- intelectuales y simples como la ganadería, el sexo y los trabajos manuales. La actividad más importante de la comuna, sobre la cual ella se basa, es la promiscuidad. El ‘hippie’ es seducido por la comuna principalmente por el prospecto de una libertad sexual (vagina a disposición) – la principal comodidad compartida, obtenida sólo por preguntar; pero, cegado por la ambición, él falla al anticiparse a todos los hombres con los que la tiene que compartir, o por celos o por ser poseso; el deseo de tenerla toda para sí mismo lo consume.

Los hombres no pueden co-operar para lograr un fin común, porque el fin de cada hombre es tener todas las vaginas para él. La comuna, por esto, está condenada al fracaso; cada ‘hippie’, en pánico, va a agarrar al primer inocentón que lo saque y se lo lleve fuera de los suburbios lo más rápido que pueda. El hombre no puede progresar socialmente, sino que simplemente oscila, de acá para allá, del aislamiento al pandillaje.

CONFORMIDAD:

Aunque él quiere ser un individuo, se asusta de cualquier cosa de sí mismo que sea ligeramente diferente de otros hombres, pues le causa sospechas de no ser realmente un ‘Hombre’, de ser pasivo y totalmente sexual, una idea bastante enervante. Si otros hombres son “A” y él no, él no debe ser un hombre; sino un maricón. Así que trata de afirmar su ‘Hombría’ siendo como todo el resto. Las diferencias en otros hombres, al igual que en él mismo, lo amenazan; significa que ellos son maricones a los que tiene que evadir a cualquier precio, así que trata de asegurarse la uniformidad de todo el resto.

El hombre se atreve a ser diferente al grado que acepta su pasividad y su deseo de ser mujer, su mariconada. Lo más lejos que un hombre logra llegar es a ser un travestido, pero él es, aunque diferente de otros hombres, exactamente igual a todo el resto travestís; como el funcionalista, él tiene una identidad – él es mujer. Trata de delimitar todos sus problemas – pero aún ninguna individualidad. No completamente convencido de ser mujer, altamente inseguro de no ser suficientemente femenina, conforma compulsivamente al estereotipo del hombre-hecho, terminando como nada más que un fajo artificial de amaneramientos.

Para estar seguro de su ‘Hombría’, el macho debe ver que la hembra sea claramente una ‘Mujer’, el opuesto del ‘Hombre’, eso es, la mujer debe actuar como una maricona. Y la hija de Papi, cuyos instintos femeninos fueron dolorosamente arrancados fuera de ella cuando era pequeña, debe fácil y servicialmente adaptarse a su rol.

AUTORIDAD Y GOBIERNO:

No teniendo noción de bien y mal, no teniendo conciencia, lo que solamente puede ser ítem de tener una habilidad de relacionarse con los demás… no teniendo fe en su ser no – existente, siendo innecesariamente competitivo, y por naturaleza, incapaz de cooperar, el macho siente necesidad de una supervisión externa y de control. Así que crea autoridades – curas, expertos, jefes, líderes, etc – y el gobierno. Deseando que la mujer (Mamá) lo guíe, pero incapaz de aceptar este hecho (él es, después de todo, un Hombre), queriendo jugar a ser mujer, tratando de usurparle su función de Guía y Protectora, busca que todas las autoridades sean hombres.

No hay razón por la que una sociedad constituida por seres racionales capaces de relacionarse entre ellos, completos y sin tener ninguna razón natural para competir, deba tener un gobierno, leyes o líderes.

FILOSOFÍA, RELIGIÓN Y MORALIDAD BASADOS EN EL SEXO:

La incapacidad del hombre de relacionarse con alguien o con algo hace de su vida pueril y sinsentido (la idea fundamental de macho es que la vida es absurda), así que inventa la filosofía y la religión. Siendo vacío, el mira al exterior, no solamente por el deseo de supervisar y controlar, sino por la añoranza de salvación y de un sentido de vida. Siendo la felicidad para él imposible en esta tierra, inventa el Cielo.

Para un hombre, por su falta de habilidad para relacionarse con otros y su ser totalmente sexual, lo ‘incorrecto’ sería la ‘licencia’ sexual’ atractiva a prácticas sexuales pervertidas, que no le permitan defenderse de su pasividad y su sexualidad total; pues si esta fuese satisfecha, destruiría la ‘civilización’, ya que la ‘civilización’ está basada enteramente en la necesidad masculina de defenderse a sí mismo contra estas características. Para una mujer (según los hombres), lo ‘incorrecto’ es cualquier comportamiento que induzca a los hombres a una ‘licencia’ sexual – lo cual originaría la no complacencia de las necesidades masculinas sobre las suyas y la negación a ser un maricón.

La religión no sólo provee al hombre una meta (el Cielo) y lo ayuda a tener a las mujeres atadas a él, sino que le ofrece rituales a través de los cuales puede intentar expiar la culpa y la vergüenza que siente al no defenderse lo suficiente contra sus impulso sexuales; en esencia, la culpa y la vergüenza por ser hombre.

La mayoría de hombres, completamente cobardes, proyectan sus debilidades inherentes en las mujeres, etiquetándolas como debilidades femeninas y se creen a sí mismos tener las fortalezas de las mujeres; la mayoría de filósofos, no tan cobardemente, lidian con el hecho de las carencias existentes en los hombres, pero todavía no pueden enfrentar de que estas sólo estén en los hombres. Así que etiquetan la condición masculina como Condición Humana, después de su problema de la nada, que los horroriza, como un dilema filosófico, por esto dan altura a su animalismo, grandilocuentemente etiquetan su nada como ‘Problema de identidad’, y proceden a hablar pomposamente sobre la ‘Crisis del individuo’, la ‘Esencia del ser’, la ‘Existencia precediendo la Esencia’, los ‘Modos Existenciales del Ser’, etc. etc.


Una mujer no solamente no cuestiona su identidad e individualidad, sino sabe instintivamente que lo incorrecto sólo es herir a los demás, y que el significado de la vida es el amor.

PREJUICIO (racial, étnico, religioso, etc.):

El macho necesita víctimas sobre las cuales pueda proyectar sus sentimientos e inadecuaciones y descargar su frustración de no ser mujer. Las discriminaciones indirectas tienen la ventaja práctica de aumentar sustancialmente la piscina de vaginas disponible para los hombres de la cima.

COMPETENCIA, PRESTIGIO, ESTATUS, EDUCACIÓN FORMAL, IGNORANCIA y CLASES ECONÓMICAS Y SOCIALES:

Teniendo un deseo obsesivo de ser admirados por mujeres, pero sin un merecimiento intrínseco, el macho construye una sociedad altamente artificial permitiéndose apropiar de la apariencia de valioso a través del dinero, prestigio, clase social ‘alta’, grado, posición profesional y conocimiento y, derribando a otros hombres profesional, social, económica y educacionalmente.

El propósito de una educación ‘superior’ no es el de educar sino el de excluir a la mayor cantidad de personas de varias profesiones.

El macho, totalmente físico, incapaz de una compenetración mental, aunque capaz de entender y de usar el conocimiento y las ideas, no puede relacionarlas, ni comprenderlas emocionalmente: él no valora ese conocimiento de ideas para su bienestar propio (son sólo los medios para los fines) y, consecuentemente, no siente necesidad de compañeros mentales, de cultivar la potencialidad intelectual de los otros. Por el contrario, el macho tiene un interés personal por la ignorancia; les da a los pocos hombres eruditos un límite separándolos de los demás, pues el hombre sabe que un hombre culto, conciente de una población femenina significaría el fin del hombre.

Las mujeres sanas y vanidosas quieren la compañía de iguales a los que puedan respetar y disfrutar; los machos y las hembras enfermas, inseguras, desconfiadas de ellas mismas, ansían la compañía de gusanos.

Ninguna revolución social genuina puede ser lograda por los machos, ya que los hombres de arriba quieren el status quo y los de abajo quieren ser los hombres de arriba. El ‘rebelde’ masculino es una farsa; esta es la sociedad masculina, hecha para satisfacer sus necesidades. Él nunca está satisfecho, porque no es capaz de estarlo. Últimamente, contra lo que el ‘rebelde’ masculino se está rebelando es ser hombre. El macho sólo cambia cuando la tecnología lo fuerza, cuando no tiene opción, cuando la ‘sociedad’ alcanza el estado donde él tiene que morir o cambiar. Nosotros estamos en ese estado ahora; si las mujeres no ponen sus traseros en marcha rápido, todas nosotras también podemos morir.

LA PREVENSIÓN DE LA CONVERSACIÓN:

Por ser completamente egocéntrico e incapaz de relacionarse con nada fuera de sí mismo, la ‘conversación’ de los hombres, cuando no es sobre ellos, es un constante zumbido impersonal, eliminando cualquier valor humano. La ‘conversación intelectual’ masculina es un intento forzado y compulsivo de impresionar a las mujeres.

La hijita de Papi, pasiva, voluble, respetuosa e intimidada por los machos, le permite imponer su charla atrozmente aburrida. Eso no es tan difícil para ella, como la tensión y la ansiedad, la falta de serenidad, la inseguridad y la incertidumbre sobre sí misma, la duda de sus propios sentimientos y la sensación de que Papi le ha inculcado sus percepciones superficiales y la ha vuelto incapaz de ver que el balbuceo masculino es sólo balbuceo; como el esteta ‘apreciando’ una mancha etiquetada como ‘Gran Arte’, ella cree que ella está convencida de disfrutar aquello que la aburre como mierda. No sólo permite que el balbuceo la domine, sino que adapta su propia conversación de acuerdo a él.

Entrenada desde la infancia a la amabilidad, a la cortesía y a la ‘dignidad’, en la complacencia de la necesidad masculina de su animalismo disfrazado, ella es obligada a reducir su propia ‘conversación’ a una charla corta y a una evasión insípida de cualquier tema fuera de lo completamente trivial—o es ‘educada’ para discusiones ‘intelectuales’, eso es, discursos impersonales en distracciones irrelevantes—el Burdo Producto Nacional, El Mercado Común, la influencia de Rimbaud en la pintura simbolista. Tan adepta es a complacer, que eventualmente esto se convierte en su segunda naturaleza y ella continúa satisfaciendo al hombre hasta cuando sólo está en compañía femenina.

Aparte de complacerlo, su ‘conversación’ está tan limitada por su inseguridad de expresar opiniones originales y pervertidas y por la absorción en sí misma basada en dicha inseguridad, que dicha conversación se ve impedida de ser encantadora. La amabilidad, cordialidad, ‘dignidad’, inseguridad, y auto- absorción son difícilmente propicias para la intensidad y el ingenio, cualidades que hacen de una conversación digna de su nombre. La cual es poco prolífera, pues sólo mujeres completamente confiadas en ellas mismas, arrogantes, extrovertidas, orgullosas, mentalmente fuertes son capaces de una conversación maliciosa, intensa, e ingeniosa.

LA PREVENCIÓN DE LA AMISTAD (Amor):

Los hombres sienten desprecio por ellos mismos, y por el resto de hombres a los cuales contemplan más que casualmente y de los que ellos no piensan que son mujeres, (por ejemplo analistas ‘compasivos’ y ‘Grandes Artistas’) o agentes de Dios; además de por todas las mujeres que los respetan y complacen: las inseguras, ávidas de aprobación, contemplativas, las hombres- mujeres que sienten desprecio por ellas mismas y por todas las mujeres como ellas: las mujeres seguras de sí mismas, cambiantes, que buscan emoción, sienten desdén por los hombres y por las hombres- mujeres contemplativas. En resumen, el desprecio es la orden del día.

El amor no es dependiente del sexo; pero la amistad, y por lo tanto, el amor, no puede existir entre dos hombres, entre hombre y mujer, o entre dos mujeres, si una o ambas personas es un macho sin cerebro, inseguro, y complaciente; como en la conversación, la vida sólo puede existir entre dos mujeres, seguras, de libre pensamiento, independientes, ambiciosas; ya que la amistad está basada en el respeto, no el desprecio.

Hasta entre las mujeres ambiciosas la amistad profunda rara vez ocurre en la adultez, como casi todas ellas están atadas a los hombres para sobrevivir económicamente, o atascadas en buscar la salida a través de la jungla y en tratar de mantener sus cabezas sobre la masa amorfa.

El amor no puede florecer en una sociedad basada en el dinero y en el trabajo sin sentido: este requiere una completa libertad tanto económica como personal, porque sino se pierde el tiempo y la oportunidad de comprometerse en actividades intensas, fascinantes, emocionalmente gratificantes que, cuando las compartimos con la gente que uno respeta, conllevan a la amistad. Nuestra ‘sociedad’ provee prácticamente ninguna oportunidad de comprometerse en dichas actividades.


Habiendo desnudado al mundo de la conversación, la amistad y el amor, el macho nos ofrece estos substitutos irrisorios:


EL GRAN ARTE Y LA CULTURA

El macho “artista”, tiende a resolver el dilema de no poder vivir ni ser mujer, construyendo un mundo sumamente artificial; en el cual, él mismo se heroíza; desplazando las características femeninas para, reducir a la mujer a roles limitadísimos e insípidamente subordinados; en otras palabras, queda minimizada a ser un hombre.

La finalidad artística que posee el macho, no es comunicar (al tratarse de un ser vacío, no tiene nada por decir) sino, disfrazar su brutalidad recurriendo al simbolismo y a la oscuridad (temas “profundos”). La mayoría de las personas, particularmente las “instruidas”, carentes de confianza hacia sus propios juicios, humildes, respetuosas de la autoridad (papá lo sabe mejor) aprenden fácilmente a creer que; la oscuridad, la evasividad, la incomprensibilidad, la ambigüedad, el ser indirectos y el tedio, son símbolos o señales de la profundidad y la iluminación.

El “Gran Arte” es la prueba que los hombres son superiores a las mujeres, que los hombres son mujeres, siendo casi todo etiquetado bajo el nombre de “gran arte”, como cuando las antifeministas son aficionadas a recordarnos todo lo que fue creado por los hombres. Sabemos pues, que el gran arte es fenomenal porque las autoridades masculinas así lo han establecido y manifestado y no podemos afirmar lo contrario, cuando solamente aquéllos que poseen la sensibilidad exquisita, muy superior a la nuestra, pueden apreciar la bazofia que disfrutan.

Apreciar es todo lo que sabe hacer el hombre “educado”, pasivo e incapaz; carece de la imaginación e ingenio que debe probar para salir del paso; incapaz de crear sus propias diversiones, de crear un mundo pequeño por él mismo, para afectar en lo mas mínimo su ambiente, debe aceptar lo que le es dado; no logrando crear o relacionarse, actúa de espectador. La absorción de la cultura es un intento desesperado y frenético de pasarla bien y divertirse en un mundo aburrido, de escapar al horror de una existencia estéril, insignificante y tonta. La cultura provee al ego del incompetente una dádiva pacificadora, a través de la cual, se racionalizan y justifican las expectativas inertes; pueden sentirse orgullosos de poseer la habilidad para apreciar las cosas más sublimes, de ver una joya donde sólo hay mierda (quieren ser admirados por admirar). Carecen de confianza en su capacidad de poder cambiar algo, resignados al status quo, tienen que ver la belleza en la mierda, porque mierda es todo lo que alguna vez tendrán.


La veneración del Arte y la Cultura – Además de desplegar a muchas mujeres a la actividad aburrida, pasiva que las distrae de actividades más importantes y gratificantes, de asociarse a habilidades activas; nos conduce a una intrusión continua de nuestra sensibilidad a disertaciones pomposas sobre la belleza de los tiempos. Esto permite que el artista sea mostrado como único poseedor de sentimientos superiores, percepciones, visiones y juicios, socavando así la confianza de mujeres inseguras en el valor y validez de sus propios sentimientos, visiones y juicios.

El macho, teniendo una sensibilidad muy limitada y, por consecuencia percepciones, visiones y sentimientos mínimos, necesita del artista para que lo guíe y lo instruya sobre lo que realmente es la vida. Pero el artista hombre, siendo totalmente sexual, incapaz de interesarse en algo más allá de su propia sensación física, teniendo nada para expresar fuera de su concepto vano y absurdo sobre la vida, no puede ser un artista. ¿Cómo puede decirnos sobre todo lo que es la vida alguien que no es capaz de vivir? El hombre artista es sólo una contradicción en sus términos. Un degenerado puede solamente producir arte degenerado. El verdadero artista es siempre seguro de sí mismo. El verdadero artista es cada mujer segura y sana, y en una sociedad de sexo femenino, el arte (la única Cultura), será el de las mujeres orgullosas, excéntricas que buscan afirmarse sobre sí y sobre todo lo demás en el universo.

SEXUALIDAD

El sexo no forma parte de una relación: por el contrario, es una experiencia solitaria, no creativa, una manera grosera de perder el tiempo. La mujer fácilmente puede –más de lo que imagina—condicionar y restringir su impulso sexual, dejándola completamente libre, fresca y cerebral para perseguir las relaciones y actividades realmente valiosas; pero el macho, que parece incitar sexualmente a la mujer y que trata constantemente de seducirla, estimula aquéllas altamente excitadas a introducirse al frenesí de la lujuria, incitándola a un abismo sexual del cual muy pocas logran escapar. El macho lascivo excita a la mujer lujuriosa; tiene que hacerlo—cuando la mujer trascienda su cuerpo, se eleve por encima del animalismo, el macho, cuyo ego se limita a su falo, desaparecerá.

El sexo es el refugio de la brutalidad. Cuanto más estúpida la mujer, más profundamente arraigada estará en la cultura del macho, en otras palabras, cuanto más simpática, más sexual. Las mujeres más bellas de nuestra sociedad provocan delirio en los maniacos sexuales. Pero, al ser sólo excepcionalmente encantadoras, evitan, por supuesto, el limitarse únicamente a follar; prefieren hacer el amor, crear una comunión a través de los cuerpos y establecer la compenetración sensual; las literarias están preparadas para las palpitaciones de Eros, y consiguen un embrague sobre el universo; las religiosas logran una comunión espiritual con el sensualismo divino; las místicas se unen con el principio erótico y se fusionan con el Cosmos, y las cabezas ácidas hacen contacto con sus células eróticas.

Por otra parte, aquellas mujeres menos arraigadas en la cultura del macho, las menos hermosas, aquéllas almas groseras y simples que reducen el coger a coger, las demasiado infantiles para el mundo adulto de los suburbios, hipotecas, trapeadores y caca de bebé, demasiado egoístas para criar hijos y maridos. Demasiado salvajes para dar importancia a las opiniones de los demás sobre ellas, muy arrogantes para respetar a papá, a los grandes o a la profunda sabiduría de los ancianos; confían solamente en su instinto animal, que equipara la cultura con un gallinero, cuya única diversión es el de ser vagabundos de emociones, gozos y excitación, culminando en escenas inquietantes y repugnantes; violentas brujas dispuestas a atropellar a todo aquel que las irrite, quienes no temen apuñalarlo en el pecho si supieran que con ello podrían deshacerse de él, en otras palabras, aquellas que por los patrones de nuestra cultura son SCUM…estas mujeres son frescas, cerebrales y sexualmente desinteresadas.

Libres del decoro, la amabilidad, discreción, de la opinión pública, la moralidad, del respeto a idiotas, siempre horribles, sucias, viles, las SCUM arriban… a todas partes…a todas partes… a todas partes, lo han visto todo –cada parte-- han hecho todo – la escena de mierda, la escena de lesbiana, todo el tinglar, el coito, la chupada, la del coño y de la verga, han presenciado todos los números habidos y por haber, han paseado todas la calles y se han tirado a todos los puercos… es necesario haber experimentado la cópula hasta hartarse para profesar la anti-cópula, y las SCUM han vivido toda clase de experiencias, y ahora están preparadas para un nuevo espectáculo; quieren vibrar, despegar, surgir. Pero SCUM no prevalece, aún permanece en la zanja de nuestra “sociedad”. Y si la bomba no estalla, la sociedad reventará por sí sola hasta llegar a la muerte.

EL ABURRIMIENTO
La vida en una sociedad hecha por y para criaturas que cuando no son horrorosas y deprimentes, son completamente aburridas; sólo puede ser, si no siniestra y deprimente, absolutamente tediosa.

LA RESERVA, LA CENSURA, LA SUPRESIÓN DE CONOCIMIENTOS E IDEAS Y LAS REVELACIONES

El miedo más horroroso, profundamente arraigado y secreto de cada hombre es el descubrir que no es mujer, sino un macho, un animal infrahumano. Aunque la amabilidad, la belleza y la dignidad son suficientes para impedir la revelación de la verdad a un nivel personal, el hombre, para evitar que se descubra la impostura general del sexo masculino como un todo, y mantener su antinatural posición dominante en la sociedad, recurre a:

1. La Censura. Respondiendo reflexivamente a trabajos y frases aisladas en vez de reaccionar inteligentemente a los significados en conjunto, el macho tiende a prevenir que se despierte y se descubra su brutalidad, censurando no sólo la “pornografía”, sino también cualquier obra que contenga “palabras sucias” sin importar el contexto en que sean empleadas.

2. La Supresión de todas las ideas y conocimientos que puedan exponerlo o amenazar su posición dominante en la sociedad. Muchos datos psicológicos y biológicos son suprimidos ya que prueban la grotesca inferioridad del hombre a la mujer. También el problema de la enfermedad mental nunca podrá ser resuelto mientras el hombre mantenga el control y el poder, porque, en primer lugar, los hombres tiene un interés adquirido en ello (sólo las mujeres que tienen poca capacidad cerebral, pueden permitir hasta el mínimo intento de control por parte del macho), y en segundo lugar, el macho se niega a admitir, que como padre, es causante del origen de las enfermedades mentales en nuevas generaciones.

3. Las Revelaciones. El deleite principal en la vida del macho - en caso de que esta criatura, tensa y horrorosa, sea capaz de deleitarse con algo – es el de exponer y denunciar a los demás. No importa mucho cómo sean sacados a la luz, mientras sean expuestos; así, distrae la atención que pueda recaer sobre sí mismo. Exponer a otros como agentes enemigos (comunistas y socialistas) es uno de sus pasatiempos favoritos; de esta manera, retira cualquier tipo de amenaza contra sí, contra su país y contra el mundo Occidental. (La mierda no está en el; sino en Rusia).

LA DESCONFIANZA

Incapaz de comprender a los demás de sentir cariño o lealtad, centrado en sí mismo, el macho no le halla sentido a la jugada limpia; cobarde, necesita agradar a la mujer constantemente para obtener su aprobación, siempre al borde –falso- para que su brutalidad y su condición de macho no sean descubiertas, por la necesidad constante de ocultarse debe mentir permanentemente; estando vacío, no tiene honor ni integridad, ignora lo que representan esas palabras. En resumen, el macho es traidor, y la única actitud apropiada en una sociedad machista es el cinismo y la desconfianza.

LA FEALDAD

Siendo totalmente sexual, incapaz de dar respuestas cerebrales o estéticas, absolutamente materialista y avaro, el hombre, además de imponer el “Gran Arte” al mundo, ha decorado sus ciudades sin paisajes, con horrendos edificios (por dentro y por fuera), horribles decoraciones, carteleras, autopistas, automóviles, camiones de basura y, con mayor notoriedad, su propia identidad putrefacta.

EL ODIO Y LA VIOLENCIA

El hombre vive consumido por la tensión, por la frustración que le produce el no ser mujer, el no ser capaz de conseguir satisfacción o placer de ningún tipo; vive carcomido por el odio – no por el odio sensato que es dirigido aquellos que insultan o abusan de uno—sino por el odio irracional, indiscriminado… odio, en esencia, contra su propia inútil y mediocre identidad.

La violencia, además de probar que él es un “hombre”, sirve de salida para su odio y, además, - el macho sólo siendo capaz de las reacciones sexuales, necesita estímulos muy fuertes para animar su personalidad medio muerta- lo suministra con una emoción poco sexual.


LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE

Todas las enfermedades tienen cura, y el proceso de envejecimiento- muerte es atribuido a la enfermedad; es posible, por lo tanto, nunca envejecer y vivir eternamente. A decir verdad, los problemas del envejecimiento y la muerte podrían ser solucionados dentro de algunos años si, un golpe científico -supremo y enorme- fuera puesto sobre el problema. Sin embargo, esto no ocurrirá mientras se siga dando todo lo que el macho ha establecido, porque:

1. Los científicos machos, que son demasiados, huyen de las investigaciones biológicas, aterrados con el descubrimiento de que los hombres son mujeres, y que sus programas de investigación demuestran una marcada preferencia por los objetivos viriles, la guerra y la muerte.
2. El desaliento en potencia de muchos científicos de las carreras tecnológicas por la rigidez, el tedio, el costo, el consumo del tiempo, y la exclusividad injusta de nuestro sistema educativo "superior".
3. La Propaganda diseminada por profesionales machos inseguros, que protegen sus puestos celosamente, con el propósito de que solamente una reducida y muy selecta élite esté preparada para comprender los conceptos científicos abstractos.
4. La falta de confianza que provoca el sistema paterno, orienta a muchas jóvenes talentosas a renunciar a convertirse en científicas.
5. La automatización es insuficiente: Ahora existe una profusión de datos que, si los ordenamos y correlacionamos, revelarán la cura para el cáncer y algunas otras enfermedades; posiblemente la clave de la vida misma. Pero los datos son tan numerosos que requieren computadoras de alta velocidad para poder coordinarlo todo. La institución de computadoras permanecerá interminablemente retrasada bajo el sistema del control machista, ya que el hombre siente horror ante la posibilidad de ser reemplazado por las máquinas.
6. El sistema monetario necesita nuevos productos. Los pocos científicos que no están trabajando en programas mortíferos, están atados a realizar investigaciones para las corporaciones donde trabajan.
7. A los hombres les gusta la muerte –les excita sexualmente y, aunque por dentro ya están muertos, desean morir.
8. El prejuicio del sistema monetario para los científicos menos creativos. La mayoría de los científicos son de familias por lo menos relativamente prósperas donde papá es el supremo gobernante.

Incapaz de un positivo estado de felicidad, que es lo único que puede justificar la propia existencia; el macho como máximo está relajado, cómodo, neutral, y esta condición es sumamente efímera, cuando el aburrimiento, un estado negativo, lo invade es, por lo tanto, condenado a una existencia de sufrimiento, aliviado solamente por prolongaciones ocasionales, fugaces momentos de tranquilidad, que puede lograrse solamente a expensas de una mujer. El hombre, por su naturaleza, es una sanguijuela, un parásito emocional y, en consecuencia, no está apto, éticamente, para vivir; pues nadie tiene el derecho a vivir a costa de otra persona.


Así como los seres humanos tienen un derecho prioritario a la existencia sobre los perros (por ser mucho más evolucionados y tener una conciencia superior), igualmente la tienen las mujeres sobre los hombres. La eliminación de cualquier macho es, un acto de bondad y justicia, supremamente beneficiosa para las mujeres tanto como un acto de piedad hacia los hombres.

Sin embargo, este asunto moral podría resultar académico por el hecho de que el macho se está eliminando gradualmente así mismo. Además de participar en las consagradas guerras y en los disturbios raciales recopilados por la historia, los hombres se vuelven cada vez más maricas o se consumen por medio de las drogas. La mujer, le guste o no, tomará el mundo a su cargo, aunque sólo sea porque debe hacerlo, pues el hombre, por razones y propósitos prácticos, dejará de existir.

El aceleramiento de esta tendencia, se debe al hecho de que los hombres están adquiriendo una visión más clara y egoísta de sus intereses; se están dando cuenta de que el interés femenino está dentro de su propio beneficio, que pueden sobrevivir solamente a través de ellas y que cuanto más la mujer esté animada a vivir, a realizarse, a ser una mujer y no un macho, más próximos ellos se sentirán a lo que realmente es la vida; han llegado a percibir que es más fácil y satisfactorio vivir a través de ella, que tratar de ser ella y usurpar sus cualidades, declarándolas propias, desplazando a las mujeres y afirmando que son hombres. El fámulo –marica- que acepta su virilidad, es decir su pasividad y sexualidad total, su feminidad, también prefiere que las mujeres sean verdaderamente femeninas, ya que de esta manera, resulta más sencillo para el macho ser femenino. Si los hombres fueran sabios, tratarían de buscar la manera de convertirse en verdaderas mujeres, realizarían intensas investigaciones biológicas, que los llevarían, a través de operaciones del cerebro y el sistema nervioso, a realmente ser transformado en mujer; tanto en la psiquis, como en el cuerpo.

Es un problema saber si deberá continuar el uso de mujeres para fines reproductivos o si tal función se realizará en un laboratorio: ¿qué pasará cuando cada mujer, a partir de los doce años, tome habitualmente la píldora y no se produzcan más descuidos involuntarios? ¿Cuántas mujeres aceptarán deliberadamente quedar embarazadas? No, Virginia, las mujeres no sólo gozan criando como yeguas, a pesar de lo que digan la masa de mujeres robot sometidas a un lavado de cerebro. Cuando la sociedad esté constituida por la conciencia plena, la respuesta será nula. ¿Cierto porcentaje de mujeres debería ser apartado a la fuerza para servir de yeguas de crianza para la especie? Obviamente esto no servirá. La respuesta es la producción de bebés en un laboratorio.

En cuanto al asunto de continuar o no la reproducción del género masculino, ya no es un problema; ya que el macho, de la misma manera que la enfermedad, ha existido entre nosotros siempre y no debería seguir existiendo. Cuando el control genético sea posible - y pronto lo será - se da por entendido que debemos producir solamente seres enteros, completos, no con defectos físicos o deficiencias, incluyendo las emocionales, como la virilidad. Así como la producción deliberada de personas ciegas sería inmoral, también lo es la producción deliberada de lisiados emocionales.

¿Por qué producir incluso mujeres? ¿Por qué debe haber futuras generaciones? ¿Cuál es el propósito? Cuando el envejecimiento y muerte sean eliminados, ¿por qué continuar reproduciendo? ¿Por qué debemos preocuparnos por lo que va a ocurrir cuando estamos muertos? ¿Por qué preocuparse de que haya una generación más joven que nos suceda?

Al final el curso natural de los eventos, de la evolución social, estará en manos del sexo femenino y, posteriormente, cesaría la producción de machos así como al de mujeres.

Pero SCUM está impaciente; SCUM no se consuela con la idea de que las futuras generaciones crecerán; SCUM quiere actuar ya, viviendo para sí. Y, si la mayoría de mujeres fueran SCUM, podrían adquirir el control completo de este país en pocas semanas, retirándose de la fuerza laboral, paralizando así a la nación entera. Las medidas adicionales, que serían suficientes para afectar totalmente la economía y todo lo demás, sería que las mujeres se declararan externas al sistema monetario, que saquearan los almacenes en vez de comprar en ellos y se negaran a obedecer toda ley incordiante. Las fuerzas policiales, guardia nacional, el Ejército, la Marina y marines fusionados, no podían aplastar una rebelión de más de la mitad de la población, particularmente cuándo está protagonizado por mujeres, absolutamente imprescindibles para ellos.

Si todas mujeres abandonaran a los hombres, se negaran a tener algo que ver con alguno de ellos – todos los hombres, los del gobierno, y la economía nacional, se desplomaría completamente. Incluso sin dejar a los hombres, las mujeres que son conscientes de la extensión de su superioridad y de su poder sobre hombres, podrían adquirir el control completo sobre todo en algunas semanas, podrían someter completamente a los hombres. En una sociedad cuerda, el macho trotaría obedientemente detrás de la mujer. El macho sería dócil, sujeto a la dominación de cualquier mujer empeñada en dominarlo. El macho, a decir verdad, quiere desesperadamente, ser sometido por mujeres, vivir bajo la autoridad de su mamá, quiere entregarse a sus cuidados. Pero ésta no es una sociedad cuerda, y la mayoría de las mujeres no están conscientes de lo que realmente son en relación con los hombres.

El conflicto, por lo tanto, no es entre mujeres y hombres, sino entre SCUM -mujeres dominantes, seguras, osadas, violentas, arrogantes, egoístas, independientes y orgullosas, quienes se consideran capaces de gobernar el universo, mujeres que han luchado contra viento y marea hasta alcanzar los límites de esta sociedad y que están listas para hacerla girar sobre a algo mucho más desenfrenado- y; las “hijas de papá”, amables, pasivas, complacientes, educadas, dignas, subyugadas, temerosas, dependientes, grises, angustiadas, ávidas de aprobación, desconcertadas ante lo desconocido, quienes quieren quedarse atrás con los simios, que se sienten seguras solamente con papá, con un hombre fuerte y grande del cual depender, necesitan ver una cara fofa y peluda en la Casa Blanca, demasiado cobardes para afrontar la realidad horrorosa de qué es un hombre, qué es papá, quien se ha acostumbrado a vivir con los cerdos, quien se ha adaptado al animalismo, quien se siente superficialmente cómodo con éste y no conoce otra forma de "Vida", quien se ha reducido a su mente, ideas y visiones para encajar al nivel del macho; quién, carece de juicio, imaginación e ingenio puede tener valor solamente en una "Sociedad" machista, con un lugar en el sol (o mejor, en el légamo), como cluecas, reforzadoras del ego, relajadoras , rechazadas por otras mujeres, que proyectan sus deficiencias, su virilidad en todas las mujeres, a las que considera como gusanos.

SCUM es demasiado impaciente como para esperar a que se produzca el deslavado de cerebro de millones de estúpidas que hay. ¿Por qué deben las mujeres impetuosas continuar arrastrándose con dificultad de manera sombría al mismo tiempo que las mujeres-macho? ¿Por qué deben estar entrelazados el destino de los seres capaces y de los tarados? ¿Por qué deben las activas e imaginativas tolerar y tener en cuenta a las pasivas y mediocres? ¿Por qué deben ser confinadas a la alcantarilla las dependientes (que necesitan a papá) con las independientes? Un pequeño comando de SCUM podría encargarse del país en un año apoderándose del sistema, destruyendo la propiedad, y el homicidio de forma progresiva y selectiva.

SCUM se hará miembro de la fuerza eculatoria; conseguirán trabajos en las diversas clases de desempleo. Por ejemplo, las vendedoras SCUM no cobrarán por mercancía; las operadoras de teléfono SCUM no lucrarán con las llamadas; las oficinistas y operarias SCUM, además de escoger su trabajo, destruirán equipo en secreto. Las SCUM “destrabajarán” sistemáticamente hasta ser despedidas, después buscaran un nuevo empleo para así sabotearlo.

SCUM tomará por asalto a conductores de autobús, taxistas y vendedores de billetes de los subterráneos; operará autobuses y taxis y distribuirá billetes al público de forma gratuita.

SCUM destruirá todos los objetos inútiles y perjudiciales - automóviles, escaparates, el "Gran Arte", etc.

Con el tiempo SCUM se encargará de los medios - radio y redes de televisión - relevando de sus trabajos a todos aquellos empleados que podrían impedir la entrada de SCUM a los estudios de transmisión.

SCUM se arremeterá contra las parejas mixtas (macho - mujer) que encuentre a su paso y las desmantelará.

SCUM matará a todos hombres que no sean miembros de las tropas auxiliares masculinas de SCUM. Los hombres miembros de las tropas auxiliares, son aquéllos que están trabajando diligentemente para eliminarse, hombres que, sin considerar sus motivos, hacen bien, hombres que niegan las reglas del juego de SCUM. Algunos ejemplos son: hombres que matan a hombres; científicos biólogos que están trabajando en programas constructivos, estando en contra de la guerra biológica; periodistas, autores, editores, escritores y productores que diseminan y promueven las ideas que darán como resultado el logro de los objetivos SCUM; los maricas que, con su ejemplo llameante, animan a otros hombres a desmachizarse y así volverse relativamente inofensivos; hombres que dan cosas constantemente - dinero, servicios; hombres que dicen la verdad (ninguno lo ha hecho), que ponen a mujeres “derechas”, que revelan la verdad sobre sí, que dan oraciones para repetir como un loro, que dicen que el objetivo principal en la vida de una mujer, debe ser el aplastar al sexo masculino (para ayudar a los hombres a desempeñar esta tareas, SCUM dirigirá Sesiones Miérdicas, en las cuales, cada macho dará un discurso que comenzará con la oración: “Soy una mierda, un mojón de mierda humilde ", luego pasará a poner en una lista todos los aspectos de su mierdicidad. Su recompensa será la oportunidad de confraternizar después de la sesión durante una hora entera y seguida con las SCUM presentes. Las mujeres serán invitadas a las sesiones para ayudar a aclarar cualquier duda y malentendido que puedan tener sobre el sexo masculino; fabricantes y promotores de libros y películas pornográficas, etc, que conducirán el día cuando todo lo que se mostrará en la pantalla será el chupar y el Coger (los machos, como las ratas siguiendo al demagogo, serán atraídos a su juicio final, estarán agobiados y sumergidos y se ahogarán al final en la carne pasiva que son); narcotraficantes, que están acelerando la decadencia masculina.

Ser miembro de las tropas auxiliares, es una condición necesaria pero no suficiente para ser de la lista de indultados de SCUM; no es suficiente hacer el bien para salvar sus traseros insignificantes; asimismo, los hombres deben evitar el mal.


Algunos ejemplos de los tipos más odiosos o perjudiciales son: violadores, políticos y todos los que están a su servicio (defensores, miembros de partidos políticos, etc) cantantes y músicos malísimos; Presidentes de juntas; sostenes de la familia; arrendadores; propietarios de restaurantuchos que tocan la música ambiental "Grandes artistas"; los cobardes; policías; magnates; científicos que trabajan sobre programas de muerte y destrucción o para la industria privada (prácticamente todos los científicos); mentirosos y farsantes; los disc-jockeys; hombres que se entremeten de la manera más leve sobre cualquier mujer extraña; hombres de bienes raíces; corredores de bolsa; aquellos hombres que hablan cuando no tienen que hacerlo; hombres que se sientan ociosos en la calle y estropean el paisaje con su presencia; comerciantes; artistas plagiadores; los sucios; los moscones; hombres que de la manera más trivial dañan a la mujer; todos los hombres en la industria de la publicidad; psiquiatras y psicólogos, clínicos, autores deshonestos, periodistas, editores, escritores, etcétera.; censores sobre ambos niveles (públicos y privados); todos los miembros de las fuerzas armadas, incluyendo reclutas (LBJ y McNamara dan órdenes, pero los militares de servicio las realizan) y particularmente pilotos (si la bomba cae, LBJ no la arrojará; un piloto sí). En el caso de un hombre, cuyo comportamiento puede considerarse tanto malo como bueno, una evaluación subjetiva y completa de su persona, será hecha para determinar si su comportamiento es, en el balance, bueno o malo.

Resulta muy tentador coger a la mujer, a los "Grandes artistas", a los mentirosos y farsantes etc. al mismo tiempo que a los hombres, pero eso sería inconveniente, pues no quedaría nadie. Todas las mujeres poseen algo que, en mayor o menor grado, huele a podrido, pero esto se debe a toda una vida de convivencia con el hombre. La eliminación de los hombres, pondrían a las mujeres en condiciones favorables. Ellas son mejorables; los hombres no (aunque su comportamiento pueda cambiar). Cuando SCUM se deshaga de ellos, alcanzarán la perfección con mayor rapidez.

Cuando elimine el sistema, el saqueo, la pareja; destruya y asesine, SCUM ganará reclutas. Ganará material humano de élite - las activistas duras (pendejas, saqueadoras y destructoras) para luego dar paso a la élite de la élite - las asesinas-

Abandonar no es la respuesta, la solución no es dejar que todo se derrumbe, dar por el culo al sistema sí. La mayoría de mujeres viven marginadas: nunca estuvieron integradas. Vivir al margen da el control a esas pocas que no abandonaron; marginarse es exactamente lo que quieren que hagamos los líderes establecidos; es jugar en las manos del enemigo; refuerza el sistema en lugar de socavarlo, ya que está basado completamente sobre la inactividad, en la pasividad, la apatía y en la retracción de la masa de mujeres. Abandonar, sin embargo, es una solución excelente para los hombres, y SCUM los eliminará con entusiasmo.

Buscar en uno mismo la salvación, contemplar el interior, no es la solución, como la gente desertora nos lo ha hecho creer. La felicidad está fuera de uno, y se encuentra al interactuar con otros. El olvido del propio yo debe ser el objetivo de cada uno, no la identidad - absorción. El macho, capaz solamente de esto último, hace una virtud de la culpa irremediable y pone a la identidad - absorción, como un Bien Filosófico, y consigue que parezca profundo.

SCUM no formará parte de un piquete, se manifiesta, marcha o ataca para intentar alcanzar sus fines. Tales tácticas son solamente útiles para damas bonitas, refinadas; que, escrupulosamente lo llevan a cabo porque poseen la garantía de su inutilidad. Además, solamente las mujeres-machos, decentes y con una vida limpia, entrenadas para sumergirse en su propia especie, se confunden con la masa y la muchedumbre. SCUM está constituido por individuos; SCUM no es una masa, una muchedumbre. Solamente el número de personas estrictamente necesario llevarán a cabo las acciones SCUM. Además, SCUM, al ser frío y egoísta no expondrá su cabeza; para que sea de las damas, de clase media, bonitas, privilegiadas y educadas con una estima alta por papá y policías. Si SCUM alguna vez marcha, estará sobre la superficie estúpida y repugnante del presidente; si SCUM alguna vez ataca, estará en la oscuridad con una hoja de seis pulgadas.

SCUM operará criminalidad en contra de una base de resistencia pasiva (aquellos que estén en desacuerdo con infringir la ley abiertamente) sin miedo de ir a la cárcel para llamar la atención sobre la injusticia. Tales tácticas reconocen la rectitud del sistema en conjunto y son usadas sólo para modificar ligeramente las leyes específicas. SCUM está en contra del sistema entero, contra la idea de ley y gobierno. SCUM nace para destruir el sistema, no para conseguir ciertos derechos dentro de él. También, SCUM - siempre egoísta, siempre fresco - aspirará a evitar la detección y el castigo. SCUM será furtivo, turbio, taimado (aunque los homicidios de SCUM serán siempre reconocidos).

Tanto la destrucción como el asesinato serán selectos y discriminados. SCUM está contra los tumultos - enloquecidos e indiscriminados, sin un objetivo claro, que resultan en muchos casos perjudiciales para sus propios partidarios. SCUM nunca instigará, apoyará o participará en los tumultos de ninguna clase o de cualquier otra forma de destrucción indiscriminada. SCUM acechará a su presa, furtivamente, imperturbable y se instalará silenciosamente para la misma. La destrucción nunca provocará bloqueos de carreteras (necesarias para el transporte de comida o otros suministros esenciales), contaminación o corte de la provisión de agua, bloqueo de calles y tráfico, hasta el punto de que las ambulancias no puedan pasar; o impedir el funcionamiento de hospitales.

SCUM seguirá destruyendo, saqueando, desorganizando y matando, hasta que el sistema laboral-monetario deje de existir y la automatización sea completamente instituida o, hasta que las mujeres necesarias cooperen con SCUM para hacer la violencia superflua y así conseguir los objetivos de una manera pacífica, es decir, hasta que suficientes mujeres no trabajen o abandonen sus puestos de trabajo, empiecen a saquear, dejen a los hombres y se nieguen a obedecer todas las leyes inapropiadas para una sociedad realmente “civilizada”. Bastantes mujeres engrosarán las filas, pero tantas otras, que se rindieron hace mucho ante el enemigo, que se adaptaron a las restricciones y a las limitaciones del animalismo, al machismo; que les gusta, no saber qué hacer con la libertad; que continúan siendo aduladoras, serviles, así como los campesinos en los arrozales, se quedarán campesinos en arrozales cuando un régimen derribe otro. Algunas se enfurruñarán y echarán sus juguetes y trapos de cocina al piso, pero SCUM, continuará imponiéndose, imperdurable, sobre ellas.

Una sociedad totalmente automatizada puede conseguirse rápidamente una vez que haya demanda pública para ella. Los planos son ya existentes, y esta construcción tomará solamente algunas semanas con millones de personas trabajando en ella. Aun suprimiendo el sistema monetario, todos se sentirán felices de construir, ayudar y conseguir la sociedad automatizada. Señalará el origen de una era nueva y fantástica, y una atmósfera de fiesta será la que acompañará la construcción de la misma.

La supresión del dinero y la institución completa de la automatización, son objetivos básicos para todas las reformas de SCUM; sin estas dos, las demás resultarían imposibles; con ellas las otras tendrán lugar rápidamente. El gobierno, colapsará automáticamente. Con la automatización completa será posible que cada mujer pueda votar por medio de una máquina electrónica instalada en su casa. Debido a que el gobierno está casi completamente ocupado regulando los acontecimientos económicos y legislando contra los temas confidenciales, la eliminación de bastos de dinero y con él, la de los machos que desean legislar la "Moral", esto significará que prácticamente no habrá nada que votar.

Después de la eliminación de las finanzas, ya no habrá más necesidad de matar a hombres; serán desmantelados del único poder que tienen sobre las mujeres psicológicamente independientes. Podrán imponerse solamente sobre las aduladoras, quienes disfrutan el ser sometidas. El resto de las mujeres estarán ocupadas solucionando aquellos problemas sin resolver -antes de planear su programa para la eternidad y la utopía – Se renovarán los programas educativos con el propósito de que millones de mujeres puedan ser capacitadas dentro de algunos meses para el trabajo intelectual de alto nivel que, requiere años de entrenamiento; ahora (esto puede ser hecho muy fácilmente puesto que el objetivo es educar y no perpetuar un minoría académica e intelectual); solucionar los problemas de la enfermedad, la vejez y la muerte; y rediseñar totalmente nuestras ciudades y habitaciones. Muchas mujeres continuarán pensando (durante un tiempo) que los hombres les interesan, pero cuando se acostumbren a la sociedad feminista y se inserten en sus proyectos, llegarán a entender la total inutilidad y banalidad del macho.
Los pocos hombres que queden en el planeta, podrán arrastrar sus días mezquinos. Se hundirán en las drogas o se travestirán, observando a la mujer poderosa en acción, como espectadores pasivos, intentando vivir por delegación. Las mujeres consentirán esto generosa y servicialmente; no los lastimarán ni en la forma más leve y esa, es una manera maravillosamente amable y humana de tratar a su prójimo desafortunado y minusválido. Se podrán reproducir en la pradera de vacas con las aduladoras, o podrán ir al centro suicida más cercano donde, rápidamente, y sin sufrimiento (en las cámaras de gas) podrán morir silenciosamente.

Antes de que se instituya la automatización, antes de que los hombres sean sustituidos por las máquinas, el macho debe ser útil a la mujer, atenderla, satisfacer sus caprichos, obedecer cada mandato, ser totalmente servil con ella, adoptar una actitud de perfecta obediencia, tan en contra a la situación alabeada y degenerada que tenemos en estos tiempos; no solamente no existir en lo absoluto, atestando al mundo de su ignominiosa presencia, sino que se dejan lamer el culo por la masa de mujeres que se postran ante ellos, los millones de mujeres que adoran piadosamente al Becerro de Oro, el perro que guía al amo sobre una correa, cuando en realidad, de no ser un marica travesti, lo más aceptable para el hombre es postrarse ante la mujer, como un esclavo. Los hombres racionales quieren ser aplastados, pisoteados, exterminados y masticados, tratados como la mugre que son (perros callejeros), y confirmar su carácter repulsivo.

Los hombres enfermos e irracionales, aquellos que intentan defenderse contra su repugnancia, cuándo ven a SCUM correr sobre ellos, se aferrarán a la hembra de senos grandes, pero las tetas no los protegerán contra SCUM; la Gran mamá se aferrará al Gran papá, que estando en un rincón, al verse la cara de idiota, se cagará en sus enérgicos y dinámicos pantalones. Sin embargo, los hombres que son racionales no patalearán, lucharán o levantarán un angustioso escándalo, sólo se recostarán, relajados, disfrutando la función dejándose llevar por las olas hasta su fatal extinción.


Corolario:

La razón por la cual hemos decidido traducir el Manifiesto S.C.U.M., es para difundirlo en un medio, donde existe un gran desconocimiento de las manifestaciones extremistas que se suscitan.

En este caso, al tratarse de ideas feministas (poco conocidas) rompe con un sistema de sociedad ya establecido. Apelamos a esta ruptura, pues, como mujeres, buscamos un reconocimiento y una diferenciación con respecto a las “hembras” criticadas por Valerie Solanas; es importante subrayar esta idea como muestra de que la autora no sólo se arremete contra los “machos”, entendiendo “machos” como la deformación del hombre en un ente dominante, sino también contra aquellas “hembras” que se someten al designio masculino.

Este manifiesto nos dibuja la imagen de un mundo degradado por la ausencia de humanidad, denunciando diversos aspectos de lo real; con la intención de reivindicar al individuo.

Es por eso, que consideramos pertinente presentar esta traducción, a pesar de la existencia de una anterior, ya que no sólo perseguimos plasmar el pensamiento de Solanas, sino mantener la forma estética del texto.

Valery Solanas nos presenta una revolución acompañada por la belleza de sus ideas, un ordenamiento nuevo que se adelanta a su época; concibiendo no sólo un modelo distinto de sociedad, sino también, instaurando, de alguna manera, una Teoría de Género posterior a su tiempo.

El Manifiesto juega con las formas, en la utilización de una construcción poética junto a una concepción de la poesía como impresión. Cualquier persona que lo lea se sentirá tocado y cambiará su percepción del mundo, por la búsqueda constante de sí mismo y de su humanidad.


MAS DEL MANIFIESTO SCUM: http://www.nodo50.org/herstory/

LA MULTIPLICIDAD DE LO INDIVISIBLE

LA MULTIPLICIDAD DE LO INDIVISIBLE

Juan Zamudio

El libro-homenaje, Lima o el largo camino de la desesperación, al poeta Carlos Oliva (Lima, 1960 - 1994), fue editado en la ciudad sureña de Arequipa, espacio que está articulándose o haciéndose a una modernidad periférica -modernidad entendida como un organismo que segrega sus beneficios a la periferia de un modo diferido y reciclado-, por ser el centro (países desarrollados) desde donde se digita dicho proceso funcional a sí mismo. El centro hace de dicho proceso diferido en la periferia, es decir, la modernidad que llega a Arequipa a finales del 90 es similar y no simultanea a la de Lima de inicios del 90, y es por ello que este libro-homenaje es simbólico y refleja una sensibilidad urbana en lo discursivo. De algún modo el discurso urbano en la literatura arequipeña tiene una ausencia y la modernidad va por las calles y permanece en los ojos, en las actitudes, de los sujetos que conviven con ella. Arequipa es una ciudad que tuvo acercamientos ambiguos a lo urbano en lo literario en los 80, al ritmo de los grupos literarios "Ómnibus" (Oswaldo Chanove, Alonso Ruiz Rosas, Misael Ramos), "La gran flauta" (José Gabriel Valdivia, Leandro Medina...) y demás grupos que eran fervientemente sociales; ya en los 90 se pasa a un lenguaje metapoético, estrategia que se despliega al negociar la identidad en la página, siendo Carlos Tapia, poeta y músico, quien tuvo una manera de abordar los cambios que en modernidad pasaba Arequipa, ciudad conservadora en sí -en múltiples sentidos-, en su primer libro de poemas Música para afeitarse.

A finales del 90, la identidad deja de ser un anclaje, estática, para ser móvil, negociada, en lo público y privado, es decir, las identidades son cambiantes; haciendo uso o parafraseando al narrador Ribeyro, quien dice que el yo es una especie de gaveta con múltiples cajones, y cada persona que se hace fraterna a uno tiene la llave de un cajón de dicha gaveta, dejando los demás compartimentos de uno inaccesibles al otro. Y el leer a Oliva fue abrir un cajón de la gaveta que no había sido visto bajo las luces de neón, a través de una antología de la literatura peruana (II tomos) que armó Ricardo Gonzáles Vigil, siendo Oliva antologado en la generación del 90, y surgió la inquietud de hallar el poemario póstumo, editado el 95, en un viaje a Lima el verano del 2003, libro que hallé, en copias, por medio de un amigo de San Marcos. Posteriormente la idea de reeditar el poemario de Oliva surge, porque el 2004 se cumplían 10 años de su desaparición y entré en contacto con sus compañeros de ruta por la vía del internet, y también me comunique con su familia en otro viaje a Lima, el verano del 2005. La edición fue lenta y se fue ampliando con un prólogo del poeta y ensayista Paolo de Lima y prosigue con el poemario que Oliva dejó armado, y se pasa a la sección "otros poemas", que se abre con una crónica del poeta Róger Santiváñez, que congrega poemas que se publicaron en revistas y fanzines limeños póstumamente, y prosigue con el colofón del poeta y narrador Miguel Ildefonso.

La identidad, por consiguiente, pasa a ser una habitación de la que se entra o se sale, para pasar a otra, dentro de las múltiples que se puede asumir o practicar en relación al otro o con uno mismo, en equilibrio o al borde del mismo; esto último representa la portada del libro-homenaje a Oliva: Lima, la ciudad, lo publico está afuera, zona en la que no sólo se negocia o asume una identidad en comunicación o comunión con el otro, sino, también, se reduce a un monólogo interno al hacerse de la lógica un arte al caminar por las calles.

El libro-homenaje desarrolla, también, una perspectiva social, ya que el quiebre de la utopía social se dio a finales del 80, dicha utopía es la búsqueda del espacio para desarrollar el equilibrio de los sentidos con música de fondo, y ésta hubiese cubierto como neblina la ciudad de neón dejándola en transparencia, la memoria del tiempo se convierte en acto y hubiese silenciado los bocinazos, para pasar a crear el fuego de los sueños sin culpa en la conciencia. El tiempo es sed o ansiedad de salir del desierto de la palabra y habitar bajo el sol de la belleza. La utopía que se trasluce en la poesía del ángel caído, Carlos Oliva, es búsqueda de ese espacio; la desesperanza se filtra oscureciendo la poesía de Oliva, al saber que no es posible de rozar o ver (la utopía) y por ello atraviesa raudo la calle, en la madrugada, en medio de los apagones.

Lima o el largo camino… sigue un rasgo (de la tradición poética peruana), de manera acentuada, del poemario En los extramuros del mundo -coloquialidad que es plena en los 70, siendo este texto representativo- de Enrique Verástegui: "vamos paseando por Tacora / entre prostitutas y ladrones" ("Primer encuentro con Lezama"), intertextualidad que se refleja en las siguientes líneas: "mientras cruzo por colmena entre prostitutas y homosexuales / que no pueden tirarse un lance conmigo / porque ya me he tirado un lance con la soledad" ("Lima II"). Tacora y Colmena son espacios marginales en los que la violencia, sea esta delicuencial o el comercio sexual, hacen que el yo poético de los Extramuros… busqué un diálogo con Lezama, y asirse de compañía en la ficción; y en Lima o el largo camino de la desesperación el yo poético se desliza una vez más a la soledad y hacer de lo uno, múltiple. Lo externo no es equivalente a una posible comunicación, sino, al fortalecimiento de la ansiedad de búsqueda; búsqueda de "algo nuevo" ("Lima II").

En la poesía de Oliva se conjuncionan la lógica matemática -por haber estudiado Matemática Pura en la Universidad Nacional de San Marcos hasta finales del 80-, su experiencia personal, en un paradero ficticio -paradero que es impreciso por el quiebre de la utopía social a finales del 80-, para echarse luego a rutas inmensas en espiral, que giran hacia adentro y afuera, al ritmo de una conciencia que sabe de los límites de sí misma y de los rasgos históricos del cielo: poseída por el consumo y sobre un primaveral bienestar en urbanizaciones enrejadas; mientras las mujeres no escuchan, sólo ven TV, hasta en sueños. Conciencia que no capta, todavía, el estremecimiento de la piel utópica y su posterior derrumbe en un punto dentro de una sucesión de puntos, en los manuales de historia. No lo capta. Y cuando lo hace, el yo poético es y no es Oliva, porque es plena anarquía de la ciudadanía, desorden -vistos por los otros- en ese deposito personal y ficticio que trasuntan las páginas de su libro homenaje.

El personaje de su poesía prosigue hacia el oeste y este tránsito-zona le es imposible-lejano como "Europa de mis bolsillos" ("Lobo estepario") y se aleja aún más "del mundanal silencio de los retóricos" ("Caballo del crepúsculo"), zona que simboliza lo público; el personaje de la poesía de Oliva ante esta certeza regresa hacia el este (lo privado), a su hogar, a la fraternidad de sus amigos, así mismo, en pleno dolor y vuelve, finalmente, a los elementos, luego de transitar en la urbe propia y externa y ve en la superficie líquida un "pentragrama de agua" ("Sobre la muerte") que refleja la música de las esferas que Pitágoras disfrutaba, ocasionando una des-conjunción del yo poético con la aparente urbe, para saber que el otoño es su morada.

2 Poemas de Oliva:

Anatema

.... .. ... .. .. .. .. . .. ... .. . .. A Richi Evangelista

Malaventurado el que lee y escucha
Esta poesía:
Palabras como voces de trompetas
Canto de ciento cuarenta mil
Ángeles caídos
Como estruendo de muchas aguas
El demonio se bañaba en ellas
Y no hubo señales
Sólo años de barbarie
La bestia cogió la llave del abismo
Y yo cogí un caballo blanco
Y empecé a cabalgar
.. .. .. . .. ...Un minuto cabalgando
.. .. .. . .. ...Un año cabalgando
.. .. .. . .. ...Mil años cabalgando
Buscando la tierra nueva
Itinerario de aquelarres siniestros
Como lágrimas negras que ruedan
Por mis mejillas, hiriéndolas
Imborrable desamparo del alma
Que cabalga sobre un arcoiris maldito
Y se pierde entre las dimensiones
Sangrientas de un tiempo
Tan desventurado como esta poesía.


El Sueño y la Muerte

.. ..... .. .. .. .. .... . .. . .. ...A Miguel Ildefonso

Prosigo así, materia de sueño,
A quien olvida un loco esperando el recuerdo,
Avanzando hacia un oasis prohibido,
Donde no existe clamor, desnudez o misterio,
Tratando de alcanzar el horizonte,
O su eterna curvatura de cadena embrujada,
Que perenniza los sueños y los revierte,
Hacia un vértigo oscuro e interminable,
Blanco y negro, vértigo,
Punto volando hacia la nada,
Molécula brutal o fondo.
No ese sueño que vela a la sombra, iluminando
Una inmensa ola negra, descubriendo un dolor
Inesperado, estremeciendo recuerdos inefables.
Sueño que es victoria o fracaso, al llegar la noche.
Sólo habitando la noche, se vence la noche.

* Arequipa, 1980. Estudia Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Editor de Lima o el largo camino de la desesperación (Grita Ediciones: Arequipa, 2006), libro-homenaje al poeta limeño Carlos Oliva.

MAÑANA NO HABRA CUCULIES

MAÑANA NO HABRA CUCULIES


por Roxana Ghiglino Gonzáles

Desde el día de la masacre Gabriel no dejó de soñar que perseguía un ojo sanguinolento que escapaba de sus manos volando hasta el infinito. Aún recuerdo el corral embarrado con cuerpos torturados de cuculíes y la pestilencia de su sangre púrpura empapando de lágrimas mis noches lejanas.

Huambo no sería el mismo desde aquel día en que inexplicablemente la hallamos junto a los animales, habían cientos de cuculíes que picoteaban sus piojos y adornaban su cabeza con excremento. Pensamos primero que era un árbol, pero al apartar las aves notamos a la niña como de 12 años que dormía de pie con las manos extendidas. Mis padres la dejaron en el corral para quedarnos con las cuculíes, nadie le puso nombre y siempre fue “la wambra”.

La desgracia ocurrió un martes, amanecía y toda la casa oyó gritos siniestros provenientes del patio, corrimos desesperadamente y encontramos a Gabriel, el mayor de seis hermanos, revolcándose en el piso mientras las cuculíes le arrancaban los cabellos, mis padres pidieron auxilio y rápidamente la casa se llenó de gente con cuchillos o piedras para destripar a cuanta cuculí se encontrara en el camino.

En el fragor de la batalla nadie reparo en la wambra, excepto yo que la encontré tirada en un rincón, llevaba el vestido destrozado dejando al descubierto sus pezoncitos y su sexo colorado ...entonces entendí todo. Hace un mes, Gabriel se había llevado a la loquita del pueblo a un riachuelo, ahí la desnudo sin clemencia y la desfloró violentamente, mientras le gritaba al oído: loca y puta.

En el pueblo nadie le creyó a Romina, pensaron que era una invención de su mente perturbada. Desde entonces viendo a la loquita enloquecer más, deteste a mi hermano y el día de la fatalidad, Gabriel regresaba borracho de la fiesta en honor a la mamacha del pueblo y quiso aprovechar la eterna somnolencia de la wambra.

Al finalizar la carnicería descubrimos horrorizados que Gabriel estaba tuerto, una cuculí le había reventado el ojo izquierdo, entonces, la injusta decisión de arrojar a la niña al abismo fue unánime. Mi llanto no contaba para los mayores, papá me dio una cachetada atroz y asistí en silencio con todo el pueblo hasta el cerro donde dos indios fornidos alzaban a la wambra por los aires y la arrojaban hacia donde yo no podía alcanzarla.

La observé caer lentamente como una retama, como si fuese un sueño imposible, como si nada en el universo existiera. Creí que me moriría de pena cuando aquello sucedió: una nube de cuculíes en el cielo infinito de Huambo, un poema de plumas que se la llevo eternamente con los astros y yo nunca volví a encontrarla, simplemente el tiempo y la gente hicieron de la wambra y sus cuculíes una leyenda y yo la dejé en aquel lugar donde un niño abandona sus recuerdos.

FIN

Vocabulario:

Wambra: niño(a).
Huambo: centro poblado cercano a Recuay.
Cuculí: tipo de ave.
Mamacha: santidad de un pueblo.


GANADORA DEL I PUESTO DEL II CONCURSO DE CUENTO BREVE CONVOCADO POR VASOS COMUNICANTES.

SUMA ENTREVISTA

SUMA ENTREVISTA

La vida y el arte constituyen un solo tejido, existencia y creación que se purifican en el corazón de Jorge Eduardo Eielson (Lima, Perú, 1924), uno de los artistas más totales e innovadores de nuestro continente. Radicado en Milán, Italia, desde hace medio siglo, este sumo creador se acerca, a través de los puntos de intersección que establece entre su pintura, poesía, narrativa, escultura, performances, instalaciones varias, a lo que podríamos llamar una matriz celeste (que él ha nombrado “matriz musical”) que no sería sino un espejo de ese “paisaje infinito” al cual pertenecemos como especie. Al igual que el universo teje una red de relaciones dinámicas en constante movimiento para crearse y recrearse, la matriz de Eielson no es estática. Cada lenguaje en que el autor se expresa cumple una trayectoria espiral, un acto ritual cósmico, definitivamente, vivo.
“Nudos que son sombras / De infinitos nudos / Celestes / Divinos nudos nacidos / Entre dos manos / Unidas”, la obra de Jorge Eduardo Eielson, por su aporte universal a la visión del arte, va más allá de los reconocimientos convencionales


Vida
Paisaje
Infinito
Poesía
Eielson

Ha mencionado que a través de los lenguajes en los que se ha expresado no busca, como concepto intelectual y definitivo, un “arte total” y, como consecuencia, un objeto artístico totalitario sino una exploración de los límites de dichos lenguajes ¿Cómo es el proceso creativo para lograr estas expresiones?
Lo que usted dice es cierto, nunca he buscado una forma de arte total. Ésta es una reducción al mismo tiempo reductiva y pretenciosa, que no quiere decir nada. Dejando de lado, con el debido respeto, la utopía romántica de Wagner y Goethe, me atrevería a decir que esa opción hoy se realiza plenamente en el espectáculo. A partir de la ópera y el ballet, hasta los videoclips comerciales y los trabajos de Robert Wilson, la multimedialidad es un lugar común para una gran cantidad de sucesos que muy poco tienen que hacer con la exploración artística. Personalmente, lo que siempre me ha interesado es el hallazgo de una suerte de núcleo o matriz dinámica (como usted muy bien lo ha entendido) que me permitiera expresarme en cualquier lenguaje o código artístico. Para eso, evidentemente, hay que tener algo que decir de propio, cosa de la cual no estoy muy seguro, y además tomar distancia de la historia y de un subjetivismo todavía demasiado prioritario en el campo artístico.


Camisa, ensamblaje 1964

Tuve la suerte de crecer en una familia amante de la música y fui amigo de algunos jóvenes compositores que habían estudiado con Monegger, Messiaen y Schoenberg, hacia mediados de los 40. Luego, yo mismo viajé a París y más adelante me radiqué en Italia. Conocí a Luigi Nono y algo a Luciano Berio. Pero ya antes me había cruzado con los tres Pierres de Francia: Pierre Boulez, Pierre Henry y Pierre Schaeffer, en la época de la música concreta y después electrónica. Algo más tarde, paralelamente al serialismo musical, descubría el trabajo de John Cage, con su gozosa propuesta aleatoria, y estas dos posiciones, contrapuestas y complementarias, fueron determinantes para el encuentro de mi propia vía. Cuando fui invitado a anudar todas las banderas del mundo en los Juegos Olímpicos de 1972, en Munich, pensé en recurrir al bellísimo “Canto de la Juventud” de Stockhausen para la fase final de mi performance, cuando quemaría todas las banderas en un gran anillo. Desgraciadamente, esto último no pudo realizarse debido a los trágicos eventos terroristas que interrumpieron, por voluntad de los artistas, la parte cultural de la manifestación. Si le cuento todo esto es para decirle que mi búsqueda, o como quiera llamársela, no ha sido sólo una aventura intelectual sino una instintiva forma de concebir la creatividad como algo inseparable de la vida real. En cuanto a si he logrado algo que se acerque más a esta actitud interdisciplinar, pues bien, primero yo no aplicaría este término a la creación artística y, segundo, no, no “he logrado” nada. No se logra nada trabajando de esta manera. Es decir, se pueden hacer varias cosas que correspondan a lo que se llama arte, pero no se logra nunca nada definitivo, puesto que se trata de un proceso, si queremos llamarlo así. Éste es el problema con nuestro lenguaje verbal de Occidente, que no posee la infinita gama de matices del oriental, incluida su maravillosa caligrafía, a caballo entre lo visual y lo verbal. Por eso, yo diría que lo que estoy haciendo ahora es lo mismo de siempre. Quizás en un peldaño algo más alto de la infinita escalera, pero es todo.
¿Acaso la música no es la medida
La suma total de cuanto existe
Y nuestra propia vida sólo el sonido
De una orquesta que se afina noche y día?


Cabeza de Chamán, 1985. Acrílico sobre tela. 200 x 200 cm.

¿En qué momento de su trayectoria creativa concibió la interdisciplinariedad o cómo se fue dando ésta?
Desde niño comencé a hacer cosas, no recuerdo cuál primero que la otra, eso no tiene importancia, y he continuado siempre así. El hecho de ser autodidacta, latinoamericano, y de tener ancestros peruanos, españoles, escandinavos e italianos me ha ayudado mucho. Todos los americanos, sobre todo los del sur, que provenimos de culturas más antiguas, nacemos ya multiétnicos y multiculturales. Es decir, somos mestizos, y ésa debería ser nuestra fuerza y nuestro orgullo.


Réquiem por Marilyn Monroe, 1962. Ensamblaje, 90 x 90 cm.

A la par de que se define como artista plástico en esencia, también ha manifestado que su visión integral responde a una “concepción poética” del arte…
Para mí, arte y poesía son los dos aspectos de la misma medalla sobre la cual se sostiene todo el fenómeno artístico-creativo. Y no vamos a detenernos, como ya lo observé antes, en cuestiones específicamente ligadas al lenguaje verbal occidental. No sólo no tengo la competencia sino que sería demasiado aburrido. Sencillamente yo creo en la belleza así como otros creen en Dios, en la realidad socioeconómica o en el demonio. Y cuando digo belleza no me refiero sólo a la belleza formal, artística o natural, sino también a la del puro pensamiento, a la suprema elegancia de algunas teorías físicas y filosóficas y, sobre todo, a la belleza de un corazón puro, generoso, altruista, lleno de amor y compasión por todas las criaturas de este mundo. Desde este punto de vista me considero un privilegiado. Hace ya varias décadas tuve un gran maestro de budismo japonés, de la escuela zen soto, Taisen Deshimaru, que me descubrió lo que realmente era, y además me reveló (esto es lo extraordinario) que ya tenía un verdadero maestro a mi lado, es decir un guía, aunque al mismo tiempo era mi mejor amigo y mi hermano, el pintor Michelle Mulas, como lo fue también el poeta Javier Sologuren, a quien debo mi existencia literaria, pues fue él quien generosamente quiso publicar mis primeros poemas, apenas los leyó. Ninguno de estos seres maravillosos está ya en este mundo, pero yo trato de seguir la senda que ellos me trazaron, y la seguiré hasta el fin de mis días.

En la poesía como en la vida
Lo principal (hay que ser inteligente)
No es lo que se queda
Sino lo que se va
Como amablemente enseña el oriental
Y como felizmente he llegado al final.

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Carta a Las Sumas Voces


Con la sensibilidad y sencillez que lo caracteriza, Jorge Eduardo Eielson, pese a su frágil estado de salud, nos envió una hermosa carta llena de Amor, que ahora compartimos con todos sus sumos hijos y lectores…


apareces
y desapareces
eres
y no eres
y eres nuevamente
eres todavía
blanco y negro que no cesa
y sólo existes
porque te amo


te amo
te amo
te amo
te amo

Revista “Las Sumas Voces”
Trujillo. Perú.


Queridos amigos,

Vuestra carta me ha conmovido profundamente y me ha llenado, al mismo tiempo, de alegría y de tristeza. La primera, porque siento que a través de ustedes, lo poco, lo mínimo que he hecho en este mundo, comienza a germinar, y la segunda porque me es materialmente imposible ahora responderles y mucho menos viajar. He recibido invitaciones de todo tipo en estos tiempos […] pero no es posible atender a ninguna de ellas, debido a mi precaria salud. Incluso he tenido que renunciar a la Bienal de Venecia, que está aquí cerca, por la misma razón. De manera que les pido que tengan clemencia con mi estado actual y no piensen que me niego a tan hermosa iniciativa, como la es de ustedes. Conozco Trujillo y, sobre todo, Chan-Chan, y guardo de este último lugar un recuerdo imperecedero. No conozco, en cambio, el Museo de las Tumbas Reales, y haría cualquier cosa por visitarlo pero, una vez más, tengo que rendirme a las realidades de la vida. Cosa que ustedes, afortunadamente, todavía no conocen, aunque crean conocerlas. Pero, dejemos estas cosas y veamos más bien el lado bello y luminoso de las cosas. Y allí están ustedes con toda vuestra maravillosa energía juvenil, con vuestra confianza en la vida, en la belleza y, sobre todo, en el amor, esa potencia suprema sin la cual ninguna inteligencia humana tiene sentido. Ustedes me colman de afecto y generosidad y ello me asegura un viaje final perfectamente sereno. Y, créanme, aunque no pueda viajar, yo estoy siempre muy cerca de ustedes, y ahora más que nunca. Sólo mi pobre, maltrecho cuerpo está aquí.

Milano, Italia.

http://lassumasvoces.com/edi11/005_11.htm